2008-01-31.
Elías Amor, Economista ULC
El reciente artículo de Rafael Rojas, Para entender la "democracia"
cubana publicado en El Nuevo Herald, plantea un primer análisis del
nuevo escenario que se abre para la Asamblea Nacional del Poder Popular
que resulta de las elecciones celebradas el pasado domingo, y que se
deberá constituir el 24 de febrero en La Habana.
Tras una detallada descripción del proceso electoral vivido en la Isla
para la designación por el aparato del Estado de los miembros de la
Asamblea, garantizando una vez más su inmovilismo y manipulación para
los fines de la cúpula dirigente, Rojas se plantea la posibilidad de que
esta institución, ante su nueva etapa, pueda impulsar los cambios hacia
la democracia que necesita el país.
Su apuesta va dirigida en dos direcciones. Una reforma en profundidad de
la ley de asociaciones que suponga la ampliación progresiva del espacio
político para la competencia política de organizaciones no comunistas.
En segundo lugar, una reforma electoral en profundidad que garantice el
acceso a la Asamblea de opositores al régimen en concurrencia
individual. Lo veo muy difícil.
Estoy de acuerdo que la obsesión del régimen comunista cubano contra
todo lo que signifique diferencia o alternativa va a suponer obstáculos
complejos de remover para que este tipo de reformas se puedan impulsar
con visos de realidad. La construcción del sistema político castrista se
ha formalizado a partir de una idea fuerza: o estás conmigo, o contra mí.
La asociación de los que disienten con la línea oficial marcada por el
partido comunista que sustenta la ideología del régimen con el enemigo
exterior, la pérdida de soberanía o la eventual amenaza de Estados
Unidos, es una pesada carga histórica que los cubanos sólo consiguen
perder una vez que abandonan la Isla y se sienten liberados de la
propaganda enfermiza que les acosa desde niños. No en vano, la "batalla
de las ideas" de Fidel Castro se basa, en líneas generales, en estas
cuestiones. Mientras él viva, difícil será que en la Asamblea Nacional
se apueste por reformas políticas y electorales.
De lo que no me cabe duda es que esta Asamblea que extenderá su vida, al
menos en el papel hasta 2013, sí que va a iniciar cambios en materia
económica. Aunque Rojas no parece prestar atención a estas cuestiones,
sin duda fundamentales para la Isla, creo que la existencia de un 49% de
personas nacidos después de la revolución, casi el 43% de mujeres, un
35% de negros y mulatos, ofrece una muestra de indicadores favorable a
impulsar los cambios de estructuras que necesita la economía de la Isla
para superar su permanente escasez, su miseria, su déficit de
infraestructuras, su incapacidad para generar alimentos para la población.
Mi apuesta es que la nueva Asamblea puede empezar a desarrollar material
legislativo sobre estas cuestiones en un plazo no muy lejano, incluso
aunque Fidel Castro, desde su retiro hospitalario las cuestione y lance
continuamente ataques para desacreditarlas. Ya existe en Cuba un proceso
de diálogo y debate abierto desde el verano pasado, aparentemente
liderado por Raúl Castro, sobre el qué hacer con la situación de la
economía, y hacia donde orientar el país. No es una tarea fácil.
Demasiado tiempo perdido en quimeras y modelos intervencionistas ideados
por un dirigente político que carece de conocimientos básicos de
economía y que ha destruido el patrimonio económico y humano de la Isla,
provocando una diáspora que no parece tener fin.
Pienso, sin embargo, que existe espacio en el programa legislativo de la
nueva Asamblea para introducir reformas valientes y modernas en materia
laboral y social, en aspectos de funcionamiento de mercados y
estructuras comerciales, de acceso de los cubanos en condiciones de
igualdad a hoteles o teléfonos móviles, de utilización de una moneda en
todas las transacciones, de suprimir los racionamientos perniciosos.
Ha llegado el momento de legislar con valentía en materia de derechos de
propiedad, creación y puesta en marcha de pequeñas y medianas empresas
por cubanos, de empresas de economía social y cooperativas dentro del
mercado, fomento de operaciones joint ventures apoyadas en opciones
reales de negocio para atraer inversión extranjera de calidad y de
futuro, planes de explotación de recursos turísticos, y sobre todo,
obtener el máximo provecho del capital humano existente en la Isla.
Ahí es donde hay que situar el reto que tiene por delante la Asamblea
Nacional de Cuba. Para mí sólo eso. Me van a permitir que suprima "del
Poder Popular", es que tanta retórica marxista me aburre.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=13731
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