Con olor a cambio
Odelin Alfonso Torna
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Las lágrimas de Josefina Capote
rodaron por sus mejillas cuando vio su refrigerador Westinghouse,
fabricado en el año 1956, tirado sobre un camión de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR). El vehículo, a cargo de dos oficiales, prestaba
servicio en la recogida de los electrodomésticos de alto consumo,
vinculado al programa de ahorro energético.
Dos horas después, la misma tripulación verde olivo apareció con los
nuevos refrigeradores marca Haier, de fabricación China.
Pude entender el por qué de las lágrimas de Josefina. Unido al valor
sentimental del Westinghouse, días antes la anciana había pagado por el
arreglo de su refrigerador. Enrollar el compresor y comprar el gas freón
12 en bolsa negra, sumó 500 pesos, equivalente a 20 pesos convertibles.
Lo que no puedo entender, y estoy seguro que es el sentir del cubano, es
la manera en que somos participes de ese cambio maloliente de los
electrodomésticos de alto consumo. Aún teniendo en cuenta que todo
equipo a sustituir debe estar en perfecto estado de funcionamiento, no
recibimos retribución alguna por el que entregamos.
Llama la atención cómo la Empresa Exportadora de Chatarra aspira al
Premio Nacional al Exportador 2007. Encuentra en los refrigeradores,
climatizadores, televisores y otros equipos de alto consumo recogidos a
la población, una fuente de materia prima sin costo alguno.
"Algo con olor a cambio". No es una expresión que denote por su aroma o
porque forme parte de esa fraseología que atenta en contra de una casta
sujeta al inmovilismo. Así expresó el economista Ariel Terrero Font, en
su habitual espacio de la tele revista Buenos Días, el martes 19, cuando
explicaba sobre la inserción de algunas empresas cubanas en el mercado
competitivo a pesar de las trabas impuestas por el embargo norteamericano.
Se suman a la lista de empresas aspirantes, evaluadas por el Centro de
Promoción de Exportaciones del Ministerio de Comercio Exterior: Havana
Club Internacional (empresa mixta cubano-francesa), Cuba-Deportes,
Cuba-Níquel, FARMACUBA y otras que se vinculan a la exportación de
servicios de alto valor agregado.
¿Y es por ahí por donde andan los olores del cambio? ¿En los
electrodomésticos de alto valor sentimental convertidos en chatarra o en
los tres millones de cajas de ron Havana Club repartidas entre los 124
países que la consumen?
A mí juicio y respetando los ademanes de reformismo de Ariel Terrero,
abogo por una apertura económica hacia dentro en consecuencia con una
política económica que supla nuestras necesidades internas.
Y puedo citar un ejemplo: lo que fue capaz de hacer el ex mandatario
argentino Néstor Kirchner, ante una desproporcionada exportación de
carne. Un decreto ley prohibió las ventas al exterior de este renglón,
satisfaciendo a su vez la demanda interna.
¿De qué nos sirve el aroma placentero de un cambio, cuando en realidad
estamos lejos de saborear ese 20 % anual de crecimiento que se le
adjudica a la exportación de medicamentos elaborados a partir de la
biotecnología?
Es difícil explicar que en el mercado informal existe más variedad de
medicamentos que en las desabastecidas farmacias del país.
Es necesario entender, chupándonos el pulgar, que la empresa CARIBEX,
dedicada a la exportación de productos del mar, sea otra de las
aspirantes al Premio Nacional al Exportador 2007.
Quizás llegue el olor a cambio a las pescaderías de MERCOMAR,
impregnadas de ese "aroma" a tencas, tilapias o el famoso devorador pez
gato, conocido como claria.
Es probable que para 2008 el níquel supere los 2 700 millones de dólares
ingresados en 2007, o que el azúcar y el acero inoxidable tengan el
liderato en la exportación de materias primas.
El perfil hacia dentro será el mismo de hace 49 años: carencias,
desabastecimientos y promesas inodoras, sin contar que se sigan
derramando lagrimas como las de Josefina.
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