Monday, November 26, 2007

Cuba: Alcohol y violencia, dos males de alto riesgo

REPORTAJE ESPECIAL

Cuba: Alcohol y violencia, dos males de alto riesgo

Por Raquel Sierra

domingo 25 de noviembre de 2007, actualizado Noviembre 25, 2007

La Habana, noviembre (Especial de SEMlac).- Ernesto tiene 43 años y es
alcohólico. Sentado a la entrada de su casa, se debate entre ir a buscar
más bebida u ofrecerle disculpas a su esposa, quien se llevó a los niños
a dormir a casa de una amiga, tras la violenta escena que desató el
marido al llegar del trabajo.

No es la primera vez. Aunque generalmente es un hombre tranquilo, sabe
que puede salirse de sus casillas, incluso sin tomar. Pero cuando
ingiere alcohol sus reacciones son mucho más violentas.

El alcohol y la violencia no siempre andan juntos; sin embargo, en no
pocas ocasiones, se acompañan. Según especialistas, aunque no generan la
violencia, el alcohol y otras drogas son factores de riesgo, al reducir
los umbrales de inhibición.

Mayda López, la esposa de Ernesto, ha buscado la ayuda que él todavía no
acepta. "Fui al psicólogo, a Alcohólicos Anónimos y conversé muchas
veces con él, pero no entiende que está enfermo y todos dicen que esa
aceptación es el primer paso para darle una solución al problema. La
situación resulta intolerable, y los niños, viéndolo así".

Para el psiquiatra Pedro Hernández, jefe del departamento de alcoholismo
del Hospital Psiquiátrico de la ciudad de Camagüey, 550 kilómetros al
este de La Habana, en no pocos casos es difícil que los alcohólicos
comprendan y acepten que se trata de una enfermedad, cuyos síntomas son,
entre otros, temblores, calambres y pérdida de memoria y de sueño.

A su juicio, esta dolencia es como un tren: "lo tomas en un lugar y te
puedes quedar en medio del camino, pero sigues ahí hasta que ya no eres
capaz de bajarte", dice metafóricamente.

"El alcoholismo es una enfermedad crónica, lenta, progresiva y mortal y
tiene que ver con un estado de salud mental. A los enfermos hay que
tratarlos por lo que llegan al hospital, su depresión o ansiedad, que
los llevan a refugiarse en el alcohol", explica su experiencia profesional.

"Es un círculo vicioso: bajo el estado de embriaguez golpean a la madre
y no atienden a los hijos, por ejemplo. Entonces, la sociedad los tilda
de sinvergüenzas, no de enfermos, y comienza el ciclo otra vez", comenta.

La Organización Mundial de la Salud define el alcoholismo como la
ingestión diaria de alcohol superior a 50 gramos en la mujer y 70 en el
hombre.

"Hay dos deseos de beber", considera. "El del cuerpo se quita a los 30
días, pero el de la mente es duro, depende de la psicoterapia. Los
profesionales son más difíciles de atender, casi nadie les dice `ve a
atenderte', lo que sí hacen con quien carece de preparación cultural",
asegura.

La vida muestra que existen alcohólicos no violentos y que hay muchos
violentos que no toman ni una copa. Pero, cuando los dos fenómenos
coinciden, la mezcla puede ser explosiva.

Algunos expertos concuerdan en señalar a las drogas, los celos, el
alcoholismo y las limitaciones con la vivienda como agravantes para la
violencia.

Para el doctor Juan E. Sandoval Ferrer, presidente de la Sección de
Alcoholismo y otras drogadicciones de la Sociedad Cubana de Psiquiatría,
el ser humano no es violento por naturaleza. No obstante, la relación
entre consumo de alcohol y conductas violentas constituye un problema
social que, a menudo, tiene repercusión legal.

El aumento del riesgo de conductas violentas por el consumo de bebidas
alcohólicas se produce por factores multicausales que dependen de la
propia acción farmacológica del alcohol, de las características del
bebedor y de las condiciones ambientales en que ocurre la ingestión de
esa bebida, señala el experto.

Puede ocurrir desinhibición, pérdida de control emocional, ruptura de
códigos ético-morales y de las buenas costumbres de convivencia, lo que
facilita la aparición de la violencia, agregó en un artículo publicado
en 2006 en el semanario cubano Trabajadores.

A su juicio, las características individuales también actúan como
moduladores. Según la personalidad del que bebe, pueden desencadenarse
distintas actitudes y estilos de afrontamiento ante los eventos de la
vida: inestabilidad emocional, agresividad, poca tolerancia ante las
frustraciones, pobre concepto de sí mismo y baja autoestima e, incluso,
acentuar determinados rasgos de la personalidad.

No menos importantes son las condiciones ambientales en las que se
combinan el consumo de alcohol y las personas con mayor tendencia a
reaccionar hacia las conductas violentas, considera también.

Agrega que el nivel de alcohol en sangre, la severidad de la embriaguez
y la asociación con otras drogas marcan además diferencias en la
violencia ejercida bajo los efectos del alcohol.

El ingerir bebidas alcohólicas, una práctica muy común en la mayoría de
las culturas, modifica la personalidad de quienes las consumen en exceso
y los llevan a necesitar dosis cada vez mayores para alcanzar los mismos
efectos.

Según el estudio "Algunas reflexiones sobre el alcoholismo en la
comunidad", realizado en 2003 a partir de una muestra de 60 hombres en
la occidental provincia cubana de Pinar del Río, el 45 por ciento de la
población consume bebidas alcohólicas con un nivel de prevalencia de 6,6
por ciento, lo que sitúa a Cuba entre los países de más bajo índice en
Latinoamérica; aunque en los últimos 15 años el consumo ha aumentado
notablemente.

Esta investigación arrojó que los daños ocasionados por el alcoholismo
que prevalecieron fueron los sociales y psicológicos (problemas
económicos, discusiones en el hogar, violencia familiar y separación de
la pareja), así como la hipertensión arterial, gastritis, daño al hígado
y la impotencia sexual.

Otro estudio realizado hace algo más de una década, en Palma Soriano, en
la oriental provincia de Santiago de Cuba, señaló, entre las
repercusiones familiares y sociales que tuvieron los alcohólicos sobre
sus familias, las tensiones y dificultades (33,3 por ciento), los hurtos
hogareños (21,6) y la violencia con las esposas (20); mientras que en el
orden social se destacaron las riñas (43,3), los hurtos (25) y los
escándalos públicos (23,3).

Hasta cuándo

Maritza Hernández se siente víctima, pero sabe que su pareja también lo
es, al igual que toda la familia. Algunos especialistas indican que la
existencia de un alcohólico daña a un círculo de otras cuatro-cinco
personas a su alrededor.

"Varias veces lo han traído a la casa los conocidos del barrio. Algunas
veces, después de una pelea en la calle. Le grita a los vecinos, a sus
padres y hasta a mi", dice, pero es de las que piensa que eso no es
violencia, que ésta sólo existe cuando hay golpes.

Con sus 37 años y un diploma de Licenciada en Lengua Inglesa, creyó que
haber encontrado a Julián, cirujano, sería como ver cumplido su sueño de
felicidad. "En un principio pensé que era sólo en fiestas y con amigos,
pero ahora sé que la esconde de mí para que no le diga nada".

"Para evitar las violentas escenas, de las cuales se enteran todos los
vecinos por el volumen de los gritos, la sicóloga le recomendó soslayar
la discusión cuando él esté embriagado y no llevarle la contraria. Me
dijo que hablara sólo cuando se le hubiera pasado", dice apenada.

"La doctora me habló fuerte, me dijo `tú no eres una prioridad para él,
en algún momento hasta tendrás que plantearte si sigues con él o no',
pero yo me digo: `si lo abandono, a dónde irá a parar", cuenta,
sintiéndose la esperanza que tienen los padres de Julián para un añorado
cambio de actitud.

Migdalia, la mamá de Julián, sufre y reza por él todas las noches. "Le
pido a Dios que nos ayude, que ayude a mi hijo a superar esta terrible
etapa. Me siento, a veces, impotente porque no sé qué hacer, cómo
reaccionar".

"Una amiga me dijo que tratara de llevarlo a alguno de los servicios que
existen para ayudar a las personas con adicciones y me dio la dirección,
pero no he logrado convencerlo. Ojalá el día que se decida no sea
demasiado tarde y haya hecho algo muy malo en la calle", se queja.
Recuadro

-Hoy en día existe un alcohólico por cada 10 personas que han consumido
bebidas alcohólicas alguna vez en su vida, y las cifras de estos últimos
llega aproximadamente a 70 por ciento de la población mundial si se
incluyen los países islámicos.

-En América Latina esta toxicomanía afecta entre el cuatro y 24 por
ciento de la población y se calcula que existen en esta región del mundo
unos 30 millones de alcohólicos.

-Estimados indican que, internacionalmente, la mitad de los fallecidos
en accidentes de tránsito, de los homicidios, violaciones y actos de
violencia hogareña, se producen bajo los efectos del alcohol.

-Un resumen realizado por la revista especializada The Lancet alerta que
el alcohol potencia los efectos de la ira, la violencia y el descontrol
de las emociones, que puede llevar a actitudes criminales, problemas
graves de convivencia familiar y provocar accidentes de tráfico, debido
a conductas temerarias.

ROTATIVO de Querétaro

http://rotativo.com.mx/nacionales/cuba_alcohol_y_violencia_dos_males_de_alto_riesgo/61,33,4441,html

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