Monday, October 22, 2007

Sólo se trata de un asunto humanitario

Sólo se trata de un asunto humanitario
José Rodríguez Leiva
22 de octubre de 2007

La Habana, Cuba -- En Ciudad de La Habana hay muchos lugares pintorescos
y famosos que son visitados por miles de turistas del mundo entero, no
así por los que viven en la isla, pero también hay un sitio en El Vedado
que no tiene nada que llame la atención al ávido visitante, sin embargo,
millones de cubanos albergan en su interior grandes deseos de hacer allí
largas filas al sol ardiente o bajo algún que otro aguacero.

Este lugar está enclavado en la misma esquina del malecón habanero y la
Calle J. En ese modesto edificio radica el Departamento de Refugiados de
la Sección de Intereses de los Estados Unidos. Ese precisamente es El
Dorado con que sueñan muchos cubanos, no importa que militen en el
Partido Comunista, Comités de Defensa de la Revolución o cualquier
organización estatal de las que se prestan a reprimir a los que no
piensan ni opinan según la línea oficial.

Por esta esquina pasan diariamente, de lunes a viernes, muchos cubanos,
unos a depositar sus solicitudes de formularios para aplicar al plan de
refugiados, muchos que desde horas antes del amanecer esperan ansiosos
su turno, avisados con anterioridad para su primer entrevista con los
funcionarios norteamericanos, sus rostros son el reflejo de la mas
intensa ansiedad. Otros, ya superan esa primera prueba, pero están allí
para el segundo y definitivo examen. Ese día será como nacer de nuevo,
recibirán su aprobación o negativa para llegar a la libertad: los
Estados Unidos. Los agraciados salen de esa oficina muy alegres, también
están los que hacen su última fila en este país, ese día reciben la
fecha en que abandonarán, no se sabe por qué tiempo, su patria.

Es precisamente aquí, en la esquina del malecón habanero y la calle J
donde ancianos resisten largas horas, llueve o truene o el sol raje las
piedras, también personas en sillas de rueda y madres con niños pequeños
soportan en algunos casos sus últimas penurias a pie firmes, soñando con
un futuro mejor, allí en la cementosa acera sin siquiera poder pasar la
calle para sentarse en el contén y defenderse de las inclemencias del
tiempo. Si hacen el más mínimo amago de cruzar, suena el silbato de la
policía que permanece todo el día vigilante como si los allí presentes
fueran delincuentes.

Los presentes en estas diarias filas no se quejan, no protestan, no
tratan de adelantarse indisciplinadamente a los que llegaron primero,
todos mantienen el orden sin necesidad de agentes del orden público, sin
embargo, allí permanecen dos carros patrulleros que al decir de muchos,
sólo pretenden amedrentar a los futuros hombres libres.

Pues a pesar de este constante movimiento de cubanos en el lugar, que
llegan de cualquier alejado rincón de Cuba, las autoridades del
municipio Plaza de la Revolución no han construido un techo de fibra
asfalto sobre una armadura de acero, con asientos para que las personas
esperen a la sombra y además tengan un baño para sus necesidades
fisiológicas.

De la misma forma que construyeron un establecimiento para la venta de
productos alimenticios, refrescos y cervezas, siempre que los presentes
posean pesos convertibles, las autoridades pueden solucionar este
problema humanitario y dar rápida respuesta a este lamentable e inhumano
panorama que observamos todos los días laborables ante las oficinas de
una representación diplomática extranjera.

Los cubanos que asisten al lugar, con el deseo de partir, no importa las
causas que motiven este acto, merecen el respeto, pues quiéranlo o no,
siguen siendo seres humanos y además cubanos.

http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=5659

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