Maria no votó
Tania Díaz Castro
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - El pasado domingo se celebraron
las originales elecciones de una dictadura nada original. Según la
prensa estatal, más de 8 millones 300 mil cubanos votarían ese día.
Pero María, vecina de Santa Fe, como ya perdió el miedo a las
represalias de la dictadura, no fue a votar por varias razones.
En primer lugar, porque todo lo ve cada vez peor. La libreta de
abastecimiento apenas ofrece lo que come un pajarito. El transporte
sigue brillando por su ausencia. Materiales para reparar su vivienda no
puede adquirir porque el dinero de su jubilación no se lo permite. Como
muchas ancianas amigas suyas se ve obligada a lavar para la calle para
comprar un poco de aceite vegetal, detergente, jabón de baño y otros
productos que sólo se adquieren a través de la moneda dura, la que no
recibe como trabajadora retirada.
Cuando le tocaron a su puerta para que fuera a votar, lo dijo claramente:
-Las cosas están muy jodidas para votar por esto.
La activista de los Comités de Defensa de la Revolución le dio la
espalda sin chistar.
Una vecina que la escuchó no estuvo de acuerdo con lo que gritó María a
caja destemplada, pero María, segura de lo que dijo, le repostó:
-No lo digo yo. Lo dijo Raúl, que Cuba está llena de marabú. Y si es
así, es que la cosa está muy jodida.
Mi vecina proviene de una familia de viejos pescadores. Aunque confiesa
que es casi analfabeta, observa todo lo que ocurre a su alrededor a
través de la sabiduría que le ha ofrecido la vida.
Sabe de personas humildes y decentes que guardan prisión por tratar de
llevar un plato de comida a la casa. Sabe que el marabú que se esparce
por la Isla es un símbolo de rebeldía, así como el vandalismo que
practican algunos jóvenes contra los vehículos estatales del transporte
público. Sabe, además, que la calidad de su vida cada día es peor y que
el futuro de sus nietos es tan incierto como el de sus hijos,
percibiendo salarios miserables con los que no pueden adquirir lo más
necesario para vivir.
Por último, cuando la vecina de María le dijo malagradecida y otras
cosas que escuchó con el corazón oprimido, porque empleó sus mejores
años de existencia en lograr para su país una vida mejor, se quitó los
espejuelos -yo la ví- y le respondió:
-Mira, Clementina. No quise votar. Ya te lo dije. ¿Y sabes por qué no
quise votar? Porque no me dio la gana.
María me recordó aquellas palabras que usó el Comandante en Jefe cuando
un periodista en México le preguntó por qué no dejaba el poder.
El mandatario cubano, molesto, algo fuera de sus cabales, dijo lo mismo:
"Porque no me da la gana".
Seguramente esto no lo sabe María y mucho menos su vecina Clementina.
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