Publicado el 08-09-2007
Posibles opciones en el Caso Cuba
Por Nuncio Mainieri
Fidel Castro no está presentable. Todo parece indicar que ha quedado
fuera de juego. El discurso de Raúl Castro el pasado 26 de julio en
Camagüey es interesante por lo que dijo y por lo que no dijo. La
desesperación, prudente y pragmática, ha movido al heredero al trono
hacia considerar y hablar sobre la realidad que viven. Ellos saben que
el sistema ha fracasado y que no hay forma de salvarlo. Pero todos están
en el mismo bote, Fidel aún respira y el terror toca a todos, desde la
cúpula hacia abajo. Con toda seguridad muchos de los que están alrededor
de los pocos que mandan que, a pesar del terror, saben que hay que hacer
algo,se están preguntando qué y cómo. Saben que el tiempo apremia y que
la situación es crítica. Conocen de la creciente inconformidad de las
masas y pueden presentir aumento de su presión expansiva y explosiva.
El pueblo quiere y necesita vivir mejor y aunque reprimido y acorralado
por el terror general que le toca, en cualquier momento y por cualquier
motivo puede protagonizar un episodio violento que obligue a los que
mandan a reprimir o a ceder. En muchos países ha sucedido. El
imponderable de la guerra civil: ¿dispararán los soldados contra sus
hermanos? ¿No estarán todos ya cansados de tanto fracaso y tanta miseria
por tanto tiempo y sin otra esperanza que largarse del infierno en que
viven?
Quizás este tipo de acción podría mostrar el camino a seguir a los que
alrededor de los pocos que mandan todavía no saben cómo actuar. Todos
quieren sobrevivir pero deben saber que sí puede haber vida después de
Castro. Desde luego que esta vía conduciría a un cambio pero... ¿sería
ésta la solución? ¿Un nuevo mando militar? ¿Una Junta colegiada
cívico-militar? Es probable que esta posibilidad no acabe con el sistema
establecido que es lo que queremos todos los cubanos anticastristas, es
cierto. Pero si ese posible cambio va acompañado de restauración y
respeto a los derechos ciudadanos, apertura política que respete el
establecimiento de partidos, entrenamiento cívico con vista a elecciones
generales anunciadas, liberación de todos los presos políticos, etc.,
entonces podríamos pensar que a través de un proceso llegaríamos a una
democracia plena y todo ese camino sería aceptable. ¿Habrá en las
cadenas de mando en Cuba personas que, a pesar de su historial
comprendan que están sobre un polvorín, reconozcan el fracaso y tengan
el necesario sentido común y patriotismo para evitar la tragedia final?
Si como forma de preservar poder y privilegios se llega a la conclusión
de que hay que hacer una apertura económica para que la gente viva mejor
y aplacar así la fuerza expansiva de la sociedad cubana, creo que eso
iría contra la naturaleza del sistema castrocomunista y sería una
aceptación tácita del fracaso del sistema. Esta sería una opción, pero
apertura económica sola no es suficiente después de cincuenta años de
opresión. Tiene que haber apertura política también.
La tragedia impuesta a Cuba por tantos años debe resolverse entre
cubanos, pero no se puede aceptar la idea de entenderse o negociar con
los principales responsables. La posibilidad antes apuntada pudiera ser
una opción. Todos los responsables tradicionales que aún viven son tan
viejos y maltrechos como somos sus víctimas octogenarias. Entre ellos y
nosotros no hay entendimiento, no puede haberlo, pero las nuevas
generaciones de allá y de acá que no han sufrido ni tienen las
motivaciones de los mayores quizás puedan entenderse. ¿Tendrán esos
nuevos cubanos la inteligencia de encontrar vías a la nueva Cuba que
ellos vivirán?
Si ninguno de esos razonamientos lógicos fueran atendidos pudieran
existir otras opciones más o menos posibles. Sabemos que no hay muchas.
No tenemos armas, ejércitos, ni hombres jóvenes que las usen, es cierto.
Por otra parte no ha habido voluntad de rectificar errores en Cuba.
Una forma de acelerar el desenlace pudiera ser a través de medidas más
radicales del Gobierno Americano como:
-- eliminar las 20,000 visas
-- anular el convenio pies secos pies mojados
-- suspender las remesas
-- prohibir los viajes
-- suspender la ley de ajuste cubano
Medidas que sabemos son poco probables entre otras razones por la
situación internacional que confronta este país, pero sería, en mi
opinión, a falta de otras opciones y considerando la ausencia de
voluntad política para hallarle solución a esta grave crisis
institucional, una fórmula arriesgada y en algún momento necesaria, a
pesar del poco edificante enfrentamiento entre Demócratas y Republicanos
por ganar las elecciones.
Si se adoptaran estas medidas la situación dentro de Cuba sería distinta
y con toda seguridad se producirían cambios trascendentales.
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