2007-08-03.
Dr. Darsi Ferrer
La Habana, 2 de Agosto de 2007. Es difícil establecer diferencias entre
los admiradores y detractores del régimen cubano siguiendo el curso de
las opiniones y declaraciones vertidas en los medios internacionales de
difusión.
Analistas políticos de dentro y fuera de la Isla, entre ellos, algunos
de los principales líderes de la oposición, emiten valoraciones
positivas sobre la presidencia interina del Sr. Raúl Castro durante el
año transcurrido.
Al anciano general le han fabricado una aureola de pragmático y
reformista. Además, especulan que es más familiar y abierto a los lazos
afectivos, así como menos desleal con sus seguidores.
Algunos argumentos están dirigidos a reconocer que bajo su mando la
represión ha bajado de intensidad, que el número de presos políticos ha
disminuido, que los métodos de tortura aplicados a los disidentes del
sistema son considerados más bien blandos, entre otras razones.
También se oye hablar de cambios estructurales, de dialogo crítico,
dialogo constructivo, reformas económicas al estilo chino o vietnamita.
Se señalan rumbos diferentes en la dirección de la política interna
enfocados a aumentar la capacidad productiva del país.
En resumen, relacionan el período del Raulato con una supuesta tregua
para la oposición.
Que se conozca hasta ahora, ningún preso político ha sido amnistiado, la
ilegal e inmoral política del apartheid aplicada por el estado se
mantiene vigente sin modificación alguna, no se ha derogado ninguna de
las ¨leyes¨ que garantizan la violación y el irrespeto de las libertades
y derechos de los cubanos.
Tampoco los que detentan el poder han facilitado la apertura para la
sociedad ni toleran el más mínimo espacio de participación política,
económica, social o cultural, ajena a sus intereses.
Los llamados analistas en su referencia al tema cubano demuestran una
gran capacidad semántica pero, a la vez, un divorcio total del drama que
soporta el pueblo de la Isla. Al final logran resultados similares al de
los admiradores del régimen; distorsionan la realidad en favor de
ofrecer justificaciones y atenuantes a la tiranía.
La realidad cubana va más allá de la situación que presenta la
oposición. Es imposible medir el grado de represión practicado por el
régimen tomando como indicador el número menor o mayor de presos
políticos, o la cantidad de actos de repudio organizados por la policía
política.
Lo lógico es aceptar que manifestaciones aberradas para la época, como
el encarcelamiento por convicciones políticas, la represión, la tortura,
el apartheid, el desprecio por su propia ¨legalidad¨, la mutilación de
las oportunidades y esperanzas del pueblo con la finalidad de satisfacer
las ambiciones de la casta dominante, dadas las terribles consecuencias
que provocan, son en todo momento condenables y solo merecen el rechazo.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=11033
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