Sin salir de la retórica
CEPAL publicó el 'récord' cubano de crecimiento el 26 de julio, el mismo
día en que Raúl Castro admitió que la economía no funciona.
Elías Amor Bravo, Valencia
lunes 30 de julio de 2007 6:00:00
Mientras Raúl Castro "denunciaba" en el discurso del 26 de julio la
falta de productividad de la economía cubana, la Comisión Económica para
América Latina (CEPAL) daba a conocer su Estudio Económico de América
Latina y el Caribe 2006-2007, en su 59ª edición. En éste, una vez más,
se abre un frente de controversia con las autoridades de La Habana por
las estimaciones del crecimiento económico.
Conviene recordar que el pasado año la denominada Oficina Nacional de
Estadística abría esta polémica con CEPAL, al atribuir a la economía
cubana un crecimiento del 11,8% en 2005, una cifra que el organismo no
podía asumir porque no empleaba la metodología utilizada en el resto de
países del continente, que es la aceptada por Naciones Unidas.
Como sucede en otras muchas cuestiones, el régimen castrista simplemente
se autoexcluye, ahora en una nueva versión del bloqueo que más le
conviene, esta vez en materia estadística. El nuevo informe que publica
CEPAL apunta una cifra de crecimiento económico del 12,5% para el año
2006, pero la entidad congela el dato y deja claro que su autoría
corresponde a las autoridades de la Isla.
No caben dudas de que este comportamiento va a tener graves
consecuencias a medio y largo plazo, por su imprudencia y temeridad, por
cuanto significa falta de credibilidad y rigor para el gobierno cubano
en el marco internacional. No conviene olvidar que los organismos
competentes de Naciones Unidas, como CEPAL, elaboran informes periódicos
con el objetivo no sólo de proporcionar datos sobre el devenir económico
de las naciones, sino de orientar las decisiones de los inversores
internacionales, basadas en la credibilidad del país.
No aceptar los modelos que se aplican en todas partes, es un ejemplo de
que el régimen de La Habana tiene la firme intención de ocultar sus
incompetencias en la pésima gestión de la economía, así como evitar
—aunque Raúl Castro haya dicho públicamente lo contrario— afrontar
cambios estructurales cuanto antes, y ofrecer esperanzas y hechos
concretos a las demandas y aspiraciones de 11 millones de cubanos que
luchan cada día por salir adelante en las peores condiciones.
Además, nadie en este momento con un conocimiento objetivo y real de la
economía nacional puede asumir que su crecimiento se sitúe siquiera en
la mitad de ese 12,5% defendido por el gobierno. Ir contra el sentido
común es mucho peor que cuestionar métodos objetivos de estimación
estadística aceptados por todos los países.
La polémica de las autoridades de la Isla con esta edición del balance
de CEPAL alcanza además datos sorprendentes. Ya en 2005, cuando el
régimen defendió el crecimiento del 11,8%, se produjo la primera
sorpresa. CEPAL decidió asumir la cifra, pero no integrarla como suya.
Este año, La Habana vuelve a incidir en la misma cuestión y ofrece una
estimación todavía mayor.
Pese a que 2006 ha sido un ejercicio positivo en toda la región, no
existe otro país en América Latina y el Caribe que registre cifras de
crecimiento siquiera parecidas, de acuerdo con la metodología común de
CEPAL, salvo Trinidad y Tobago, con un 12%, República Dominicana (10,7%)
o Venezuela (10,3%). El crecimiento a nivel regional asciende a un 5%, y
en el área del Caribe, ligeramente por encima, un 7,3%. Nada que ver con
las cifras ofrecidas por el régimen, que una vez más arroja serias
sombras de duda y sospecha sobre los procedimientos empleados para el
cálculo macroeconómico.
Desde un punto de vista objetivo, y atendiendo a las cifras que maneja
CEPAL sobre la economía de Cuba —relativas al comportamiento de los
sectores productivos, comercio exterior, deuda, sistema financiero y
fiscal, desempleo, precios, etcétera—, no cabe asumir una predicción de
crecimiento de la magnitud referida ni en el mejor de los escenarios
posibles; por lo que de antemano hay que rechazar el 12,5% ofrecido por
la Oficina Nacional de Estadística de Cuba.
De ese modo, nos encontramos nuevamente inmersos en la polémica y en la
más que justificada duda sobre qué ha sucedido, qué está sucediendo en
la economía nacional. En ausencia de rigor en los cálculos
macroeconómicos, la credibilidad se resiente. Buena nota deben tomar los
inversores internacionales que aún piensan que es posible apostar por
proyectos en la Isla, con los hermanos Castro al frente del poder político.
Las cifras hablan
Varias razones explican por qué es inverosímil que el consumo privado
—argumentado por el régimen como el principal motor del crecimiento—
haya aumentado en esa magnitud en un solo año.
* El sistema basado en la convivencia de dos monedas, el peso
cubano tradicional y el CUC o peso convertible, está produciendo una
grave asimetría en la composición y dinámica del gasto que es muy
difícil de cuantificar. El primero, equivale en el cambio a 24 pesos
cubanos, que apenas tienen poder de compra. El segundo, buscado con
intensidad por la sociedad, se cotiza al cambio 1,08 con el dólar, sin
duda con objetivos claramente fiscales. Esta dualidad monetaria incide
sobre los patrones de consumo, sin que ello pueda cuantificarse de forma
adecuada.
* Los estudios realizados en la Isla por diversos economistas
especializados, insisten en que la familia media necesita alrededor de
1.600 pesos mensuales (unos 72 dólares) para atender sus necesidades
básicas mínimas, por mucho que se alardee de los bienes y servicios que
se conceden a precios subvencionados vía racionamiento (a pesar de sus
45 años de existencia ininterrumpida, actualmente la libreta sólo
permite cubrir entre un cuarto y un tercio de las necesidades mínimas de
alimentos de las familias). Esto choca con el salario promedio en la
Isla, que según la Oficina Nacional de Estadística se sitúa en 387
pesos, es decir, unos 18 dólares al mes. A ello hay que añadir otro
peligroso enemigo de cualquier economía: la inflación, que no ha hecho
más que aumentar de forma continua en la Isla en los últimos años
pasando del 3% en 2004 al 5,7% en 2006; es decir prácticamente se ha
duplicado. Las alzas de precios erosionan las rentas monetarias y
reducen el potencial de gasto, a la vez que distorsionan los precios
relativos que sirven de información a los agentes.
* La existencia de un mercado negro de dimensiones difíciles de
estimar, en el que se puede conseguir prácticamente de todo, sin
restricción alguna, y que se instaurado en un peculiar sistema de
clandestinidad vigilada y consentida, que el régimen utiliza en
beneficio propio, para evitar el caos social.
Con estos elementos, ¿qué se puede afirmar del crecimiento en el consumo
aludido por las autoridades cubanas, precisamente cuando este es el
punto más débil? En efecto, entre 1996 y 2003, el consumo creció a una
tasa media del 2,4%, que según la estadística oficial se ha acelerado a
partir de esa fecha hasta un 7,5% promedio de 2004 a 2006 (incluyendo la
cifra más reciente en cuestión).
Sin embargo, es preciso tener en cuenta que en el período 1989-1996,
precisamente durante el Período Especial, el consumo total en la Isla
descendió como promedio un 6,4% anual. Luego es evidente que el
"esfuerzo" realizado en estos últimos años sigue manteniendo el nivel de
consumo por debajo del que existía en 1989. Y, desde luego, con los
estándares históricos del régimen castrista, no se puede calificar
aquella situación como positiva.
La economía cubana no admite más retrasos en la adopción de decisiones
que realmente signifiquen un cambio hacia el mercado, los derechos de
propiedad y la sustitución del intervencionismo totalitario que ha
limitado sus posibilidades de desarrollo y calidad de vida durante casi
medio siglo. No hay tiempo que perder.
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http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/sin-sali
r-de-la-retorica
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