Thursday, July 05, 2007

Libreta, el reto de alimentar a todos los cubanos

Libreta, el reto de alimentar a todos los cubanos
Por ANITA SNOW
The Associated Press

LA HABANA --
Algunos la critican, otros la defienden. Vivir de la libreta de
abastecimiento no es fácil para los cubanos, pero pese a las dificultades y
limitaciones nadie ha muerto de hambre en isla de 11 millones de habitantes
durante los duros años en los cuales pareció tocarse fondo aquí.

Absolutamente singular en el continente, este pequeño librillo de color
caramelo y que cabe en una mano, permite a todos los ciudadanos sin
distinción obtener una veintena de alimentos por el 10% de un sueldo mensual
promedio de 350 pesos (unos 16 dólares) y protege a los sectores más
vulnerables sin accesos a fuentes de divisas extranjeras.

"¿Qué es lo bueno y lo malo de la libreta? Pues al menos es algo seguro, a
un precio módico y garantizado para todos", comentó a la AP la empleada
pública Paloma Pérez, de 42 años.

"Lo negativo es que no alcanza, es deficiente", agregó la mujer, para quien
sin embargo, en las condiciones actuales si se suspendiera este sistema
"muchas personas se verían afectadas, como los jubilados, los pensionados o
las madres solas".

Arroz, frijoles, azúcar, algunas onzas de café, chícharos, papas, huevos y
algo de pollo y pescado componen la dieta básica a la cual se agregan
cantidades o productos según las "dietas" especiales para los niños -por
ejemplo leche-, los ancianos y las personas con algunas enfermedades o
impedimentos.

Por el conjunto de estas mercancías los cubanos pagan 26,15 pesos (o 1,20
dólares) por persona al mes, un precio subsidiado si se lo compara con los
58 dólares de una canasta semejante en los supermercados abiertos al
público -en especial a los extranjeros- en la capital.

Esto, representa un tercio de las 3.300 calorías que los cubanos ingieren
diariamente, según estimado del gobierno.

Además están las comidas que se ofrecen en los centros de trabajo o
escolares y la gente usa sus salarios y otros ingresos que puedan tener para
comprar el resto de sus alimentos en los puestos agropecuarios,
supermercados o el extenso mercado negro.

Y sin contar otras variadas fuentes de acceso a alimentos, como por ejemplo
los médicos, enfermeras u otros profesionales a los cuales es usual entregar
a manera de regalos bolsas de café, botellas de ron o quesos.

Reportes internacionales indicaron que un país como México ingiere en
promedio unas 3.171 calorías, mientras Haití y Nicaragua apenas llegan a las
2.200 calorías. En Bolivia, un reciente estudio del Programa Mundial de
Alimentos mostró que el 22% de la población (casi 2 millones de habitantes)
consumen menos de 1.100 calorías de las 2.700 recomendadas por los
organismos de salud.

Nacida en marzo de 1962, la libreta fue creada para que cada persona pueda
adquirir a precios bajos una ración básica, en un momento en que el gobierno
de Estados Unidos interrumpió el comercio provocando una alarmante escasez.

Inicialmente se consideró una medida temporal, pero se mantuvo porque Cuba
tuvo dificultades para darle de comer a todos. Durante un tiempo en los 70 y
80 se le compró la mayoría de los alimentos a los países de Europa del Este,
sus aliados comunistas entonces.

Pero la famosa libreta también trae su polémica, pues incluso el presidente
Fidel Castro comentó alguna vez que lo deseable sería hacerla desaparecer
para que cada quien compre a su gusto con su salario.

En un análisis del abastecimiento el economista disidente, Oscar Espinosa
Chepe señaló que en su afán igualitarista, el Estado ha estado entregando la
misma cantidad de productos a quienes tienen dinero extra y a los que no la
necesitan.

Además fomentó "el concepto de mendicidad y la falta de responsabilidad
social del ciudadano el esperar todo del Estado", expresó Espinosa.

"Debería sustituirse el inoperante mecanismo de racionamiento vigente que
favorece a muchos ciudadanos que no lo necesitan por subvenciones
financieras a las familias que si lo requieren", comentó el economista.

Cuba gasta 1.600 millones de dólares anuales en la importación de alimentos,
aproximadamente una tercera en los Estados Unidos; incluso compra en el
exterior por valor de 1.000 millones de dólares el 82% de los aquellos que
vende subsidiados en la libreta de racionamiento.

Pero tal como lo mencionó Pérez, y muchos otros cubanos consultados, para
complementar la libreta hay que ir a los agromercados -sujetos a la oferta y
la demanda- que son muy caros o los prohibitivos supermercados que sólo
aceptan pesos convertibles, una moneda emitida por Cuba que equivale a unos
24 pesos cubanos.

Según el ministro de Economía, José Luis Rodríguez, en la actualidad más de
la mitad de los cubanos tienen acceso a algún tipo de esta moneda fuerte a
partir de sus propinas, bonos pagados por el Estado o reciben remesas en
dólares o euros desde el extranjero.

Pero el resto debe "resolver" a veces de manera poco convencional,
canjeando, revendiendo o incluso desviando recursos de sus trabajos, un
fenómeno que el gobierno busca erradicar mediante disposiciones de
disciplina laboral.

Las autoridades no ocultaron las complejidades que entraña alimentar a tanta
gente, ni los precios a la alza en el mercado internacional que los obligan
a mejorar su propia producción antes de pagar las facturas en el extranjero.

Tanto es así que el vicepresidente Carlos Lage reconoció que la producción
como la comercialización son "ineficientes" mientras se estimó en un 7% la
caída en este sector durante el año pasado.

Paralelamente los legisladores dedicaron sendas sesiones en junio para
evaluar un nuevo sistema de pago a los campesinos y cooperativistas
(privados) cuyas cosechas se perdían por falta de acopio o el Estado los
comprometía con mercancía que luego no abonaba.

El economista Ariel Terrero indicó en un escrito en la revista oficial
Bohemia que entre 2002 y 2005 Cuba aumentó las importaciones de arroz en un
36% y pagó 105% más debido al incremento de los precios internacionales.

"La hemorragia perpetua conspira contra las posibilidades del desarrollo
económico de la nación", comentó.

Las cooperativas y pequeñas granjas fueron creadas en 1993 cuando el
gobierno reestructuró su sistema centralizado, en medio de una crisis por la
cual cayó el 35% del producto interno bruto y los isleños se la vieron
difícil para conseguir alimentos.

Las reformas incluyeron la apertura de los agromercados (donde los
campesinos venden lo que les sobra de lo pactado con el Estado) de los
cuales unos 300 operan en todo el país -de ellos 50 en la capital- y la
creación de los organopónicos o centros de agricultura urbana localizados en
terrenos baldíos en las ciudades.

El complejo asunto de la producción, comercialización y distribución de los
alimentos sigue siendo un desafío para el sistema comunista de la isla donde
todos tienen por derecho básico ser alimentados pero con recursos limitados.

Mientras, la libreta sigue en pie y con ello no es extraño escuchar el grito
de alguna vecina instalada en un balcón convocando a su cuadra con una
mezcla de urgencia y primicia: "¡caballero llegaron los mandados!"
(productos de la libreta).

http://www.elnuevoherald.com/212/story/61225.html

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