2007-07-29.
Osvaldo Alfonso Valdés, Ex Prisionero de Conciencia de la Causa de los
75 y Analista Político de Misceláneas de Cuba
A poco menos de un año de asumir el gobierno de Cuba tras la enfermedad
de Fidel, Raúl Castro preside el acto por del 26 de julio, la
celebración castrista más importante del año en Cuba. Como es lógico,
los observadores internacionales, y sobre todo, los cubanos dentro y
fuera de la isla, esperamos curiosos cuál serían los pronunciamientos
del dictador sucesor. Algunos aún incluso estaban a la expectativa de si
reaparecería el Comandante, lo que no hizo.
¿Y qué fue del discurso de Raúl Castro? Pues nada más que un
ratificación de lo que muchos hemos venido afirmando: que el nuevo
tirano no tiene ninguna voluntad de iniciar las transformaciones que
realmente nuestro país necesita. Sus palabras, en gran medida repiten el
eterno discurso. Raúl ratificó lo inamovible del sistema socialista,
repitió los habituales ataques a Estados Unidos acusándolos de sus
supuestos designios malignos hacia Cuba y cuando manifestó la
disposición a dialogar con ese país, acotando que sin condiciones, lo
que significa, que el Gobierno norteamericano debe reconocer a la
dictadura sin que esta deje de violar los derechos humanos, lo hizo para
dejar claro que de no ser así, estarían resistiendo otros 50 años más.
Claramente que eso significa, mas allá de si sería posible o no, que sus
pretensiones son, como decimos los cubanos, seguir en las mismas.
De nuevo las justificaciones de las carencias del pueblo cubano, con el
embargo norteamericano, aunque no dejó de reconocer que en ciertos
sectores, como la alimentación, son ineficientes. Raúl Castro, no dijo
una palabra sobre los derechos humanos, más bien dejo claro la postura
inmovilista que mantendrá su administración al afirmar, que no enviarán
señales de ningún tipo a nadie, lo que se puede interpretar como que no
debemos esperar que la situación de respeto a los derechos fundamentales
de los cubanos mejore, al menos, como resultado de una política
aperturista de su gobierno.
Su discurso, por otra parte, no carece de ambigüedades que más que todo,
están dirigidas a confundir, y seguir alimentando engañosamente en
algunos ingenuos las esperanzas de que algo pueda ser distinto bajo su
mandato. De ahí la retórica, muy publicitada por la prensa extranjera,
de que se harán los cambios estructurales en la economía que sean
necesarios. Sin embargo, quedó claro que ante todo se refería a las
inversiones extranjeras, dejando explicito que se reforzará el papel del
estado en los negocios de las empresas mixtas. Nada tampoco de apertura
para que los nacionales puedan tener iniciativa económica propia real,
más bien criticó lo que considera efectos negativos de las tímidas
reformas que se implementaron como consecuencia del Periodo Especial. O
sea, que esos efectos negativos son que algunos compatriotas lograran
independizarse económicamente del régimen.
Por supuesto, que no faltaron las promesas; esas nunca han faltado,
forman parte de la naturaleza manipuladora y estafadora del régimen.
Dice Raúl que hay que tener leche para todos, afirmación que mueve a
risa, cuando se le escucha decirlo como algo que será una meta de la
revolución después de 48 años. Y lo más increíble: ratificó la voluntad
de construir el socialismo, también a casi medio siglo de haber
comenzado a "construirlo".
¿Dónde está entonces el pragmatismo que no pocos le atribuyen a Raúl? ¿O
qué tipo de pragmatismo es el que necesita Cuba de su gobernante? ¿El
que le permita al régimen cambiar sólo aquello que le posibilite seguir
existiendo sin que el pueblo realmente mejore sus condiciones de vida y
alcance la libertad plena a la que tienen derecho como seres humanos?
¿Pragmatismo para prometer, o incluso darle a la gente un poco más de
frijoles y leche y al mismo tiempo seguir pisoteando las libertades
ciudadanas y encarcelando a los que se atreven a disentir? ¿Pragmatismo
para "cambiar todo lo que deba ser cambiado" mientras el poder no
peligre y la democracia siga sin llegar a la isla? En eso tal vez no
deje de ser pragmático Raúl Castro, pero no es lo que los cubanos
necesitan después de estos 48 oscuros años de totalitarismo.
La más realista y pragmática conclusión que se puede sacar del discurso
del nuevo dictador, si se esperaron sus palabras para saber el rumbo que
quiere dar a su administración, es que la lucha por la libertad y el
cambio a la democracia debe seguir, y aquellos gobiernos que quieren
contribuir solidariamente con esa causa de los cubanos deben mantener
claro el mensaje al régimen de que sólo los pasos evidentes y
transparentes encaminados al la transición democrática harán posible
unas relaciones normales con el Gobierno de Cuba.
En nuestra isla la lucha de los demócratas sigue siendo el factor más
importante para que un día llegue la libertad. Hacia ellos hay que
redoblar el apoyo en todos los sentidos, para que su trabajo pacífico en
pos de la democracia sea más efectivo. Sólo en la medida que dentro del
país crezca y se fortalezca la posición y la disidencia, y el apoyo de
las democracias a ellos sea cada vez más explícito, sólo entonces habrá
más posibilidades de que la dictadura, sabiéndose incapaz, como lo sabe,
de darle a nuestros compatriotas el bienestar al que todo pueblo aspira,
y comprendiendo que no podrá seguir violando con impunidad los derechos
humanos del pueblo, sólo entonces será mas probable que su política se
encamine hacia el pragmatismo que realmente reclama las aspiraciones de
libertad, democracia y prosperidad del pueblo de Cuba.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10966
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