Monday, July 02, 2007

Cuba promueve a los "lectores de tabaquería"

Busca que sean declarados patrimonio de la humanidad
Cuba promueve a los "lectores de tabaquería"

REUTERS

La Habana, 1º de julio. El secreto del mejor habano del mundo está en
las hojas. Y no sólo de tabaco.

En Cuba, la fabricación de un Cohíba, un Romeo Julieta o un Montecristo
incluye fuertes dosis de literatura y a veces hasta textos marxistas.

Personas como Grisel Valdés, una maestra de 51 años, mantienen viva la
tradición centenaria de leer diarios, novelas y material político a los
trabajadores de las fábricas del tabaco más codiciado del planeta.

"Empiezo con Granma", el diario del gobernante Partido Comunista,
explica la lectora desde su tarima de la fábrica H. Upmann de La Habana,
de donde, según los expertos, salen los mejores Montecristo.

"Pero se les puede capacitar en leyes, política, sexualidad (...) hasta
se han dado clases de meteorología", dijo.

Valdés es una de los 230 "lectores de tabaquería", una tradición que
Cuba quiere que la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés)
declare patrimonio intangible de la humanidad, como hizo ya con los
dibujos de arena de los indígenas de Vanuatu o el teatro kabuki de
Japón. "Es uno de los valores de la historia de Cuba desde finales del
siglo XIX. Es la única institución cultural que se mantiene y se ha ido
inclusive fortaleciendo", explica Zoe Nocedo, directora del Museo del
Tabaco de La Habana.

"Aspiramos en que en algún momento sea reconocido como patrimonio
intangible", añadió.

La lectura en las tabaquerías bautizó algunas de las marcas más famosas
que, según su distribuidor, una asociación entre el gobierno cubano y el
grupo hispanofrancés Altadis, controla hasta 50 por ciento del mercado
goblal de habanos.

Y es que novelas como El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, o
Romeo y Julieta, de William Shakespeare, fascinaron desde el comienzo a
los torcedores.

Todo comenzó en 1875, cuando un tabaquero español incorporó la lectura
para romper la monotonía de los "torcedores", que pasan hasta 12 horas
al día enrollando pacientemente hojas de tabaco.

http://www.jornada.unam.mx/2007/07/02/index.php?section=sociedad&article=048n1soc

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