2007-05-28. Aftonbladet, 2007-05-26
Staffan Heimerson
Fue el corresponsal de guerra y humorista P. J. O. Rourke quien hace
nueve años atrás en Rolling Stone resumió la situación económica de
Cuba. En el decadente paraíso socialista de Fidel Castro, el ron es más
viejo que las putas, escribió O. Rourke.
Después de esto la situación ha empeorado. Hoy no es solamente Fidel,
más bien toda Cuba la que va en camino hacia su último suspiro. Tras un
Mar Caribe con su propio Muro de Berlín, en una de las últimas
dictaduras comunistas del mundo, los cubanos viven más miserablemente
que otros latinoamericanos. El salario de los cubanos es bajo: 70
coronas al mes el de un maestro. El jubilado recibe 58 coronas.
Cuba es una isla tropical, fertil, bien irrigada y sin sobrepoblación.
Sin embargo, la alimentación no alcanza, dicen los reporteros desde el
país. El 84 por ciento de todos los víveres son importados (gracias al
apoyo económico de Hugo Chávez desde Venezuela). Cuba, donde el azúcar
ha recibido el estatus de icono, tiene ahora incluso que importar azúcar.
El tesoro cultural La Habana se viene abajo. El alcoholismo aumenta. El
sistema de transporte ha colapsado. Las gentes tienen que dedicar
cuatro-cinco horas a hacer autostop para llegar a su trabajo. El
paranoico sistema de seguridad y delación, de corte República
Democrática Alemana, trabaja sin descanso.
Reporteros sin Fronteras llama a Cuba una de las mayores cárceles en el
mundo para periodistas. Un escribiente, Oscar Sánchez Madan, es
condenado a cuatro años de prisión por –George Orwell no lo hubiera
formulado mejor- peligrosidad pre delictiva. Condenado no por algo que
haya expresado, sino por algo que eventualmente expresará en un futuro.
El régimen embiste las antenas parabólicas. En el campo de la Internet
el país es el más atrasado; incluso en la empobrecida Haití, mayor
número de personas tienen acceso a la red.
Y ahora, ¿listo para un cambio sangriento cuando Fidel finalmente muera?
Fidel (así lo llaman todos los cubanos, incluso en las filas opositoras
de exiliados en la Florida; no de la solemne manera europea con el
apellido) tenía solamente 32 años cuando tomó el poder. En el curso de
un año convirtió el país en un satélite soviético y a sí mismo en un
narciso-leninista.
Ocho año más tarde Fidel habló de la inclinación de los políticos de
sobrevalorar su propia importancia y de la necesidad de los cambios de
personas. Yo creo que todos nosotros nos debemos retirar relativamente
jóvenes. Eso fue hace 40 años atrás. Fidel ha alcanzado cumplir 80 y se
supone está muriendo de cáncer. El 31 de julio del año pasado, desde el
lecho de convaleciente, traspasó el poder a su hermano Raúl. Pero sólo
temporalmente.
La semana pasada hice un aterrizaje en la Floridad, a donde han huido
millones de cubanos los 48 años de Fidel. Le pregunté a una cubana,
académica y refugiada, Diana Aulet, de 30 años: ¿Es Fidel todavía
relativamente joven? ¿O es hora ya de que pase algo?
Su respuesta me asombró. No había ninguna impaciencia, ninguna amenaza
de una venidera y prolongada noche de cuchillos. He vivido aquí en
América casi toda mi vida. Es aquí a donde pertenezco. Viajaré a Cuba un
día, pero solamente para mirar. Luego regresó nuevamente. Creo que pasa
como con los alemanes orientales y occidentales, como con los
sudcoreanos y los norcoreanos. Ellos hablan el mismo idioma, se parecen.
Pero en la realidad la diferencia es muy grande para que sea salvable.
Creo que pasa lo mismo con los cubanos en Cuba y los cubanos en la Florida.
En la Pequeña Habana de Miami tampoco hay mucho revanchismo. Hace unos
años, cuando charlaba por la principal Calle Ocho, hombres con grandes
bigotes y barrigas aún más grandes hacían bravuconadas: Vamos a
regresar, reconquistar nuestras villas confiscadas y democratizar a
Cuba. Ya no. Los viejos exiliados militantes son ahora solamente viejos.
Los jóvenes son bilingües, americanos bien adaptados que no ven ningún
futuro en regresar a un mundo subdesarrollado y cultivar la nostalgia
cubana.
Hay una opinión general sobre el futuro: en Cuba ocurrirá lo mismo que
una vez ocurrió en España y la República Dominicana: con la muerte del
dictador (Castro, Franco, Trujillo) languidece la dictadura. Eso no
ocurre rápido. Pero será evolución en lugar de revolución. O como se
dice en la canción favorita de la Calle Ocho: Ríe y llora.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10284
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