By RUI FERREIRA
El Nuevo Herald
Apesar de sus disculpas entre sollozos, el profesor universitario Carlos
Alvarez y su esposa Elsa no lograron conmover al juez federal K. Michael
Moore, que ayer los condenó a 5 y 3 años de cárcel respectivamente por
espiar para el gobierno de Cuba.
La sentencia de la mujer fue más alta que los 21 meses que pedía la
fiscalía, mientras que la del esposo era la máxima contemplada en el
acuerdo de culpabilidad entre las autoridades y la defensa.
''Lamento muchísimo lo que he hecho y asumo la responsabilidad total de
lo que he hecho, pero quiero dejar bien claro que no era mi intención
hacer algo contra la ley de este país; este es mi país'', dijo Alvarez,
de 62 años, mientras miraba al público presente en el tribunal,
constituido por amigos suyos, familiares, agentes federales y periodistas.
Alvarez aceptó declararse culpable de conspirar para no registrarse como
agente de un gobierno extranjero.
Su esposa Elsa, una fisioterapeuta de 56 años, también dijo estar
arrepentida por no haber comunicado las actividades del marido a las
autoridades, un crimen del cual se declaró culpable. ''Lamento mucho lo
que he hecho, pero no puedo cambiar el camino, apenas puedo prometer que
no volveré a quebrantar la ley'', dijo la mujer.
Para el juez Moore las muestras de arrepentimiento no fueron
suficientes, entre otras razones porque los Alvarez por años, dijo,
``llevaron una doble vida, y establecieron contactos personales que
encajan en la categoría de traición''.
Además, precisó el juez, ``una buena motivación no es nunca una disculpa
para una mala conducta''.
Moore se refería directamente a la justificación de Alvarez, quien subió
al estrado en busca de clemencia, al argumentar que a mediados de los
años 1980 decidió explorar contactos personales con funcionarios en la
isla para poder acceder a todos los que tenían poder en Cuba y manejaban
``los mecanismos de cambio''.
''Decidí mantener conversaciones con gente de poder, y esa relación
implicó lo que considero el compartir información inocua'', expuso
Alvarez. ``El canal que usé fue terriblemente equivocado''.
Pero el juez se mantuvo inmutable.
''Vivimos en una comunidad donde no falta la pasión hacia Cuba, y eso es
parte de la democracia, pero ustedes han hecho mucho daño a la política
exterior de este país, al establecer su propia política exterior'',
añadió Moore.
El juez le impuso a Carlos Alvarez lo máximo que la fiscalía había
pedido, 5 años de cárcel y tres de libertad condicional. Pero con
relación a Elsa, Moore fue mucho más severo y la condenó a 3 años de
prisión, pese a que la petición fiscal no pasaba de los 21 meses. La
mujer tiene 60 días para entregarse a las autoridades carcelarias.
Para el Fiscal Federal del sur de la Florida , Alexander Acosta, la
sentencia fue ''apropiada'', porque ``ellos trabajaban para los
servicios de inteligencia cubanos y les enviaron información sobre los
líderes del exilio cubano, y esto es mucho más que inocuo''.
La defensa consideró las sentencias demasiado severas.
''La familia está destrozada. Ustedes saben que nunca estuve de acuerdo
con la forma en que fueron encausados, pero ahora fue una sentencia
demasiado fuerte para lo que ellos admitieron'', dijo el abogado de
Carlos Alvarez, Steven Chaykin, un ex fiscal federal asistente.
Para su colega, Jane Moscowitz, defensora de Elsa, las condenas no sólo
fueron ''altas'', sino ``injustas''.
''¿Qué va hacer esta familia? Si Elsa se va a la cárcel, ¿quién cuidará
de su hija menor y sus ancianos padres?'', se preguntó Moscowitz.
En la audiencia, que duró todo el día de ayer, los Alvarez se
presentaron como personas interesadas en mejorar las relaciones entre La
Habana y Washington, convencidos de que tendrían la capacidad para hacerlo.
''Fui totalmente incapaz de darme cuenta que lo que me propuse era
imposible. Fue totalmente ilusorio y también fue una violación de mis
principios éticos. Espero que mis amigos, mi familia y la sociedad me
perdonen'', dijo Alvarez, en su último llamado al juez, antes de la
sentencia.
Para el fiscal federal asistente, Matthew S. Axelrod, la pareja tenía
bien claro lo que estaban haciendo.
''Ellos no estaban trasmitiendo chismes al gobierno cubano, no era una
conversación sin importancia, [Alvarez] fue orientado para enviar [a La
Habana] cierta información y cumplió con esa obligación'', dijo el
fiscal. ``Esas instrucciones eran tan sensibles que las recibía de forma
codificada y enviaba de regreso sus respuestas también codificadas''.
Para Axelrod hay una ''cosa clara''. ''Ellos vinieron a Estados Unidos,
se hicieron ciudadanos y juramentaron mantenerse fieles a la
constitución y defender este país de sus enemigos externos'', observó.
De hecho, ''su implicación es aún mayor. Esta gente tenía una
infraestructura [de obtención de información] montada y terminaron por
traicionarla al informar sobre ella a Cuba'', enfatizó.
Axelrod se refirió así a un detalle poco elaborado durante el proceso,
de cómo en sus viajes fuera de Estados Unidos, Alvarez contactó a otros
académicos y reportó a La Habana sobre ellos.
El fiscal mencionó el caso de Orlando Rodríguez, profesor de la
Universidad de Fordom, en Nueva York, quien ayer hizo una emotiva
defensa de Carlos Alvarez, antes de que Axelrod revelara el detalle de
que su amigo informó de sus conversaciones.
''Nos conocimos en 1987, y siempre conversamos sobre Cuba. A los cubanos
les gusta hablar. Los funcionarios cubanos son buenos haciendo eso y los
académicos cubanoamericanos somos leales a Estados Unidos, a su gobierno
y su pueblo, pero también tienen muchos motivos para hablar con los
funcionarios cubanos. Como yo, cuando tenía a un primo preso allí'',
dijo Rodríguez, quien perdió un hijo en el atentado a las Torres Gemelas
de Nueva York en el 2001.
Rodríguez refirió como Alvarez participó en el diálogo de 1978 con el
gobierno cubano, ``el cual, entre otras cosas, produjo la liberación de
muchos presos políticos. Creo que mi amigo lo único que ha hecho es
tratar de entender lo que Castro hizo y porqué''.
Cuando tras la revelación de Axelrod, Chaykin le preguntó si quería
retractarse de su testimonio sobre Alvarez, Rodríguez dijo que ''de modo
alguno'' y sobre los informes que su amigo envió a La Habana sobre él,
dijo que esperaba ``que fueron tan honestos como sus palabras hoy aquí''.
El arresto de los Alvarez, en enero del año 2006, cinco meses después
que el FBI obtuvo una confesión voluntaria de sus actividades, causó
conmoción en la comunidad exiliada, en su iglesia y medios académicos.
En particular Carlos Alvarez era amigo personal del rector de la
Universidad Internacional de la Florida, Modesto Maidique, donde ejercía
como profesor de psicología, y las autoridades descubrieron que mantenía
a La Habana al tanto de sus finanzas personales y detalles laborales.
rferreira@elnuevoherald.com
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