Sobre violencia doméstica
Cecilia Domínguez Ichazo, Jóvenes sin Censura
HOLGUIN, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - Niurka, Teresa y Claudia
son mujeres maltratadas, como muchas en Cuba. La violencia de género no
está limitada al integrismo de los países árabes ni a la política china
de marginar a las hijas.
En nuestro país el problema es de tal magnitud, que el estado se niega a
realizar estudios serios que aporten información estadística sobre el
asunto. Sólo analizando los casos que llegan a las casas de atención a
la mujer y la familia, dirigidas por la Federación de Mujeres Cubanas,
sabemos que el 80 por ciento de los casos de violencia contra nuestras
mujeres y niñas tienen como base el machismo que impera en nuestra
sociedad, y que se traduce en la humillación de la familia. En muchos
casos, los hombres que ejercen la violencia contra la mujer son seres
maltratados por el estado, que se cobran en la compañera la humillación
cotidiana a que son sometidos.
Asombra a veces la inteligencia de los animales y la bestialidad de
muchos hombres. La práctica social ha conducido a un buen número de
mujeres al alcoholismo y al sentimiento de culpa, inculcado sutilmente
por la propaganda, aunque se proclama a diario que las cubanas son las
mujeres más respetadas del mundo.
Sólo falta que Claudia crea que su esposo no le pega, sino que ella
golpea violentamente su cara contra el puño del marido. Y es creencia
común que a las mujeres no sólo les gusta que le ayuden en casa y se les
permita ayudar, o incluso sostener económicamente su hogar, sino también
que su psicología es masoquista, y por tanto, todo buen hombre debe ser
discípulo del Marqués de Sade.
Nuestro código penal en esta materia deja mucho que desear sobre su
competencia para sancionar actos de esta índole. Y se constituye en un
problema que merece especial atención. Baste con decir que cuando se
golpea a una mujer, si no hay lesiones que precisen de asistencia médica
prolongada, el acto violento no se considera delito, sino una
contravención de carácter administrativo de risible sanción.
Esto nos puede dar una idea de la sociedad en que vivimos. Como
sentenció el Padre Félix Varela: "Para dar justo valor y determinar la
fisonomía social de un pueblo, basta saber de qué importancia gozan en
él las esposas y las madres".
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