Wednesday, January 24, 2007

Miami sin Fidel

Posted on Wed, Jan. 24, 2007

Miami sin Fidel
JORGE RAMOS AVALOS

Los cubanos del exilio, que nunca han sido tímidos para expresar su
opinión sobre ningún tema, esperan a que se muera Fidel Castro. Pronto.
Así. No conozco a muchos que lo quieran vivo. Y lo dicen abiertamente.

Pero la gran pesadilla del exilio es que todo siga igual luego de la
muerte del dictador. La transición del poder que ya ha ocurrido en Cuba
--con Raúl Castro al mando, por dedazo de Fidel y sin rebeliones
callejeras-- era un escenario que pocos se imaginaban.

En los 16 años que llevo viviendo en Miami siempre escuché, tanto de
académicos como de mis muchos amigos cubanos, que con la muerte o
enfermedad de Fidel la dictadura se resquebrajaría. Y no ha sido así.

Por el contrario, la misteriosa enfermedad de este comandante
atornillado al poder ha obligado a cerrar filas entre la élite que
gobierna Cuba. Tanto es así que nadie ni siquiera se atreve a hablar
públicamente de la salud de Fidel y no sabemos con certeza de qué está
enfermo. El estómago y el colon de Castro son secretos de estado.

Que Fidel no se haya presentado para las celebraciones de su octogésimo
cumpleaños, y que se haya perdido las tomas de posesión de Hugo Chávez
en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua, significa que Castro está
muy enfermo y no se puede mover. Bajo otras circunstancias, nada le
hubiera evitado asistir a esos eventos para alimentar su gordo ego y
para recordarnos que él tenía razón y que la historia de América Latina
da vuelta a la izquierda.

Tengo en mis manos la edición del 1ro de agosto del 2006 de El Nuevo
Herald que anuncia triunfal en su titular ''Castro cede el poder'' y
acompaña una serie de artículos con fotografías de la ``desbordante
euforia en las calles de Miami''.

Desde ese momento, hace ya seis meses, no ha vuelto a haber fiestas
frente al restaurante Versailles en la Calle Ocho. Y es que parece que
Raúl encontró la manera de darle continuidad y estabilidad al régimen.
Los ''segurosos'' están infiltrados en todos lados y más de la mitad de
las empresas cubanas son controladas por el ejército. Así, ¿quién se
atreve a rebelarse? La gente en Cuba no se ha alzado por el temor a la
represión militar. Con Fidel o sin Fidel, las fuerzas armadas cubanas
dependen de Raúl.

La gran incomodidad en Miami es que, sin Fidel Castro visiblemente en el
poder, nada parece haber cambiado en la isla. Y eso es terrible: para
Cuba, para el exilio y para todos aquellos que creemos que los cubanos
de la isla merecen, al igual que los ciudadanos de cualquier parte del
mundo, vivir en democracia. Tal vez Castro, desde su cama, sigue dando
órdenes, y ninguno de sus ovejunos colaboradores se atreve a sugerir un
cambio por temor a la cárcel o a la muerte. Tal vez.

¿Agoniza? No sabemos. Hace tiempo que dejé de pronosticar respecto al
dictador cubano. Aquí en Miami lo han matado varias veces y siempre
revive. Su hijo, Fidel Castro Díaz-Balart, dijo hace poco en Chile que
su padre ''está mejorando, lo veo mejor''. Lo mismo dice Hugo Chávez.
Imposible saber si mienten.

La dictadura de Castro ha sido brutal y no hay por qué pensar que en sus
últimos momentos --lo que duren-- se va a suavizar. Al contrario; las
patadas de ahogado suelen ser las más violentas. Los agonizantes
poderosos son aún más exigentes con sus subordinados porque ya no tienen
nada que perder.

Ya sea que hablemos de semanas, meses o años, Fidel está en las últimas.
Y lo que me molesta enormemente es que Castro muera en su cama y no en
la cárcel. Me molesta tanto como que el hecho de que el tirano Augusto
Pinochet haya muerto sin ser sentenciado por sus crímenes en Chile y en
la millonaria comodidad de su hogar.

Castro y Pinochet fueron dictadores, matones, represores y, ante la más
mínima noción de justicia, deberían haber terminado sus días pagando sus
abusos en prisión. Lo más triste cuando muere un dictador como Franco o
Pinochet o Castro es que lo haga en sus términos. Revuelve los
intestinos que se hayan salido con la suya hasta el final.

Miami sin Fidel, me imagino, dejará a muchos sin trabajo. Sí, hay muchos
anticastristas profesionales o profesionales anticastristas. Pero lo
importante es que ellos, junto a más de un millón de voces de los
exiliados, nunca han dejado de denunciar los abusos de Castro y su
camarilla. Son casi cinco décadas de lucha y resistencia.

Nunca nos equivocamos cuando nos oponemos a un tirano, sea de izquierda
o de derecha. Y los cubanos del exilio nos han enseñado que no hay que
bajar jamás la mirada ante los que abusan del poder. Aunque pasen 48
años. Por eso estoy con ellos.

http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/16528913.htm

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