2006-12-26
Alejandro Tellería Díaz, MD, PhD, Neurólogo con entrenamiento en
Anestesia y Cuidados Intensivos
Jena, 26 de Diciembre del 2006
Estimado colega:
Varios medios de prensa se han hecho eco de que usted ha viajado a La
Habana para atender a Fidel Castro. Si ha acudido usted a Cuba por su
propia voluntad, o por invitación de ese Gobierno, es algo que nosotros
-los lectores- desconocemos. A los que conformamos ese vasto mundo de lo
que hoy se denomina personal de la salud, nos queda claro que no somos
jueces, sino profesionales que atendemos sin discriminar a todo ser
humano que tenga su mente, o su cuerpo enfermo. No obstante, existen
ciertas excepciones, y por desgracia para usted, el caso del dictador
cubano es una de ellas.
Creo que ningún médico de renombre internacional aceptaría una
invitación para ir a prodigar cuidados a un terrorista como Osama Bin
Laden. Aún cuando la oferta fuese millonaria, pienso que todo colega,
que tuviese un respeto por la ética, declinaría educadamente semejante
invitación.
En Cuba sobran los médicos, y Fidel Castro como todo buen tirano, ha
acaparado para sus servicios personales a las mejores cabezas de la
medicina cubana, o sea, atención médica no le falta, por lo que en este
caso, no existe el dilema de atender a un terrible criminal que se
desangra, o el de la disyuntiva de ¿a quién se atiende primero? ¿al
ladrón con herida grave de bala, o al policía que lo perseguía y que
también -aunque de menor gravedad- resultó herido?
Si es usted por convicción un fervoroso defensor de eso que se llama
"revolución cubana", o alguien que milita dentro de esa izquierda
retrógrada y pasada de moda, pues no seré yo el que dedique tiempo a
mostrarle que transita por la senda equivocada. Si es usted un excelente
profesional, consagrado a su trabajo y no interesado en la política,
pero que lamentablemente ha sucumbido a los mimos y manipulaciones de
los agentes de influencia del gobierno de la isla, pues sólo me queda
compadecerme de usted, "darle una palmadita en el hombro" y decirle, no
se me amilane, que no es usted el único que ha caído en esa trampa.
Pero si lo que usted pretende es alcanzar más notoriedad, pues ahí sí
tengo que decirle que ello es despreciable, pues como mencioné ya con
anterioridad, ha elegido usted al paciente equivocado. Cualquier sujeto
de este mundo, que esté medianamente informado, sabe que Fidel Castro ha
sido un dictador sanguinario, que ha traído más desgracias y
sufrimientos a su pueblo, que glorias y beneficios.
No le deseo la muerte a nadie, sino simplemente dejar bien en claro que
Fidel Castro cuenta con la atención médica que requiere; una atención
médica de excepción es algo que no creo que se merezca.
Por último, permítame comentarle que en Cuba existe un notorio cirujano
ortopédico de nombre Álvarez Cambra. Este señor atendió personalmente a
Saddam Hussein y a uno de sus hijos. No creo que sea para nada
edificante, haber atendido a quien gaseó a mujeres, ancianos y niños, o
a quien incluso, no tuvo reparos en asesinar a varios miembros de su
propia familia.
Cuando aún gobernaba, Hussein solía ser desafiante e inmisericorde con
sus adversarios, hoy -después de destronado- da pena cuando se le ve en
los juicios balbuceando y con la mirada perdida, produce la misma pena
que da ver a Fidel Castro luchando desesperadamente por su vida, a la
vez que intenta reconciliarse con la "fe", una "fe", que él le prohibió
al resto de sus conciudadanos.
Y es que lo que sucede es bien simple; el comandante tiene miedo, mucho
miedo, porque es consciente de que -como bien se ha dicho- él no puede
fusilar a la muerte. En lo que respecta a Álvarez Cambra, pues éste no
se ha vestido de gloria, sino que se ha estigmatizado, y es que, querido
colega, atender a los dictadores no da puntos, sino que descalifica.
Sin otro asunto le saluda,
Alejandro Tellería Díaz, MD, PhD
Neurólogo con entrenamiento en Anestesia y Cuidados Intensivos
Klinik fuer Anaesthesiologie und Intensivtherapie
Klinikum der Friedrich Schiller Universitaet Jena
Alemania.
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