Mensaje ¿urbi? et orbi
¿Por qué La Habana pide un médico de un hospital público español, de la
Europa decadente e interesada, según la 'Mesa Redonda'?
Miriam Leiva, Ciudad de La Habana
viernes 29 de diciembre de 2006 6:00:00
El secretismo se ha convertido en una enfermedad psiquiátrica en Cuba.
Cuarenta y ocho años de represión aplicada al pueblo han logrado un
miedo enraizado hasta en los dirigentes, sobre todo si el máximo líder
ha declarado su enfermedad "secreto de Estado".
Esa podría ser la explicación de por qué los cubanos nos enteramos de la
evolución del paciente por ilustres y más confiables visitantes
extranjeros. Han sido el diputado argentino Miguel Bonasso, el
presidente venezolano Hugo Chávez y ahora el doctor José Luís García
Sabrido, jefe de la Unidad de Cirugía del Hospital Público de Madrid
Gregorio Marañón, quienes han informado.
La discreción mantenida hasta el jueves 21 de diciembre se fue a bolina
cuando el doctor García Sabrido viajó subrepticiamente a La Habana, en
avión especial, en época inusual a la vida común en los países
occidentales, cuando el galeno y su familia muy probablemente se
preparaban para los festejos navideños. La importancia del personaje y
su caso postergaron Nochebuena y Nochevieja. Eso, en Cuba, no es nada
extraordinario desde que el Comandante decidió eliminarlas hace
decenios, pero indudablemente, nada más extraño para un español, sólo
justificable por la urgencia del caso.
La preeminencia conferida a los extranjeros en Cuba es tan enorme que
ningún ciudadano, ni siquiera los dirigentes del equipo provisional, osa
informar al pueblo sobre la salud del Comandante, más allá de
referencias vagas que aseguran que se recupera y volverá, pero que casi
nadie cree, pues las pocas veces que apareció junto a visitantes
extranjeros su aspecto era lamentable.
Onda corta, noticia larga
Sólo algunas autoridades, y los cubanos que escuchan radio de onda
corta, o los contadísimos con acceso a internet, se enteraron hace unos
días de que el galeno español había viajado a La Habana. Algo parecido a
los rumores que corren, o echa a correr, la policía política, las
llamadas bolas que durante decenios han informado, desinformado, creado
estado de opinión o desesperación, según el resultado final. Luego, esos
mismos cubanos pudieron confirmar la noticia mediante las mismas vías:
las declaraciones del doctor García Sabrido a su regreso a Madrid.
El primer informe médico con credibilidad no es merecido por los seres
humanos cuyas vidas han sido dirigidas durante estos 48 años por el
presidente. Deben contentarse con la versión que les den, después que el
hecho lo conozca cualquier habitante del orbe, hasta en una cueva de un
lugar remoto a donde llegue internet.
Nada más natural que un eminente médico asista a un paciente excepcional
en otro país. Pero el caso cubano ronda la novela de suspense, la
intriga del espionaje, los babalawos de la religión africana y la
hilarante imaginación cubana, muy reprimida ahora, pero imposible de
eliminar.
Sabemos, gracias al doctor García Sabrido, que el Comandante "no padece
una enfermedad maligna", pero que ha tenido complicaciones
postoperatorias, que pudiera demorar su recuperación y que "quizás",
siempre "quizás", regrese. Más prolongación del limbo en que no está,
pero está, y quizás no estará; más preocupante para el extranjero que
para los preteridos cubanos, que ya se han acostumbrado a que nada será
igual, aunque regrese a media máquina, pero que tratará de continuar
manteniendo en un puño a dirigentes y dirigidos.
En el país con el mejor sistema de salud del mundo, los mejores
especialistas del universo —desparramados por todo el planeta para
asistir al necesitado, aunque en Cuba casi no se encuentren médicos para
atender a la población y los hospitales estén destruidos, salvo los
destinados a extranjeros—, ¿cómo es posible que hayan traído a un médico
de un hospital público de un país capitalista de Europa? Sí, de la misma
España que, según los analistas de la Mesa Redonda de la televisión
cubana, tiene tantos problemas… allí donde hay tantos analfabetos
funcionales, la educación es tan deficiente y todo se cobra, según
algunos discursos.
Indudablemente, parece confirmarse que el pueblo no merece información,
mucho menos recibir la atención médica que ahora se vende o regala para
propaganda política. Bien se puede comprender cuando los presos
políticos y sus familiares demandan adecuada asistencia y denuncian el
deterioro sostenido de la salud. ¿Cómo convencer que se ama al prójimo
si al propio se ignora?
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/mensaje-urbi-et-orbi/(gnews)/1167368400
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