Monday, December 25, 2006

El pesimismo de Alarcon

Posted on Mon, Dec. 25, 2006

ALEJANDRO ARMENGOL
El pesimismo de Alarcón

El presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo
Alarcón, es un pesimista. Descartó que ocurran cambios notables en la
política estadounidense hacia Cuba mientras George W. Bush esté en el poder.

''No debemos creer que se registrará cambio alguno importante mientras
sea presidente Bush y exista el actual equilibrio político en Estados
Unidos'', dijo Alarcón el martes, durante una jornada de trabajo de las
comisiones permanentes de la Asamblea.

Fundamentó su análisis en dos puntos claves: el veto presidencial a
cualquier cambio en la actual política norteamericana y la poca
importancia que representa la isla frente a asuntos de mayor prioridad e
importancia, como la situación en Irak, los problemas que afectan a los
planes de salud y de retiro y la economía.

Creo que el análisis de Alarcón es en buena parte correcto. Me atrevería
a darle de un 70 a un 80 por ciento de que se cumpla. Lo que me llama la
atención es ese 20 por ciento que deja fuera.

Este 20 por ciento tiene que ver no sólo con el interés de importantes
legisladores en modificar una estrategia que consideran desacertada y el
recuerdo que guardan de los años de fracaso en sus intentos para lograrlo.

Alarcón considera que no se ha alterado el equilibrio político
norteamericano. Pero la realidad indica lo contrario. Con el Congreso en
manos de los demócratas, Bush tiene muy pocas posibilidades de ampliar
su política hacia la isla. Ya de por sí esto es un cambio importante.

Hay además un factor que Alarcón no mencionó, y que puede alterar toda
la ecuación: Cuba ocupa un lugar bajo en las prioridades políticas
norteamericanas... mientras se mantenga la estabilidad del régimen.

El temor de una situación inestable en la isla ya ha despertado
suficientes inquietudes en Washington. De momento, el único factor que
puede alterar el equilibrio en Cuba es la muerte de Fidel Castro. Detrás
de todo el razonamiento de Alarcón está el convencimiento de que el
gobernante cubano no está agonizando.

Este hecho no debe ser tomado a la ligera, porque el régimen de La
Habana se ha preocupado en brindar pruebas de que Castro vive, cuando
los rumores han llegado a una intensidad que ellos consideran comienzan
a afectar la confianza nacional e internacional en su gobierno.

Pero sin que llegue a ocurrir el final del gobernante cubano, el nuevo
Congreso que comenzará a funcionar en enero contiene el número
suficiente de demócratas en posiciones claves para mantener la esperanza
de que se produzcan variaciones en la política que hasta el momento ha
mantenido la actual administración.

Entre ellos se encuentran los representantes Charles Rangel en la
Comisión de Medios y Arbitrios, John Conyers en la Comisión Judicial y
David Obey en la Comisión de Asignaciones.

En el Senado, de mantenerse el liderazgo demócrata, Joe Biden dirigirá
la Comisión de Relaciones Internacionales y Max Baucus la de Finanzas.

Todos estos legisladores se oponen o mantienen una posición muy crítica
hacia el rumbo adoptado por Bush en la política hacia Cuba.

Lo anterior no quiere decir que la vía del cambio está abierta sin
problemas. Según los cálculos, no hay los votos necesarios para anular
un veto presidencial. Tampoco se conoce cómo van a reaccionar los nuevos
congresistas y figuras claves de ambos partidos, como el líder de la
mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y el republicano Mel
Martínez y los también demócratas Bob Menéndez y Albio Sires se oponen a
una disminución de las restricciones.

Nadie espera un alza del embargo para el próximo año, pero tampoco se
puede descartar el levantamiento de las últimas restricciones impuestas
por Bush o al menos cierto alivio respecto a los viajes de los
académicos y los intercambios culturales y científicos e incluso
facilidades a las ventas de productos agrícolas. De producirse esta
flexibilidad sería un cambio importante.

Por lo tanto, sigue en pie la pregunta: ¿por qué Alarcón fue tan
pesimista? En primer lugar, para que los parlamentarios cubanos no se
hagan ilusiones. Su presidente les está diciendo antes de comenzar el
último período de sesiones del año que el tema de un mejoramiento de las
relaciones con Estados Unidos no está a la vuelta de la esquina.

Sólo que esta posición contrasta en cierta medida con la actitud
expresada en dos ocasiones por el gobernante en funciones. Raúl Castro
se ha referido dos veces a la disposición del gobierno cubano para
conversar con Estados Unidos.

Es cierto que la propuesta de Raúl no contiene elementos nuevos y que
éste no recibió a la delegación de congresistas norteamericanos que
recientemente visitó la isla. Pero para un gobernante que habla tan poco
y lleva apenas unos meses de sustituto de su hermano, la reiteración en
el tema no debe ser ignorada.

Si Alarcón es el asesor principal del régimen en el tema de las
relaciones con Estados Unidos, ¿no hubiera sido mejor que el gobernante
en funciones obviara el tema, ya que el principal analista del país
considera que no existen las condiciones para llegar a un entendimiento?

Con ese énfasis en la imposibilidad de un cambio, ¿no estaba Alarcón
también cuestionándose las palabras de Raúl en una fecha tan importante
como el 2 de diciembre, cuando reiteró la voluntad de sentarse a
negociar con su tradicional enemigo?

Es posible que el presidente de la Asamblea Popular piense que lo mejor
es que el jefe de las fuerzas armadas revolucionarias hubiera dejado a
un lado el tema de una negociación con Estados Unidos. Hablar sólo del
poderío de la revolución y recordar las hazañas del pasado.

aarmengol@herald.com

http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/opinion/16313413.htm

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