Monday, December 04, 2006

Cuba, el comienzo de una nueva etapa historica

Cuba, el comienzo de una nueva etapa histórica
2006-12-4
Por Oscar Espinosa.

Una nueva etapa en la historia de la nación cubana comienza. La
confirmación de esta realidad se produjo en estos días de celebración
aplazada del cumpleaños del Presidente Fidel Castro con la total
ausencia del homenajeado de los actos oficiales, muy en especial el 2 de
diciembre, al efectuarse una actividad política y revista miliar con
motivo del 50 aniversario del desembarco de los expedicionarios del yate
Granma y Día de las Fuerzas Armadas; todo lo cual indica que su estado
de salud es altamente precario.

Resulta más claro ahora que el hombre que sustenta el poder en Cuba es
su hermano Raúl Castro, apoyado por las fuerzas armadas. El contexto en
que recibe el poder, quien durante casi cinco décadas ha sido el segundo
al mando, es muy complicado. Los problemas que hereda son de máxima
gravedad en lo político, económico, social, demográfico e incluso
medioambiental. En particular la pérdida de valores espirituales de la
ciudadanía es elevada y el crédito político de las autoridades entre la
población se encuentra altamente menguado por tantos años de privaciones
y promesas incumplidas. Hasta en sectores como la educación, salud
pública y seguridad social, donde hubo relativos avances, está presente
un proceso acelerado de deterioro e involución.

En el plano exterior, la situación no es mejor. El aislamiento político
y económico de Cuba se viene agudizando y sólo quedan las relaciones
poco fiables con países del Tercer Mundo, con alta dependencia de
Venezuela, que por medio de su petróleo sostiene la economía cubana.

El General Raúl Castro, sin negársele sus referencias históricas, carece
del carisma y estatura política de su hermano, lo que él mismo ha
reconocido. Con el país en ruinas y delicados problemas políticos,
económicos y sociales, el nuevo máximo líder y sus subordinados en la
dirección de la nación tendrán que decidir entre dos opciones: continuar
con el inmovilismo y no hacer nada, o iniciar un proceso de reformas
que, aprovechando el potencial existente, ayuden a elevar el nivel de
vida de la población y permitan insertar a Cuba en el contexto
internacional.

La primera opción, el inmovilismo mediante la continuación del bloqueo
impuesto a la capacidad creativa de los cubanos, de mantenerse,
llevaría el país al caos. Ya existen evidencias palpables en el
crecimiento desenfrenado de la corrupción, fenómeno reconocido
oficialmente. Esto, en un marco de creciente miseria, podría desembocar
en explosiones sociales, con lo que todos los cubanos sin excepción
saldríamos perdedores. Esta situación incluso tendría un impacto
desestabilizador en países vecinos, particularmente Estados Unidos.

La segunda variante sería el inicio de reformas económicas que podrían
conducir a cambios políticos a más largo plazo. Con certeza puede
decirse que si se liberaran las fuerzas productivas reprimidas durante
tantos años, rápidamente, con el potencial existente, podrían verse
resultados satisfactorios.

El General Raúl Castro, el 2 de Diciembre, al señalar la disposición del
gobierno cubano de iniciar negociaciones con las autoridades
norteamericanas para la eventual normalización de las relaciones sobre
la base del respeto mutuo, generó expectativas esperanzadoras. No
obstante, cualquier negociación que se desee iniciar, ya sea con Estados
Unidos o con Europa necesariamente tendrá que comportar pasos
demostrativos de buena voluntad.

En primer lugar estaría la liberación de los presos de conciencia y
políticos que se encuentran en las cárceles bajo condiciones
infrahumanas. Esto no significaría ningún peligro para el gobierno
cubano por tratarse de personas pacíficas, sin interés de desestabilizar
la nación. Sería un gesto que todo el mundo reconocería, positivo para
la credibilidad del gobierno. Otro paso podría ser la firma y
ratificación del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y
el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
suscritos por la inmensa mayoría de los países.

Los norteamericanos también podrían dar pasos iniciales promovedores de
confianza y buena voluntad hacía un proceso de negociaciones. Un ejemplo
concreto sería eliminar las restricciones actuales al encuentro de los
cubanos de la isla con los residentes en Estados Unidos, así como
favorecer las relaciones académicas, culturales, artísticas, deportivas
y de otra índole entre los ciudadanos de ambos países, haciendo un uso
racional de las simpatías y vínculos históricos existentes.

Hay que ser realistas, además del enorme listado de problemas gravísimos
a resolver heredados por la nueva dirección, tendrá un legado
ideológico del que será imposible desembarazarse con rapidez, aunque lo
deseara, por razones de legitimidad entre otras cosas. No puede
soslayarse que el Presidente Fidel Castro ha sido un factor decisivo en
la historia cubana por más de 50 años, la mayoría de ellos con un poder
absoluto en un grado superlativo.

El dilema que enfrenta la actual dirección del gobierno es evidente:
inmovilismo propiciador del caos, o reformas para alcanzar una nación
próspera, democrática y reconciliada.

La Habana, 4 de Diciembre de 2006

Lic. Oscar Espinosa Chepe
Economista y Periodista Independiente

http://www.cubanuestra.nu/web/article.asp?artID=6175

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