SOCIEDAD
In-cultura para todos
Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba - Noviembre (www.cubanet.org) - Según algunas figuras prominentes del gobierno, Cuba aspira a un lugar cimero en la cultura universal. La afirmación se revela en un eslogan que sirve de titulares para sendos artículos de prensa. Puede ser también el motivo de una disertación radial protagonizada por algún funcionario de la nomenclatura, la línea central del discurso de inauguración de un centro escolar, o las palabras de clausura de un simposio vinculado a temas filosóficos propiamente culturales.
Para calzar la retórica salen a relucir los centenares de miles de universitarios graduados en los últimos 40 años, los 12 grados de escolaridad como promedio de la población adulta y los esbozos de un nuevo plan concebido en la articulación de un país espectacularmente instruido y capaz de, en breve, donar conocimientos al claustro de la Sorbona, y además, dictarle consejos a los maestros de Harvard.
No es broma, fundamento mis opiniones en la grandilocuencia de los oradores que insisten en las "virtudes" de una estrategia para acabar con el analfabetismo en todo el planeta.
Para que el asombro ilumine el rostro de los ciudadanos del primer mundo, ahí están las estadísticas que suscriben logros a granel. Números que atiborran el papel, cantidades exactas de hombres y mujeres listos para dejar en la nada la sapiencia de Einstein, interpretar la obra completa de Beethoven, hablar cinco idiomas y ofrecer una conferencia sobre el misterio de los océanos.
Esa es la tónica que marca el compás del triunfalismo. Una canción del repertorio totalitario de conocida omnipresencia. ¿Son lógicos y sustentables esos esfuerzos en masificar la cultura y la profesionalización?
A instancias de la realidad una conclusión salta a la vista. El gobierno no puede esconder que se empeña en una actividad inútil. Labrar en el mar es una tarea que inspira, más que vítores, penas. Sencillamente, no se puede elevar el conocimiento por decreto o vías de estímulos condicionadas a agendas políticas.
¿Pueden admitirse como creíbles las aseveraciones de que Cuba tiene la capacidad de articularse en el concierto de países con mejores resultados educativos?
Basta conocer otro detalle para acercarse a una respuesta objetiva: Cuba es el país más atrasado de Latinoamérica en cuanto al acceso a Internet. Sólo 1,7 usuarios por cada 100 habitantes.
Una ausencia total de racionalidad en la administración del presupuesto, combinada con el voluntarismo que gira en la órbita del delirio, son algunos de los ingredientes que facilitan la lectura de un vocablo en letra de molde y mayúscula: DESASTRE. Ese es el ámbitos en el que se desenvuelve un sistema de gobierno ineficiente y retrógrado.
Un ingeniero en sistemas electrónicos no pudo decirme quién fue Thomas Edison. Me dijo que probablemente era un pirata inglés que asoló las costas del Caribe por el siglo XVII.
Para aumentar las suspicacias, a una profesora de un instituto preuniversitario le resultó imposible responder correctamente preguntas claves de ortografía. En referencia a esto último un cartel que observé la pasada semana en una calle del municipio de la Habana Vieja, refleja por dónde andan las cosas.
"Viba Fidel, Felis cunpleanos". El autor, sin dudas, necesita alfabetización urgente. Una persona que, sin previa intención, mancha el prestigio de los impulsores de la revolucionaria campaña en pos de que los cubanos seamos el "pueblo más culto del mundo".
http://www.cubanet.org/CNews/y06/nov06/30a9.htm
In-cultura para todos
Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba - Noviembre (www.cubanet.org) - Según algunas figuras prominentes del gobierno, Cuba aspira a un lugar cimero en la cultura universal. La afirmación se revela en un eslogan que sirve de titulares para sendos artículos de prensa. Puede ser también el motivo de una disertación radial protagonizada por algún funcionario de la nomenclatura, la línea central del discurso de inauguración de un centro escolar, o las palabras de clausura de un simposio vinculado a temas filosóficos propiamente culturales.
Para calzar la retórica salen a relucir los centenares de miles de universitarios graduados en los últimos 40 años, los 12 grados de escolaridad como promedio de la población adulta y los esbozos de un nuevo plan concebido en la articulación de un país espectacularmente instruido y capaz de, en breve, donar conocimientos al claustro de la Sorbona, y además, dictarle consejos a los maestros de Harvard.
No es broma, fundamento mis opiniones en la grandilocuencia de los oradores que insisten en las "virtudes" de una estrategia para acabar con el analfabetismo en todo el planeta.
Para que el asombro ilumine el rostro de los ciudadanos del primer mundo, ahí están las estadísticas que suscriben logros a granel. Números que atiborran el papel, cantidades exactas de hombres y mujeres listos para dejar en la nada la sapiencia de Einstein, interpretar la obra completa de Beethoven, hablar cinco idiomas y ofrecer una conferencia sobre el misterio de los océanos.
Esa es la tónica que marca el compás del triunfalismo. Una canción del repertorio totalitario de conocida omnipresencia. ¿Son lógicos y sustentables esos esfuerzos en masificar la cultura y la profesionalización?
A instancias de la realidad una conclusión salta a la vista. El gobierno no puede esconder que se empeña en una actividad inútil. Labrar en el mar es una tarea que inspira, más que vítores, penas. Sencillamente, no se puede elevar el conocimiento por decreto o vías de estímulos condicionadas a agendas políticas.
¿Pueden admitirse como creíbles las aseveraciones de que Cuba tiene la capacidad de articularse en el concierto de países con mejores resultados educativos?
Basta conocer otro detalle para acercarse a una respuesta objetiva: Cuba es el país más atrasado de Latinoamérica en cuanto al acceso a Internet. Sólo 1,7 usuarios por cada 100 habitantes.
Una ausencia total de racionalidad en la administración del presupuesto, combinada con el voluntarismo que gira en la órbita del delirio, son algunos de los ingredientes que facilitan la lectura de un vocablo en letra de molde y mayúscula: DESASTRE. Ese es el ámbitos en el que se desenvuelve un sistema de gobierno ineficiente y retrógrado.
Un ingeniero en sistemas electrónicos no pudo decirme quién fue Thomas Edison. Me dijo que probablemente era un pirata inglés que asoló las costas del Caribe por el siglo XVII.
Para aumentar las suspicacias, a una profesora de un instituto preuniversitario le resultó imposible responder correctamente preguntas claves de ortografía. En referencia a esto último un cartel que observé la pasada semana en una calle del municipio de la Habana Vieja, refleja por dónde andan las cosas.
"Viba Fidel, Felis cunpleanos". El autor, sin dudas, necesita alfabetización urgente. Una persona que, sin previa intención, mancha el prestigio de los impulsores de la revolucionaria campaña en pos de que los cubanos seamos el "pueblo más culto del mundo".
http://www.cubanet.org/CNews/y06/nov06/30a9.htm
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