Monday, October 30, 2006

Todos mulatos

Sociedad
Todos mulatos

La automarginación de los negros no es una práctica electiva, sino el
deseo de una Cuba maquillada y presta al mejor postor.

Marcelo Jiménez Jiménez, Holguín

viernes 20 de octubre de 2006 6:00:00
Escuela de Modelos en La Habana

Modelos cubanas. (AP)

Su rostro es liso, afilado. De espaldas no se puede definir su aspecto
racial, pero al volverse su estampa color chocolate hace volver al
paseante a lo cotidiano. Sabido es que el hombre vive de rituales. Las
diferentes aprehensiones de lo diverso tienen en la distinción de la
piel la marca de lo identitario. Los nuevos reyes de esa marca nacional
llamada "lo cubano", son otra vez las mulatas o los mulatos. Desde la
polémica de la etiqueta del ron Mulata hasta las últimas imágenes
turísticas que el gobierno vende a Europa y al resto del mundo civilizado.

Es más confiable despigmentar el café con leche hacia tonos más claros,
que arriesgarse con el crudo color de la esclavitud. Para los negros de
mi generación, que mirábamos el 2000 con los ojos de la esperanza, ya no
es tan grave el problema. Ahora los métodos del mestizaje y el
travestismo aceleran el paso a la mulatez. Al antiquísimo y criollo
desriz lo sustituyó el implante de cabello y la adquisición de trenzas
postizas.

En la nueva pasarela del cimarronaje cubano contemporáneo, que va del
jineterismo, el estrellato de algunas y algunos funcionarios y
poquísimos empresarios negros, hasta la más vulgar copia de la cultura
occidental. Hay de todo: un entramado de condicionantes para el triunfo,
aunque los mismos actuantes se expongan a la peor de las burlas. Cosa
cierta es que no hay marca específica de lo negro, o lo mulato, en la
actual amalgama de lo cubano. Lo mismo se puede ver a una chica
representante del sindicato de Quinta Avenida vestida a la Spice Girls,
que a un joven mulato, a lo Brad Pitt. Nunca a la inversa.

La internacionalidad obligatoria de pasar por blanco ha recuperado
métodos como plancharse el pelo con un peine de hierro candente, o
cortarlo casi al rape para disimular las ondas delatoras de la
ascendencia africana. Ya no existe una marca específica de lo negro.
Cosa que sí funciona para el blanquecimiento de la mencionada mulatez.

Satanización del negro

Esta operación tiene varias causas, además de la archiconocida
flagelación universal que fue la esclavitud, otras formas son las
desventajas sociales para el ascenso a mejores empleos o la búsqueda de
parejas blancas. En las nuevas generaciones no se encuentra con
facilidad una marca de negritud por aceptación tácita como satisfacción
identitaria.

Al preguntar a mujeres negras sobre si sentían pertenencia a la raza de
la que tenían el cuerpo y la piel como mejor testimonio, no dieron razón
alguna. Sin embargo, muchas comentan qué hacen para asaltar así la
mulatización o blanquecimiento, a saber: aminorar las gesticulaciones al
hablar, no armar escándalo, usar menos colorete en la cara, jamás llevar
ropas de colores chillones, tales como el rojo, lo que se identifica con
"cosas de negros", entre otras.

Hasta aquí podría parecer una pura acción antropológica, pero el
cuestionamiento está en la imagen que vende la Cuba actual como
institución del ser nacional. Los programas humorísticos, las
rapidísimas pero eficaces imágenes de los videoclips, los anuncios
interiores de las revistas, el turismo y las inagotables anécdotas y
chismes de mal humor, siguen funcionando en primer plano como aspecto de
la picaresca criollez. Y en un segundo plano, como verdadera fotografía
de satanización del negro como amenaza social.

El chiste de que "un negro es una idea, dos son un pensamiento, y tres,
un robo con fuerza", sigue funcionando para la oficialidad y los
responsables del orden público, quienes se acercan a la esquina del
barrio y solicitan el carné de identidad antes de saludar.

En una arista del sector intelectual, una mirada a las últimas Maria
Antonia, ese mítico personaje salido de las manos de Eugenio Hernández,
podemos notar el cambio de la obra y el montaje. Una Maria Antonia con
trenzas color azafrán y pantalones a la cadera, y una Calixta Comité,
vestida con juego de chaqueta y portafolio diplomático, son una marca de
contemporaneidad y blanquecimiento consciente.

La automarginación no es una práctica electiva, es una imposición que va
de la mano con la eficacia de un método actual: el deseo de una Cuba
criolla, mestiza, maquillada, presta al mejor postor.

http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/todos-mulatos/(gnews)/1161316800

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