Monday, October 30, 2006

Cuando se pudren las zanahorias

POLITICA
Cuando se pudren las zanahorias

Jorge Olivera Castillo

LA HABANA, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) - La inestabilidad en el
Lejano Oriente evoluciona hacia la catástrofe. Aunque las tensiones
aparecen con frecuencia en esta zona de notable importancia estratégica,
la diplomacia había logrado insuflar moderación, evitando el crecimiento
en espiral de los conflictos. Los resquemores casi unánimes contra
Japón, la rivalidad por dominar esferas de influencia entre el país del
Sol Naciente y China, ambos enfrascados en pretensiones de dominio
regional. Por otro lado los altibajos en los contactos intercoreanos.

Estos son apenas detalles de un universo prolífico en complejidades y
que aporta ejemplos de la precariedad de los equilibrios en una
civilización que podría estar en los albores de la cuarta guerra mundial.

Según no pocos politólogos, la conflagración precedente a la que intenta
materializarse en la actualidad resultó ser la guerra fría dominada por
los forcejeos políticos y enfrentamientos militares de baja intensidad.

En ésta predominó la contención respecto al uso del arma nuclear por la
potencias en disputa por la primacía en el orbe.

El socialismo buscaba, con la emergencia de las ojivas atómicas,
imponerse en los cinco continentes. En Moscú y Washington se dirimía el
destino del globo terráqueo con todos sus moradores. Finalmente, el que
subió a la parte alta del podio fue el sentido común.

Reagan y Gorbachov tomaron nota de las consecuencias de tal escenario y
a golpes de diálogo rompieron el muro de la incomprensión.

Ahora varía el contexto geográfico, pero reaparece el mismo problema,
con el agravante de que los protagonistas del episodio distan de ser
personas sensatas.

En el presente, el mayor peligro no proviene de la teocracia iraní.
Kim-Jonj-Il desde Pyongyang quiere, a toda costa, mostrar sus músculos
con los recientes ensayos nucleares.

Detrás de las motivaciones que mueven al líder norcoreano a alterar la
ecuación tanto geopolítica como geoestratégica del área a través de un
narcisismo que lleva dentro el germen del desafío, pudieran configurarse
entre otras cuestiones la disposición de Japón de soltarse las amarras
constitucionales que le impiden proyectarse a fondo en asuntos relativos
a la autoridad más allá de sus fronteras, además de la propensión del
nuevo gabinete por mantener y ampliar sustancialmente las alianzas con
países como Estados Unidos.

Debilitar a este último con un nuevo frente de hostilidades o quién sabe
una escalada que obligue a extender el teatro de operaciones fuera del
marco mesopotámico se aviene como una posible táctica con el ánimo de
complicar el desempeño de la superpotencia.

También la gradual y sostenida recomposición de los contactos con Corea
del Sur, de acuerdo con el hermetismo que caracteriza a Pyongyang,
tendría que ser percibida como un peligro potencial para el futuro del
dominante Partido de los Trabajadores que desde la década del 40 del
pasado siglo ejerce el poder de manera despótica.

En un gobierno que tiene características semi-feudales y que se
encuentra literalmente aislado, la llegada masiva de turistas haría
resentir, de cierta forma, el monopolio absoluto del gobierno, algo que
le quita el sueño al hombre que piensa igual a su padre (Kim-Il- Sung),
o sea morir de viejo en el trono.

Aparte de las expresiones de rechazo en vastos sectores de la opinión
pública internacional por la conducta irresponsable de Corea del Norte
unido a las condenas de diversas organizaciones y personalidades de
prestigio, se pueden señalar tres puntos donde la trascendencia de los
hechos cobra mayor relieve.

En la región, China carga con una feraz cosecha de derrotas políticas y
diplomáticas, pues ha tenido que sumarse a las críticas, pese a que el
país de la controversia es una ficha de importancia en cuanto al balance
de la correlación de fuerzas frente a un Japón que Beigin ve como un
competidor tenaz y poderoso, y considera un obstáculo para sus deseos de
brillar con la luz de una potencia en el mejor sentido del término.

China venía aportando una ayuda humanitaria de vital importancia.
Gracias a la asistencia del gigante asiático y de otras naciones no se
ha repetido la hambruna que en los años 90 de la centuria pasada segó la
vida de centenares de miles de coreanos.

Hu-Jin-Tao debe de estar incómodo. Ni hablar de los diplomáticos que
atendían las cuestiones de la porción septentrional de la península.

Sin dudas, Kim-Jong-Il le ha lanzado un cubo de agua helada a sus
socios, estrechando al máximo los márgenes de maniobra en la búsqueda de
soluciones en la no pierdan capital político.

En el Consejo de Seguridad se barajan sanciones económicas en una
primera etapa y particularmente no descarto el uso de la fuerza en un
futuro no muy distante.

El gobierno de Cuba con la presidencia del Movimiento de Países No
Alineados (NOAL), le cae una brasa al rojo vivo en las manos con la
situación creada a raíz de las detonaciones nucleares. No creo que
aparezca alguna declaración en defensa de Corea del Norte. Los costos
son demasiado altos dada la magnitud de la repulsa.

Tendrá que imponerse el pragmatismo. Si bien no es probable una postura
hostil del régimen de la isla, el lenguaje a utilizar será una avalancha
de ambigüedades y giros semánticos para guardar las apariencias.

Los habitantes de lo que suele ser descrito como un manicomio oriental
son las víctimas más próximas a un desastre de incalculables
proporciones. El hambre se cierne como un vendaval sobre los casi 23
millones de personas si entran en vigor las medidas punitivas.

Con estas explosiones se obvia la realidad de que corren otros tiempos y
Kim parece no darse cuenta de ello. Probaremos su determinación a
continuar por la senda del reto o su capacidad para arrepentirse por el
bien de sus esclavos y del resto de la humanidad.

Pienso en su talante y observo a un hombre inmerso en una patología que
el poder absoluto reproduce de manera crónica.

En este caso no descarto que haya temores a perder las prerrogativas
dinásticas, recurrentes visitas de fantasmas, sospechas de
conspiraciones, recelos, desidias, ausencia de sentimientos,
inclinaciones a traicionar la palabra empeñada y por supuesto deseo de
rociar de pánicos la vida, de por si ya demasiado tensa, en el planeta.

No se equivoque, el efecto sonoro de la primera sílaba de su nombre se
presta a las malas interpretaciones. Kim no es precisamente un Rey, es
un dictador en la plenitud del frenesí.

Definitivamente se pudrieron las zanahorias, y el garrote surge entre
los desperdicios.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/oct06/13a8.htm

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