Wednesday, July 05, 2006

Los cubanos enfrentan peligro para llegar a Puerto Rico

Posted on Tue, Jul. 04, 2006

Los cubanos enfrentan peligro para llegar a Puerto Rico
ANDREW SELSKY
Associated Press

ISLA DE LA MONA, Puerto Rico - En su afán por entrar a Estados Unidos
por la puerta trasera, veintenas de cubanos están desafiando algunos de
los mares más borrascosos del mundo para llegar a esta islita
perteneciente a Puerto Rico.

Eludiendo el estrecho de la Florida fuertemente patrullado, cada vez
llegan más cubanos a Estados Unidos volando primero a la República
Dominicana y navegando después unos 65 kilómetros en bote hasta la Isla
de la Mona.

En el año fiscal 2001, apenas cinco cubanos llegaron a Mona. Pero en los
últimos nueve meses han llegado 579, dijo a principios de julio Jorge
Díaz, de la agencia de Protección de Aduanas y Fronteras.

Según la política vigente, los cubanos que llegan a suelo estadounidense
pueden quedarse, mientras que los que son interceptados en el mar son
repatriados. La Isla de la Mona, una reserva natural puertorriqueña
habitada por unos pocos guardas forestales e innumerables iguanas, al
igual que el resto de Puerto Rico es tan parte de Estados Unidos como Miami.

En una mañana reciente, agentes de Protección de Aduanas y Fronteras,
acompañados de un reportero y un fotógrafo de la Associated Press,
navegaron 70 kilómetros desde la isla central de Puerto Rico hasta Mona
para recoger dos grupos de cubanos. Llegando desde el este, en medio de
delfines saltarines, la isla de 17 kilómetros cuadrados parece
impenetrable por sus acantilados de tonalidad sulfurosa. Pero en el
oeste, de cara a la República Dominicana, una playa de arena blanca
equivale a toda una invitación.

Ocho cubanos estaban sentados alrededor de una mesa bajo una palmera,
después de pasarse 12 horas en la lancha de un contrabandista humano.
Luego de llegar a medianoche, pasaron el resto de la noche sobre
colchones que les suministraron los agentes forestales de la isla.

Dijeron que durante la odisea temieron ahogarse o ser atrapados por las
autoridades.

"Oramos durante doce horas, en voz alta o en silencio, pero oramos",
dijo Richard Echevarría, con su camiseta verde saturada de sudor y sal.
Otra embarcación había llegado dos días antes con nueve cubanos.

Los cubanos dijeron haber viajado a la Dominicana en vuelos comerciales.
Aun eso les costo paciencia y suerte. Para que los dejen salir de Cuba,
los cubanos deben conseguir una visa del país que van a visitar, además
de una carta de invitación de un ciudadano de ese país. Luego deben
buscar una visa de salida del gobierno cubano, que a veces se las niega.
El proceso puede demorar meses.

Los cubanos _que no podían viajar de la Dominicana a Estados Unidos sin
visa estadounidense_ pagaron cada uno entre 1.200 y 2.000 dólares para
que los llevasen por mar a la Mona. Eso significa por lo menos un total
de 12.000 dólares por embarcación.

Los contrabandistas dominicanos están haciendo pingües ganancias en esta
actividad, y pocos son llevados a la justicia.

"Si te oyen hablar con acento cubano en Santo Domingo, alguien se te va
a acercar y ofrecerse a arreglarte el viaje", dijo Jorge Bueno, uno de
los recién llegados. Otro cubano dijo que no había salido del aeropuerto
en la capital dominicana cuando alguien se le acercó con una oferta.

"Es muy lucrativo. Es mejor que traficar drogas", comentó Bueno mientras
lucía un chaleco salvavidas naranja y se ubicaba en la parte trasera de
la lancha de Aduanas.

Pocos inmigrantes de otras nacionalidades que desafían estos mares
recalan en la Mona, que está a mitad de camino entre la República
Dominicana y Puerto Rico, porque saben que los enviarán de regreso. En
cambio, intentan llegar a las costas occidentales de Puerto Rico. Unos
600 han sido arrestados desde octubre, en su mayoría dominicanos, dijo Díaz.

El viaje en las yolas _embarcaciones ligeras_ es azaroso y muchos han
muerto en el Pasaje de la Mona de 130 kilómetros entre la Dominicana y
Puerto Rico, donde el Atlántico choca con el Mar Caribe y suele ser
tormentoso.

En noviembre, un juez federal en Puerto Rico sentenció a cinco
dominicanos a prisión de 10 a 17 años. Fueron capturados después que su
yola naufragó con 93 dominicanos a bordo. Al menos siete de ellos se
ahogaron.

Fue uno de los escasos fracasos de los contrabandistas. Unos 80
sospechosos fueron arrestados en la República Dominicana en los primeros
tres meses de este año pero casi todos fueron puestos en libertad por
falta de pruebas, dijo el almirante Delfín Bautista, comandante de una
unidad naval dominicana que busca las yolas. Los inmigrantes que esperan
volver a hacer el viaje se niegan a prestar testimonio por temor a ser
rechazados luego por los contrabandistas. Bautista dijo que éstos son
tratados como héroes a nivel local.

Cuando un escampavías de la Guardia Costera intercepta una yola, el
piloto simula ser uno de los inmigrantes, dijo el suboficial Howard
Sánchez, del escampavías Matinicus.

"No se puede distinguir cuál es el contrabandista, y ninguno de los
inmigrantes lo delatará", agregó.

Después de hacer subir a bordo a los inmigrantes, la Guardia Costera
incendia la yola o la hunde a tiros de ametralladora.

Mientras la nave de Aduanas regresaba a Puerto Rico, bailaba al vaivén
de olas de tres metros que empapaban a los 17 cubanos a bordo. Uno de
ellos vomitó.

"Imagínese estar allí en una de esas yolas", gritó el agente Art Morrell
para hacerse oír en medio del rugido del motor.

Tres horas después la nave atracaba en Boquerón, en el sudoeste de
Puerto Rico. Carlos Alvarez, un carnicero de Higuey, Cuba, se peinaba.
Fue el primero en bajar a tierra.

No hubo ceremonia ni celebración. Los inmigrantes exhaustos dijeron que
sólo querían llegar a Estados Unidos continental, principalmente a
Florida, donde les aguardaban familiares.

Los que llegan sin dinero reciben ayuda de un grupo de mujeres en San
Juan que salieron de Cuba hace décadas y que se dedican a ayudar a sus
compatriotas recién llegados. Les proporcionan ropa, los ubican en un
hotel de San Juan y ayudan a pagar su viaje a Estados Unidos.

Los inmigrantes fueron encerrados en camionetas de Aduanas y conducidos
a un centro de procesamiento en lo que fue una base de la Fuerza Aérea
estadounidense. Los agentes pueden detectar el acento cubano, pero por
lo general no toman contacto con las autoridades cubanas para verificar
si los inmigrantes son realmente cubanos o si tienen antecedentes
delictivos.

Los recién llegados estuvieron entre los afortunados.

El capitán James Tunstall, comandante de las operaciones de la Guardia
Costera en el este del Caribe, dice que el tráfico debería contenerse
antes de que desemboque en "un hecho catastrófico... cuando una yola
recargada se interne con hombres, mujeres y niños a un mar que puede
encresparse mucho con mucha rapidez".

Alvarez, el carnicero, dijo que había planeado traer a su esposa y su
hija. Pero después de experimentar lo peligroso que era el trayecto,
manifestó dudas. "No quisiera que pasen por esto", dijo.

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Jonathan Katz, de la Associated Press en Santo Domingo, contribuyó a
este informe.

http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/americas/14965045.htm

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