Hostigan en Cuba a los diplomáticos de EEUU
Por N. Waller
Bitácora Cubana, 2 de julio de 2006, La Habana (The Miami Herald)
For The Miami Herald UN BOSQUE de banderas frente a la fachada de la
Oficina de Intereses de EEUU en La Habana impide que la población lea la
pizarra luminosa con informaciones no manipuladas.
C ada vez que su perro actúa de forma extraña o se interrumpe la
electricidad, Bill Hawkins se pregunta, aunque sólo sea por un instante,
si los agentes de Fidel Castro están tratando de penetrar en su mundo.
''En cualquier parte del mundo, a uno le suceden cosas raras'', dijo
Hawkins, ingeniero de seguridad asignado a la misión diplomática de
Estados Unidos en La Habana. ``Aquí, uno nunca sabe realmente si son
únicamente cosas cotidianas que ocurren o si es alguien quien las está
haciendo''.
En estos días la vida es tensa para los 51 norteamericanos que trabajan
en la Sección de Intereses de EEUU, la misión diplomática en el único
país del hemisferio occidental bajo un gobierno comunista, y una espina
que Washington tiene clavada desde hace mucho tiempo.
Entrevistados en la Sección de Intereses el mes pasado, en una sala
repleta de copias en español de la Constitución estadounidense y de
libros a favor de la democracia disponibles para entregar a cualquier
cubano que los visite, varios diplomáticos norteamericanos hablaron
sobre lo que significa tratar de llevar una vida normal en La Habana.
Al igual que Hawkins, casi todos dicen ser blanco de una campaña de
hostigamiento dirigida por el gobierno cubano que busca entorpecer las
actividades de la misión y molestar las vidas de sus miembros.
Los diplomáticos norteamericanos hablan de teléfonos cuyos timbres
suenan sin parar, de heces de perros tiradas dentro de sus casas, de
toallas empapadas de orine dejadas en una mesa de cocina y hasta de
perros de la familia que han sido envenenados. Una vez, un alto miembro
de la misión encontró que su enjuague bucal había sido sustituido por orina.
Según los norteamericanos, los agentes del gobierno cubano los siguen en
la calle, y los provocan en eventos sociales. Algunos hablan incluso de
insinuaciones sexuales por parte de extraños, una táctica cuyo fin es
comprometerlos o dañar sus matrimonios.
''Todo lo que hacen es sólo para que recordemos que ellos están en todas
partes'', le expresó a The Miami Herald, Drew Blakeney, portavoz de la
misión, durante una visita al edificio de siete pisos que se encuentra
en pleno Malecón habanero. Blakeney, atlético y de cabello negro, llegó
a la capital cubana el otoño pasado junto a su esposa e hijo.
En una fiesta que se celebró en mayo, un desconocido se le acercó a la
esposa de Blakeney y le dijo que su marido le había sido infiel. Tras
reconocer enseguida que se trataba de una provocación, la mujer le dijo
al individuo que se alejara de ella, señaló Blakeney.
Tanto Blakeney como otros le restan importancia al hostigamiento,
argumentando que las molestias no tienen comparación con la persecución
que deben sufrir los disidentes cubanos.
Sin embargo, la persistencia de los agentes cubanos ''hace que los
agentes de la Rumania de Ceaucescu parezcan verdaderos aficionados'',
observó en una entrevista Michael Parmly, jefe de la sección,
refiriéndose al notoriamente duro dictador comunista de Rumania.
Los diplomáticos afirman que las pequeñas cosas con que se les hostiga
no resultan nada nuevo para ellos, pero lo cierto es que las acciones de
Cuba parecen haberse intensificado desde enero, cuando la Sección de
Intereses comenzó a mostrar noticias y comentarios anticastristas en una
pizarra electrónica. Rápidamente el gobierno de Cuba respondió, y envió
a más de un millón de personas a una marcha de protesta frente a la
misión de EEUU, y construyó una especie de bosque de 138 mástiles de
banderas frente a la sección para de este modo bloquear la vista de la
pizarra.
El mes pasado, las tensiones continuaron aumentando, y los funcionarios
norteamericanos se quejaron de que los cubanos le cortaron la
electricidad a la misión durante varios días.
Los esfuerzos que se hicieron para hablar con la Sección de Intereses de
Cuba en Washington fueron inútiles. Las misiones se conocen con el
nombre de Sección de Intereses, ya que los dos países no tienen entre sí
relaciones diplomáticas formales desde los años 60. Las dos misiones
funcionan en los mismos edificios donde una vez estuvieron las embajadas.
Un reciente editorial en la página principal del diario Granma , órgano
del Partido Comunista Cubano, negó de forma rotunda que el gobierno
cubano estuviera molestando a la misión estadounidense.
''Nuestra Revolución jamás atacaría ni violaría una oficina
diplomática'', dijo el periódico. ``Nunca lo ha hecho y nunca lo haría''.
Sin embargo, los diplomáticos de Estados Unidos dicen que a menudo se
encuentran con desagrables sorpresas: algún mueble que fue ligeramente
movido, ventanas dejadas abiertas o congeladores que fueron
desconectados de la corriente. Algunos, incluso, afirman haber
encontrado un polvo blanco disperso alrededor de sus pasillos de entrada
y puertas.
De igual modo, el gobierno cubano hace que su presencia se note afuera
del edificio de la Sección de Intereses, con garitas de seguridad en
cada esquina del complejo, y guardias que toman fotografías de los
visitantes desde lejos y piden pasaportes antes de permitirle a las
personas que entren al lugar.
Algunos de los tormentos parecen más el trabajo de un ser sobrenatural o
de un grupo de universitarios revoltosos que de un gobierno.
Parmly argumenta que Cuba también está reteniendo las visas para los
diplomáticos norteamericanos que han sido recientemente asignados, y que
igualmente le prohíbe a la misión que contrate empleados cubanos para
los trabajos de mantenimiento y de oficina, lo que hace que existan por
lo menos 25 puestos vacíos en la misión.
Todo esto ha obligado a Parmly, que habla apasionadamente sobre el cargo
en Cuba que asumió el año pasado, a posponer algunos proyectos hasta que
el gobierno cubano le permita contratar más personal.
''Este verano, las cosas podrían ponerse peor'', si continúa la falta de
personal y de abastecimientos, dijo Parmly con un gesto de disgusto.
Una funcionaria de poca experiencia, cuyo supervisor pidió que no se
revelara su nombre, dijo que ella y su esposo llegaron en enero para su
primera asignación en el servicio diplomático, justo en el momento en
que la batalla en torno a la pizarra electrónica se hacía más enconada.
Sus problemas empezaron de inmediato.
''Queríamos que nuestro primer empleo fuera realmente un reto. Y de
veras lo fue'', dijo la mujer.
Cuando la pareja regresó a su apartamento en la barriada de Miramar, los
objetos de la casa parecían haber sido movidos de lugar, el timbre de la
puerta sonaba sin parar, y el teléfono sonaba toda la noche, sin que se
escuchara a nadie en la línea.
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=2369
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