Monday, May 29, 2006

Vade retro antena

Sociedad
Vade retro antena

Si la mayoría rechaza la banalidad de las televisiones extranjeras,
¿cómo las señales ilegales se han convertido en un jugoso negocio?

Eva González, Ciudad de La Habana
lunes 29 de mayo de 2006 6:00:00

Un artículo reciente del periódico oficialista Juventud Rebelde retomó
un asunto muchas veces tratado, aunque nunca solucionado: la
programación de la televisión cubana. Bajo el título "Nosotros que te
queremos tanto", se refiere, entre otras aristas, a algunas
particularidades de la televisión cubana actual, así como a los gustos y
preferencias de los televidentes.

El enfoque de estos reporteros se centra sobre el supuesto de que los
cubanos prefieren programas que "les aporten". Sostienen que "hoy son
mayoría quienes rechazan el discurso banal, los programas vacíos",
debido a una supuesta instrucción superior que tienen los cubanos y a
que se han ampliado sus expectativas a "niveles insospechados".

El discurso de este, como de cualquier otro reportaje a propósito del
tema, apunta al muy difundido superobjetivo de la televisión cubana de
educar entreteniendo (o entretener educando). Sin embargo, basta repasar
la programación habitual de una semana completa para confirmar cuán
lejos se encuentra de acercarse siquiera a tales propósitos.

Lo cierto es que la casi totalidad de los programas que pasan
actualmente por la pantalla son obsoletos y padecen de un
anquilosamiento crónico, sin precedentes en la historia del más popular
de los medios de difusión.

Por razones de espacio, no voy a detenerme a enumerar todos los penosos
programas que por 10, 20 ó 30 años se han mantenido ininterrumpidamente
ofreciendo imágenes antediluvianas y repetidas hasta el cansancio. Ni
qué decir de la mayoría de los conductores, cuyo vocabulario paupérrimo,
poses afectadas, chistes fuera de lugar e incultura los convierte en el
ejemplo de lo que no debe ser nunca un locutor. Son, por así decirlo,
una pléyade de "antianimadores" capaces de acabar con las expectativas
del televidente mejor dispuesto.

La otra cara del problema

No se trata de hacer un análisis de las perennes limitaciones de que
adolece la televisión cubana, ni mucho menos de ensalzar propuestas
específicas de ciertas televisoras extranjeras —demonizadas por los
medios oficiales— y que en no pocas ocasiones son productos
verdaderamente misérrimos como propuestas artístico-estéticas.

La cuestión es otro aspecto del mismo asunto, a propósito de un artículo
que publicara el diario oficial Granma con el título "Señal equivocada".

En aquella ocasión, el órgano del Partido Comunista tomaba como pretexto
el contrabando de receptores del sistema de satélite Direct TV e
implementos relacionados con estos, detectado en la Terminal 5 del
Aeropuerto Internacional José Martí el 24 de junio de 2005, cuando un
ciudadano cubano residente en Estados Unidos intentó sobornar a un
funcionario de la Aduana General de la República con el objetivo de
introducir los mencionados receptores e implementos.

Delito aparte, el autor del artículo vincula arbitrariamente este
contrabando con el capítulo uno del Informe de la Comisión para la
Asistencia a una Cuba libre, "plan anexionista del imperio que pretende
destruir a la nación cubana", en el cual se "concibe una suficiente
distribución de computadoras, radios de onda corta, platos de satélite,
decodificadores, fax y fotocopiadoras a sus empleados aquí".

Es así que el individuo, cubano residente en Estados Unidos, y sus dos
asociados en la Isla, se encuentran ahora sujetos a proceso judicial por
los delitos de contrabando (que establece entre seis meses y tres años
de privación de libertad y multas entre 200 y 1.000 cuotas, o ambas,
según los artículos 233 y 234 del Código Penal) y cohecho (contemplado
en el artículo 152, con penas de entre 2 y 20 años de privación de
libertad y multas de entre 500 y 1.000 cuotas, o ambas).

A la vez, indirectamente, se sugiere que son "empleados del imperio"
para sus "planes anexionistas". Se desconoce qué destino se haya dado a
los equipos incautados por la Aduana.

¿Cultos pero banales?

Después de la obligada y sempiterna diatriba contra las artimañas "del
enemigo imperial" —que probablemente no tenga ni idea de los trasiegos
del contrabandista en cuestión—, se ataca la difusión de ciertos canales
de Miami que se basan en "supuestas distracciones y la cacareada e
hipócrita libre información", en las que se tergiversa la realidad
cubana y abundan "la banalidad, el consumismo y otros arquetipos de la
sociedad capitalista".

Continúa el articulista su catarsis: "La programación enajenante de esos
medios es una afrenta al afán de conocimiento y de superación general
que procuran los cubanos hoy día mediante múltiples programas
verdaderamente educativos". Pero, casi inmediatamente después, cae
sorpresivamente en una flagrante contradicción cuando asegura que "la
distribución ilegal de señales televisivas se ha convertido en un jugoso
negocio para un grupo de personas".

¿En qué quedamos? Si los cubanos de hoy son tan selectivos y exigentes a
la hora de escoger los programas televisivos de su preferencia; si son
tan cultos e instruidos; si su propia televisión cumple, al menos en
alguna medida, sus elevadas expectativas, y si las televisoras
extranjeras ofrecen productos tan deleznables del decadente mundo
capitalista… ¿cómo es posible que la distribución ilegal de señales
televisivas sea "un jugoso negocio" para alguien?

En otras palabras, ¿tan numeroso es el público que adquiere esas señales
que su contrabando resulta lucrativo? Indudablemente, sí.

En realidad, lo que no reseñan los respectivos artículos de Granma y
Juventud Rebelde es la alarmante demanda popular de que goza hoy "la
antena" (como se conoce a los receptores Direct TV que pululan en La
Habana y las poblaciones adyacentes); la creciente sed consumista de un
amplio sector de la población que prefiere pagar los 10 pesos
convertibles (tarifa fija que permite tener "el cable"), antes que
sufrir la programación de la televisión nacional.

Los cuatro canales nacionales persisten en transmitir la fatigada
propaganda ideológica del régimen, las mil reposiciones de series
extranjeras o nacionales, y los programas musicales de pésima factura y
clips pasados de moda.

La prensa oficial tampoco dice que más de 40 años de fatigosa arenga y
decenas de horas semanales dedicadas al reforzamiento del discurso
gubernamental, han dejado un terreno fértil para que germine la simiente
de esas televisoras que tanto critica y teme el gobierno.

Direct TV 1, Mesa Redonda 0

Los cubanos, en su mayoría, están hartos de televisión ideológica y
politiquera: quieren llegar a casa, después de una jornada en la que han
estado trabajando para nada, después de lidiar con el eterno problema
del transporte, de los víveres, y de todas las desgracias que matizan la
vida de la población, y sentarse a disfrutar de un mundo de colores
—aunque sea falso, encartonado o "de mentiritas"—, pero que les ofrezca
una opción diferente de la que tienen.

En los días del aniversario de Playa Girón —uno de los más reforzados en
la propaganda política de Castro—, la televisión cubana retransmitió
hasta tres veces al día los mismos reportajes de siempre, realizados por
aquellos ya lejanos días de 1961; la antológica fotografía del "invicto"
saltando de un tanque —dicen los más suspicaces que después de
finalizados los combates— y otras muchas imágenes donde aparece el
Comandante en sus días de gloria: joven, enérgico, imbatible.

El mensaje subliminal es hacer recordar a los cubanos al líder que fue,
y no la patética figura derrotada por los años, la soledad y la locura
que ofrece el Patriarca en lo que, más que otoño, parece ser un
irreversible invierno.

De cualquier manera, ninguna de las drásticas medidas adoptadas contra
la proliferación de "señales ilegales" (detenciones, decomisos, multas)
ha logrado hasta ahora impedirla: cada vez son más los hogares cubanos
consumidores de esas propuestas, lo que demuestra la falsedad de la
propaganda cuando alude a la población de la Isla como "altamente
politizada" y comprometida con su revolución y con el socialismo.

Al parecer, las golosinas capitalistas que aparecen en la pantalla de
los "suscriptores clandestinos de la antena" son más apetitosas que los
discursos populistas o los himnos de combate.

URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/cuba/articulos/vade_retro_antena

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