Intelectuales partidarios del régimen reflexionan sobre época posFidel
Aunque sectores de la oposición no dan crédito a los académicos próximos
al poder, estos últimos señalan que la solución puede llegar desde una
cierta "autogestión".
Manuel Juan Somoza/ La Habana
Bitácora Cubana, 26 de mayo de 2006 - La Habana (Milenio)
Académicos e intelectuales que residen en Cuba y se declaran partidarios
del sistema sociopolítico vigente en el país desde hace casi 50 años han
comenzado a cuestionar públicamente la validez del “socialismo
estatista” en la era posFidel, al tiempo que reconocen la posibilidad de
un regreso al capitalismo en la isla.
“Las acciones en curso (y las potenciales) decidirán cuál de los
escenarios posibles (el capitalismo dependiente y periférico, el
socialismo estatista y burocratizado o el socialismo libertario) será el
proyecto triunfante donde vivirán las futuras generaciones de cubanos.
Yo apuesto por la última de las opciones” escribió el académico Armando
Chaguaceda.
Profesor de la Universidad de La Habana, Chaguaceda reprodujo ese punto
de vista en una página web de la izquierda europea a la que acceden
frecuentemente intelectuales de la isla, la misma en la que otro
académico local, Pedro Campos, instó a “avanzar hacia la autogestión
obrera y social” como única forma de “garantizar la continuidad
histórica” de la revolución. En el mismo sitio web, el ex agente de los
servicios secretos cubanos, Manuel David Orrio, escribió en enero que “a
Fidel (Castro), Cuba le ha permitido mucho” y advirtió del “peligro” de
que los cubanos pueden considerar que “un retorno al capitalismo
contenga un aspecto justiciero”.
Para analistas y diplomáticos en La Habana resulta significativa esta
proliferación de análisis críticos del presente y el futuro inmediato de
Cuba, donde los medios locales no suelen conceder espacio a tales temas,
sólo abordados hasta ahora por Castro y otros altos dirigentes, así como
por la oposición anticastrista, y teóricos y políticos de izquierda o de
derecha fuera del país.
“No se sabe si las consideraciones de estos académicos obedecen a un
ejercicio del criterio individual y del análisis social o si reflejan
los puntos de vista de algún sector en la alta dirigencia cubana que
quiere crear condiciones subjetivas para el futuro”, consideran
analistas en La Habana para quienes los pronunciamientos públicos de tal
naturaleza “no son comunes” en la isla y suelen implicar “altos costos
políticos”. Castro, quien en noviembre pasado puso en guardia a sus
seguidores sobre la eventualidad de que tras su muerte lleguen al poder
sectores reformistas al estilo de Mijail Gorbachov, ha acusado de “todos
los males” que padece la sociedad isleña actual a las reformas abiertas
en el país en la década de 1990, cuando se crearon espacios a la pequeña
propiedad privada en el sector de los servicios, se repartieron en
usufructo o en cooperativas enormes e improductivas granjas estatales y
se redujo la centralización de la economía.
Sectores de la oposición anticastrista, identificados con el “plan de
transición hacia la democracia” que promueve Washington, no dan mayor
trascendencia práctica a los cuestionamientos académicos. “Es más de lo
mismo, el socialismo no liga con la democracia”, dicen. Pero aun así,
Chaguaceda escribió que “hoy constituye un hecho palpable que Cuba hace
algo de lo que puede dentro de los marcos de un cierto tipo de visión
del proyecto anticapitalista (el socialismo de Estado), pero no alcanza
a ser todo lo que debe acorde a sus potencialidades acumuladas y las
promesas que se ha hecho su propio pueblo”.
El académico dijo que “detrás de toda la escasez y las colas” que signan
la cotidianidad de los cubanos desde hace más de cuatro décadas “se dan
la mano los efectos crueles y ciertos del bloqueo imperialista”, y
también “las barreras puestas al ensayo de fórmulas participativas en la
economía y el peso de una visión hipercentralizada y exclusivista del
rol del Estado, marcada por la impronta del voluntarismo”.
La experiencia cubana es “una realidad sociopolítica con casi medio
siglo de vida, en la cual coexisten un proyecto y un poder, donde el
primero ha sufrido constantemente la usurpación de símbolos, lemas y
espacios por parte del segundo”, consideró Chaguaceda.
Por su parte, Pedro Campos abordó el tema de la corrupción generalizada
en el país desde una perspectiva tampoco frecuente en los discursos
oficiales, que mantienen su apuesta por la estatificación de la
economía, que en Cuba implica desde la comercialización cotidiana de
cigarros, panecillos y cervezas hasta la gestión estratégica de los
recursos petroleros del país. “Al sentirse mal pagados y distantes de
los medios de producción los trabajadores hace ya tiempo vienen usando
en interés propio los bienes y recursos del Estado, en una casi
corrupta, ilegal y desviada especie de autogestión, que sin embargo,
está pautando el camino de la solución”, escribió Campos.
Agregó que “el combate contra la corrupción y el despilfarro (...) sólo
se irá resolviendo en la medida que se vayan solucionando sus causas
económicas profundas, relacionadas con nuestra incapacidad para hacer
productivo ese gran potencial científico y cultural del pueblo, creado
por la revolución, cuyo freno principal se encuentra en una forma de
dirección económica sin control directo de la clase trabajadora, basada
en la centralización de las decisiones”.
La propaganda oficial insiste en que la propiedad estatal “garantiza el
poder del pueblo” sobre la economía, pero Campos discrepa. “La
contradicción fundamental del capitalismo -dijo- radica en que la
producción es cada vez más social, mientras que la apropiación es cada
vez más privada. El socialismo, que debe resolver esa contradicción
(...) hasta ahora, en la práctica ha hecho todo lo contrario: hacer la
propiedad más concentrada en el aparato estatal y por tanto más
concentrada también la apropiación, provocando una agudización aún mayor
de esa contradicción”.
Sin que implique respuesta alguna a estas consideraciones académicas,
Castro asegura sin
embargo que el país vive “su mejor momento económico” con el respaldo de
China y Venezuela, y está forjando ahora una sociedad “enteramente nueva”.
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=2145
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