"Muchos cubanos desean el cambio y están preparados para afrontarlo"
'Santuario de sombras' (Editorial Almuzara) es la nueva novela negra del
cubano Amir Valle, que está noche visita Málaga para presentarla en la
Librería Luces (20.30). Nacido en 1967, el escritor ha publicado más de
15 libros entre ficción, reportajes y ensayos, lo que ha generado que
veteranos como el desaparecido Augusto Roa Bastos hayan dicho que es
"uno de esos narradores natos que no abundan".
el autor. Amir Valle presenta esta tarde en Luces su última novela
acompañado del también narrador Alfredo Taján.
FÉLIX R. CARDADOR
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málaga. Leonardo Padura, Lorenzo Lunar, el uruguayo-cubano Daniel
Chavarría, Amir Valle o el recientemente fallecido Justo Vasco. La
nómina de autores de novela negra cubanos que triunfan en España cada
vez es más amplia. El más joven de ellos es Amir Valle, que regresa
ahora a las librerías con una obra negrísima y dura, Santuario de
sombras, en la que reaparecen sus personajes Álex Varga y Alain Bec para
desentrañar y tratar de hacer justicia en un caso de tráfico de seres
humanos, algo tristemente real entre las costas de Cuba y de Florida
desde ya casi tres lustros.
–Al principio de Santuario de sombras hay una serie de agradecimientos
en los que se intuye que está inspirada en un hecho real. ¿Cómo surgió
la idea de escribir esta obra tan dura?
–Esta novela, al igual que las otras tres de género negro que había
escrito antes, pertenece a una serie que he titulado Descenso a los
infiernos, y que constará finalmente de siete partes. Todas estas
historias nacieron de una serie de reportajes de investigación sobre el
mundo de la marginalidad que yo hice en Cuba y que en principio deseaba
incluir en un libro de testimonio. Eran todos casos reales, pero algunos
de ellos resultaban muy, muy duros, muy incómodos, y pensé que quizá era
mejor narrarlos desde la ficción y con estructuras de género negro. En
este caso, Santuario de sombras se basa en una entrevistas que hice a
una serie de personas entre finales de 1996 y principios de 1997, cuando
comenzaron a conocerse los primeros casos de tráfico de seres humanos en
Cuba.
–El principio de la narración es durísimo, con una escena en la que se
describe una matanza brutal a manos de las mafias de un grupo de
hombres, mujeres y niños que intentan salir de la isla. ¿No le dio
cierto miedo abrir la novela con un hecho tan desagradable?
–Pensé que, literariamente hablando, me tenía que jugar todo a una carta
con ese comienzo. Tenían que ser los seis personajes del libro los que
contasen su perspectiva y sus anécdotas con el mayor dramatismo posible.
Cuando presenté la novela en Madrid hubo gente que me dijo que le había
costado avanzar por la dureza de lo que se cuenta, pero yo pienso que al
leer una historia tan fuerte sobre unos personajes quieres saber lo que
pasa con ellos. Por eso siempre tuve claro que debía comenzar por ahí.
–Sobre la emigración clandestina, da la sensación de qué las mafias se
enriquecen y los EEUU la fomenta para dañar la imagen del Gobierno
cubano mientras que Castro apenas la reconoce y considera culpable las
leyes norteamericanas...
–Bueno, es un tema muy delicado en el que lo fundamental es una doble
condición. La primera, y esto es algo que ya no puede negar ni el
Gobierno, es que en Cuba existe una depauperación económica que dura ya
varias décadas y que ha dado lugar a una importante emigración de gente
que busca una vida mejor. No son exiliados políticos, sino económicos,
aunque es cierto que la intolerancia que hay en Cuba ha dado lugar a que
ambas emigraciones estén ya igualadas. Por otro lado, hay que tener en
cuenta la terrible Ley de Ajuste Cubano, que permite a los cubanos que
pisen terreno norteamericano a través de la emigración clandestina una
serie de derechos que no le conceden a ningún otro emigrante de
Latinoamérica. Estas dos condiciones se comunican y han provocado muchos
años de dolor y muerte. Los últimos estudios estiman que han fallecido
unos 20.000 cubanos por el tráfico de personas.
–Este tipo de problemas coinciden con el Periodo Especial, una etapa de
duras restricciones tras el derrumbe del bloque soviético y la caída del
Muro de Berlín. ¿No ha mejorado la situación?
–Bueno, el Periodo Especial no ha terminado nunca, aunque el Gobierno
diga que ha acabado. No es cierto. En este caso, EEUU y Cuba llegaron a
un acuerdo en 2002 para tratar de luchar contra las mafias y eso ha
provocado una reducción de los casos de tráfico de personas. Pese a
todo, aún son muchos los cubanos que tratan de llegar a Estados Unidos
de la forma que sea. –Cada personaje arrastra un trauma íntimo, pero da
la sensación de que eso es así para buena parte de los cubanos...
–Sí, y esa es una idea que se maneja en toda la serie. Si tenemos en
cuenta que hay dos millones de cubanos en el exterior podemos estimar
que alrededor de la mitad del país padece una separación familiar. Ese
es uno de los traumas, pero no sólo es eso. A los cubanos nos
prometieron un mundo mejor y nos pidieron sacrificio pero después de
cuatro décadas y tres generaciones nadie ha visto el resultado. Después
de tanto tiempo, la desesperanza y la falta de expectativas son también
una cruz muy personal que carga cada uno y que en el fondo carga toda la
isla.
–Otro capítulo comienza: "Cuba es una gran mentira, rodeada de mentiras
por todas partes".
–Sí, y me duele mucho ver que Cuba vive en una burbuja, pero es la
verdad: Cuba, hoy, es una gran mentira. El Gobierno transmite a la
población que allí todo es perfecto y que fuera el mundo se está
acabando. Cualquiera que haya viajado algo sabe que esto no es así, que
ni siquiera existe un lugar que sea perfecto. Pero en Cuba esta idea ha
crecido bajo la intolerancia y el ocultamiento de la verdad, aunque
antes se coge a un mentiroso que a un cojo y al final el pueblo cubano
sabrá la verdad y yo espero que podrá y sabrá decidir su futuro.
–¿Existe una oposición democrática preparada para afrontar un proceso de
cambios cuando llegue una hipotética transición?
–En Cuba se vive ahora un momento interesante: la gente está muy
desilusionada, incluso los que han apoyado a la Revolución, y poquito a
poquito cada uno empieza a decir lo que realmente piensa. El hecho de
que millones de cubanos hayan conocido la democracia al emigrar ha
provocado ciertos cambios y ha influido incluso en los que viven en
Cuba. Lo que va a pasar, de todos modos, nadie lo sabe, pero lo que yo
sí tengo claro es que deben dejarnos a los cubanos que decidamos solos
nuestro futuro, algo que tendremos que hacer después de un momento de
cordura y de perdón entre todas las partes. Ni EEUU ni la Unión Europea
ni nadie deben oponerse ni tratar de imponer nada. Muchos cubanos están
preparados para afrontar un cambio y, es más, desean que llegue.
–El género negro vive en Cuba un magnífico momento. ¿Tiene que ver con
la ausencia de un periodismo libre?
–No creo que la relación sea tan directa, porque el género no vive un
buen momento también en otros países de Latinoamérica. Paco Ignacio
Taibo II ha dicho en alguna ocasión que el neopolicial latinoamericano
vive una etapa de crecimiento porque las sociedades de estos países
necesitan nuevos análisis de su realidad y el género negro, por sus
resortes de intriga, permite que sea asequible para todo tipo de
público. En Cuba, por ejemplo, los escritores de novela negra son los
únicos que se han acercado a los barrios marginales y no sólo están
haciendo realismo, sino realismo costumbrista. O sea, están retratando
como es la vida cotidiana de la gente, algo que nadie hace.
http://www.diariomalagahoy.com/diariomalagahoy/articulo.asp?idart=2479657&idcat=2841
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