Monday, February 20, 2006

Intento de eliminar sangria de combustible no es nuevo

Febrero 20, 2006

Intento de eliminar sangría de combustible no es nuevo

Reinaldo Cosano Alén, Lux Info Press

LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - No es nueva la batida
contra el robo de combustible en las gasolineras que el régimen acomete
con renovados bríos desde el pasado octubre.

En el decenio de 1990 se intentó eliminar el extendido robo, añadiendo
un líquido rojizo en los depósitos de las bases de ómnibus, camiones,
taxis, tractores y autos.

La policía, apostada en las carreteras, detenía a conductores
particulares, introducía una cinta especial de papel en los depósitos de
combustible de sus vehículos que, extraída y expuesta al aire, en
minutos delataba la procedencia ilícita, si la cinta adquiría una
determinada coloración, con el consiguiente arresto del trasgresor.

"Aunque el método de detección del fraude era infalible, la sustancia
química añadida ocasionó serios perjuicios. Fundió una buena cantidad de
motores Barreiros y Mercedes Benz, sustitutos de los motores soviéticos
Zil, de los ministerios del Azúcar y Agricultura", expresó Orestes
Suárez Torres, residente en Ranchuelo, provincia Villa Clara, entonces
obrero de un central azucarero.

Continúa exponiendo Suárez que ante la queja del estado cubano a los
proveedores de motores, creyendo que era un problema de falta de
calidad, los empresarios extranjeros enviaron especialistas a Cuba, los
que determinaron que el líquido extraño era el causante de la
inutilización de los nuevos motores.

Dieciséis años después del fallido experimento con el combustible, el
régimen ha vuelto a la carga a profundidad contra el robo de combustible
de los depósitos estatales, en una operación casi militar que ha cogido
por sorpresa a los dispensadores (pisteros) de combustible, separados de
repente de sus empleos; y con no menos sorpresa a los clientes del
combustible mal habido.

Los pisteros fueron sustituidos por los llamados trabajadores sociales y
estudiantes universitarios que han hecho pausa en sus estudios para
dedicarse a la lucha "contra la corrupción".

En realidad resulta una segunda intervención estatal de las gasolineras.
En 1960, los 1,449 surtidores que existían en el país fueron confiscados
a sus propietarios. Largas varas graduadas de madera eran en el pasado,
y aún lo son, emblemas para conocer la cantidad de combustible en los
depósitos. Tales varas han sido parte de los entresijos de la corrupción
en Cuba y en otras partes, facilitado por la merma -real o ficticia- de
combustible, por escapes de los tanques de acero subterráneos, con un
por ciento fijo y convencionalmente aceptado de pérdida; lo que ha
servido para justificar parte de la corrupción con la venta de
combustible reportado como escape.

Viene al caso recordar que, a partir del decenio de 1970, en el planeta
se comenzó a tomar conciencia de la gravedad medioambiental ocasionada
por los derrames subterráneos del petróleo y sus derivados. Se estima
que un litro de gasolina es capaz de contaminar miles de galones de agua
del manto freático.

En muchos países la ley ha obligado a cambiar radicalmente la
tecnología. Ahora los tanques bajo tierra son de fibra plástica muy
resistente, y dobles. Si ocurre alguna filtración, el depósito que actúa
como forro recoge lo filtrado. En Cuba, los contenedores subterráneos,
en su mayoría, continúan siendo de acero.

Para muchos, la más realista solución o atenuación del grave y universal
problema de la corrupción, tan extendida en Cuba, sería dar rienda
suelta al libre mercado. Pero el régimen, como para desilusionar a
quienes piensan de esa manera, ha declarado, en voz del gobernante
cubano, que "es una batalla contra todos los robos, de cualquier tipo,
en cualquier lugar, y ninguno de nosotros se ha vuelto neoliberal".

Sin embargo, refiriéndose a la intervención de las gasolineras, también
dijo: "Pronto se descubrió que lo que se robaba era tanto como lo que se
contaba. Se robaba casi la mitad, y en ocasiones más de la mitad".
Apabullante realidad.

Las cintas tornasoladas empapadas de gasolina no fueron la solución para
acabar con la corrupción en los expendios de combustible en 1990.
Dieciséis años después, con igual propósito, el régimen juega la carta
de intervenir los servicentros. El tiempo, juez de jueces, dirá la
última palabra.

LUX INFO-PRESS
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