Tuesday, February 21, 2006

Arrogancia sin limites

SOCIEDAD
Arrogancia sin límites

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - Un nuevo ataque contra los
corresponsales de prensa extranjeros en La Habana se ha producido. En
esta ocasión el objetivo ha sido la periodista Vanesa Arrington, de la
agencia de noticias Associated Press, por un artículo sobre la
corrupción en Cuba.

La persona que realizó la descalificación es Orlando Oramas León,
mediante un trabajo aparecido en el periódico Granma, órgano oficial del
Partido Comunista de Cuba, el 13 de febrero.

Su crítica, desconsiderada, no toma en cuenta la objetividad e
imparcialidad de Arrington, quien en su despacho a la vez que expone
cuestiones que todo el mundo conoce en Cuba, también puntualiza su
positiva apreciación por rasgos de los cubanos, subrayando sus
características solidarias y su disposición a compartir, a pesar de sus
carencias, con pueblos necesitados, incluso bien distantes geográfica y
culturalmente.

En el artículo de Oramas León, si algo se destaca, además de sus
injustas imputaciones, es su desconocimiento de la realidad nacional,
increíble en un periodista como él, que además de escribir en Granma
participa con frecuencia en las famosas mesas redondas de la televisión
cubana.

Llama la atención su ataque, sin mencionar el nombre, a quien le señaló
a Arrington que "prácticamente nadie puede vivir en Cuba trabajando
honestamente", lo que aparece recogido en el trabajo de la periodistas
norteamericana. En realidad, el criterio sobre la situación del salario
en Cuba no es original. Puede oírse en esquinas, plazas, transportes,
colas, y en cualquier lugar. Un consenso que está hoy por encima de las
ideologías políticas, porque es lo que viven diariamente los cubanos.

Incluso, altos dirigentes gubernamentales en muchas ocasiones han
reconocido que el salario ha dejado de ser un elemento movilizador de la
productividad, incapaz de motivarla y de sostener la vida de una persona
en las actuales condiciones. Ese elemento también está presente en las
insignificantes pensiones, en una economía que, aunque se niegue, sigue
de forma encubierta bajo el signo de la dolarización.

Según datos brindados en la última sesión de la Asamblea Nacional del
Poder Popular, efectuada en diciembre pasado, los ingresos medios
mensuales de los trabajadores cubanos ascendieron a 398 pesos corrientes
en 2005. Eso significa un equivalente a 15.92 pesos convertibles (CUC),
o sea, 17.82 US dólares, al cambio oficial, sin la aplicación del gravamen.

Pero no todos en Cuba tienen ese nivel de ingreso. El salario mínimo es
de 225 pesos corrientes al mes (9 CUC). La situación de los pensionados,
por supuesto, es mucho peor, cuando más del 50% recibe 164 pesos
corrientes (6.56 CUC) y el promedio de las pensiones podría estar
alrededor de los 200 pesos corrientes mensuales (8 CUC), luego de los
ajustes recientes.

Podría pensarse que en Cuba, con la venta por el racionamiento y sus
precios subvencionados, la situación de los cubanos mejora. En realidad,
hasta 1990 ese sistema permitía subsistir aunque fuera muy austeramente.
No obstante, con la pérdida de las subvenciones del bloque soviético, la
situación ha cambiado desfavorablemente, reduciéndose radicalmente la
cantidad y calidad de los productos vendidos mediante la llamada
"libreta de abastecimiento", al punto que se reconoce oficialmente que
"la distribución racionada de alimentos para toda la población a precios
subsidiados … garantiza aproximadamente la mitad del consumo de calorías
per cápita diarias de los cubanos y cubanas". (Segundo Informe del
Gobierno Cubano sobre el Cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio, Julio, 2005). Muchos especialistas consideran ese criterio
extremadamente optimista, sin entrar a analizar el nivel de suministro
racionado de proteínas y grasas comestibles, todavía en un estado más
catastrófico.

En estas condiciones, la población cada día más se ve obligada a comprar
sus alimentos y otros productos básicos (desde hace tiempo terminó la
venta de ropa, calzado y otros productos por la vía racionada) a los
precios de oferta y demanda. Así, los consumidores tienen que pagar un
litro de aceite a 2.15 CUC, un kilogramo de leche de vaca en polvo de
producción nacional a 5.75 CUC, un kilogramo de muslo y encuentro de
pollo a 2.75 CUC, entre otros productos esenciales para la vida humana
-sin mencionar la carne de res y otros alimentos vedados para la inmensa
mayoría del pueblo- vendidos en tiendas del Estado, cuando a los
trabajadores abrumadoramente no se les paga en pesos convertibles.

Podría preguntarse: ¿Cómo viven los cubanos? En primer término mediante
las remesas, fundamentalmente enviadas por personas que viven en
"territorio enemigo", de las propinas, pero para trabajar en lugares de
acceso al turismo hay que ser "idóneo", ser o parecer obediente al
régimen, acceder a trabajos con extranjeros también con el mismo
condicionamiento político, para lo cual muchos compatriotas tienen que
adoptar formas de vida que muchas veces sus conciencias les reprochan…
La muy mentada y famosa "doble moral", con la subsiguiente pérdida de
valores éticos en el ser humano.

En este contexto, donde la mayoría no puede vivir honestamente de su
trabajo, surgen la corrupción y el delito a los niveles que el propio
Estado ha reconocido. Si Oramas tiene dudas de que eso existe pudiera
leer intervenciones recientes de altos dignatarios cubanos publicados en
el periódico Granma, de los que se derivan hechos tan elocuentes como
que en la segunda ciudad del país se ha estado "desviando" el 80% del
combustible comercializado. Un verdadero récord mundial en materia de
corrupción, que desvela una situación de incapacidad y degradación
impresionante.

El salario en Cuba no es el único problema. Paralelamente, existe una
situación de descontrol de los recursos del Estado debido,
fundamentalmente, a un sistema que en su afán de querer controlarlo todo
no controla nada. Así, hemos llegado a una nueva categoría de
contabilidad, la contabilidad "no confiable", con almacenes donde
existen millones de dólares, en ocasiones sin controles adecuados, o
sea, un paraíso para el robo y la especulación, en un país donde todo
escasea.

Por otra parte, los trabajadores que en su inmensa mayoría por muchos
años creyeron que en realidad estaban construyendo el socialismo, y en
la existencia de un clima de justicia social, hoy están concientes de
que todo ha sido una gran falsedad. Se sienten convertidos en meras
piezas de un mecanismo estatal que no los tiene en cuenta como no sea
para exigirles y explotarlos sin poder defenderse, al no estar permitida
la vigencia de verdaderos sindicatos. Han comprendido la falacia de la
supuesta propiedad social sobre los medios de producción, y la real
creación de un capitalismo de estado regido por un grupo de poder con
intereses distantes de las aspiraciones de los trabajadores.

Este estado de cosas, por supuesto, contribuye también al robo y el
delito, opinión que incluso es compartida por conocidos pensadores
marxistas como Heinz Dieterich, filósofo alemás, quien recientemente, en
su trabajo Cuba: tres premisas para salvar la revolución a la muerte de
Fidel Castro, publicado en la página web Rebelión, apunta: "La propiedad
productiva en Cuba se encuentra, esencialmente, en manos del Estado, no
en manos de las mayorías. Si fuera de las mayorías, las mayorías las
protegerían, porque es de sentido común que nadie se roba a sí mismo. El
hecho de que se la roba y maltrata tiene una lectura irrefutable: la
propiedad estatal es percibida por muchos como una propiedad ajena o
anónima, que se puede privatizar a través del robo".

Como se puede apreciar, las causas de la creciente corrupción en Cuba
tienen sólidas bases en el sistema, y mientras esto no se reconozca y se
actúe consecuentemente, todo lo que se haga contra esa lacra, lejos de
eliminarla, podría contribuir a su crecimiento.

Lamentablemente, Oramas también se deja llevar por los conocidos manejos
de la policía política cubana, para la cual todo el que exprese sus
opiniones sobre aspectos inaceptables presentes en el país o realice
propuestas pacíficas para poner fin a la crisis, en un marco de
reconciliación nacional, se le califica de agente de Estados Unidos. Esa
es una vieja estratagema del totalitarismo en todas las épocas, para
justificar su atropello interno. Se equivoca Oramas al querer imputar a
otras personas sólo ver manchas en el sol, cuando en realidad
mayoritariamente existen tinieblas.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/21a9.htm

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