Sociedad
Cambio de sexo: ¿La otra revolución?
La Habana se prepara para erradicar la homofobia… por decreto.
Manuel Zayas, Madrid
viernes 20 de enero de 2006
Cambio de sexo: ¿La otra revolución?
La Habana se prepara para erradicar la homofobia… por decreto.
Manuel Zayas, Madrid
viernes 20 de enero de 2006
La noticia sorprendió, por qué negarlo: la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) estudiará la legalización del cambio de sexo de personas diagnosticadas como transexuales. Así lo dijo en días recientes Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), al corresponsal en La Habana del diario mexicano La Jornada.
Según sus palabras, la iniciativa permitiría que se legalicen las operaciones, así como el cambio de identidad de esas personas. La propuesta fue presentada ante dos comisiones parlamentarias: la de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; y la de Atención a la Juventud, la Niñez y la Igualdad de Derechos de la Mujer, y recibió respaldo unánime. Actualmente, el proyecto está en fase de consulta, antes de su presentación como propuesta de ley, y su discusión plenaria.
La noticia fue publicada por La Jornada, el 9 de enero de 2006. Según la fuente, la iniciativa se presentó en diciembre último. Sin embargo, tanto el Parlamento como los medios de comunicación oficiales mantienen un silencio sepulcral, dando al asunto importancia de secreto de Estado. Y es lógico: hay que pensar, trazar directrices.
De someterse la propuesta al pleno asambleario, sería la primera vez que en Cuba se discuta públicamente sobre los derechos de los transexuales, lo cual, por una relación irremediable, metería en agenda la defensa de los derechos de los homosexuales.
Después de eliminar la discriminación racial, de las mujeres y de los discapacitados, "¿Cómo no lo vamos a hacer también con las expresiones sexuales diversas? Esta revolución no se puede dar el lujo de esa incongruencia", dijo Castro Espín.
¿Quién es Mariela Castro Espín?
La directora del Centro Nacional de Educación Sexual nació en el seno de una familia acomodada, de jerarcas políticos y militares. Como sus apellidos indican —salvo demostrarse lo contrario—, es hija del matrimonio que formaron el general de Ejército Raúl Castro Ruz, ministro de las Fuerzas Armadas y segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y Vilma Espín Guillois, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas y miembro del Consejo de Estado. Siguiendo la línea familiar: es sobrina del presidente vitalicio, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Esto no es una acusación, sino un hecho.
La biografía pública de Castro Espín dice que fue educadora de círculos infantiles, que se licenció en educación en la especialidad de psicología y pedagogía, e hizo un máster en sexualidad. Desde hace cinco años ocupa el puesto de especialista principal del CENESEX.
Por su formación académica y vínculo familiar con el poder, ella es, sin dudas, la persona más autorizada y con mayor competencia para hablar de sexualidad en Cuba, la más avisada sobre lo que sucede en el mundo en tal sentido. Viajes no le faltan. Parece gozar de cierta impunidad, por sus frecuentes apariciones en la prensa extranjera, haciendo crítica de la homofobia y en defensa de los derechos de los homosexuales y transexuales.
Menciono lo de impunidad no porque el asunto en sí sea reprochable —al menos para mí—, sino porque ha sido la única persona que, desde el mismo poder, ha salido al espacio público cubano a defender esos derechos, según recogen agencias de noticias de medio mundo, nunca las nacionales. Hasta ahora, si algo no se ha permitido, es caer en la grave falta de un revisionismo histórico. En la foto de familia hacia el extranjero, su cara es la única amable.
El posible voto unánime
Algo que distingue a las votaciones efectuadas en el seno de la Asamblea Nacional del Poder Popular es que, casi siempre, o siempre, los resultados de las mismas son unánimes. Es frecuente ver las manos alzadas de todos sus miembros aceptando una propuesta de ley sometida a votación, dentro de una coreografía gestual que no deja espacio al no, ni a la abstención.
Cuando en los años noventa se pidió a los diputados pronunciarse sobre el aumento de las condenas a personas que infringieran tales y más cuales leyes, en varios delitos tipificados como graves y que incluían la pena de muerte, sólo una mano se alzó de las del rebaño para decir que no, que no podía aceptar aquello. Fue la del reverendo Raúl Suárez, director del Centro Memorial Martin Luther King, quien explicó que, desde su posición de religioso, no podía apoyar ni aplaudir la imposición de la pena capital.
Si algo da placer a los funcionarios del poder en Cuba son las estadísticas y la unanimidad. Así de simple. O de complejo: lo que se plantea ahora difícil para los que presiden la Asamblea y sus respectivas comisiones, es redactar un texto legal para legalizar el cambio de sexo, y hacer ver a sus diputados que deben aprobarlo, que los homosexuales no son perversos, ni enfermos, y que dando el paso adelante, Cuba se convertiría en el "primer país del mundo, incluidos los países desarrollados, en legislar en favor de los transexuales". Esto último lo dicen las agencias extranjeras.
Por si algún diputado no lo entiende, habrá que precisar que existe un informe de un tal Alfred Kinsey, realizado entre 1937 y 1948 —el más extenso estudio realizado sobre la sexualidad masculina—, y que dicho informe arrojó la cifra de que entre el 10 por ciento y el 13 por ciento de todos los hombres que viven en una sociedad son homosexuales.
Habrá que repetirle al ilustre diputado que en 1979 un grupo de metodología estadística, dirigido por un tal Paul Gebhard, refrendó esos datos con resultados parecidos, y que es necesario legislar también para las minorías que, según los datos porcentuales del estudio, incluyen a muchos.
Y habrá que decirle que también entre los diputados de la Asamblea hay homosexuales, aunque él no lo sepa ni ningún diputado lo diga. Y explicarle al dedillo qué cosa es eso de los transexuales, y que de lo que se trata aquí no es de aprobar las uniones ni el matrimonio entre personas del mismo sexo, como han hecho otros países, sino de aprobar el cambio de sexo, y sobre todo de convertirse en el primer país del mundo que logra tal objetivo. Y punto.
¿Lo que se avecina?
Después de silencios oficiales de toda índole, incluidos principalmente los que ejercen los medios de comunicación en Cuba sobre la homosexualidad —hablo de la televisión, la radio, las agencias y los periódicos nacionales controlados por el Comité Central y sus dependencias derivadas—, la sociedad cubana mirará incrédula cuanto acontezca. Al fin y al cabo, es una sociedad homófoba por naturaleza y por partida doble —recuérdese que en el país existe otro mal endémico, y es, o ha sido (ya no sé) la homofobia revolucionaria—.
Para salvarse de la vergüenza de tener que dar explicaciones ni hacer el ridículo, el Comandante en Jefe ordenará la tirada de miles —¡¡¡millones!!!— de ejemplares de un manual de comportamiento cívico frente al homosexual, el transexual y los bisexuales, manual que seguramente encargará a los periodistas oficiales y cuanto especialista haya.
Se convocará a un plan de lucha y erradicación de la homofobia, se formará personal para combatirla, se educará al policía en el respeto y la tolerancia, se darán charlas en la televisión y se decretará y anunciará a mil voces: "Cuba, primer país libre de homofobia". En definitivas, ¿no es el cubano el pueblo más culto del mundo?
Igualmente de probable es que nada de eso ocurra. Hasta ahora la única que ha hablado es Mariela Castro Espín. Y, ¿qué ha dicho Mariela?
Cambio en la letra
En el año 2004, en un dossier sobre homosexualidad publicado por la revista Alma Mater —de casi nula circulación en la Isla, pero el único hasta la fecha en analizar el fenómeno—, la especialista señaló:
"Yo no cuento con datos estadísticos ni otras informaciones científicas para demostrar que hay mayor tolerancia, porque de ese tema en específico no hay investigaciones en nuestro país. Sin embargo puedo acercarme a ese fenómeno desde la percepción que como profesional y como individuo tengo. Creo que, ciertamente, desde la década de los noventa hay una mayor aceptación de la presencia de personas homosexuales por parte de la población y de las instituciones públicas. Eso no quiere decir que la contradicción esté resuelta a niveles micro y macro sociales".
Y en otra parte de la entrevista, titulada Más relajados, no más tolerantes, acotó: "En la Constitución de la República todas las personas están amparadas, independientemente de su raza, su sexo, su edad… y, obviamente, ese amparo incluye a las personas homosexuales, aunque no de manera explícita (cuando se explicita algo así se está reconociendo la necesidad de evitar algún tipo de discriminación como la racial, la de la mujer). Por eso, en mi modesta opinión, cuando algún día se le vayan a hacer cambios a la letra de la Constitución, incluiría, explicitaría, la orientación sexual, así como se hace con la condición racial, femenina o etárea".
"Esto no lo considero una urgencia, pero sí creo que en nuestras leyes debemos ser, con respecto a ese asunto, más claros, más evidentes, no sólo para proteger de la discriminación a estas personas dentro de las instituciones públicas, sino también dentro de la institución familiar, porque es allí en muchas ocasiones donde por primera vez resulta transgredida la persona homosexual".
Para resumir sus palabras: ha dicho muy claro que haría falta un cambio en la letra constitucional, relativo a la eliminación de la discriminación por orientación sexual y que no existen estudios sobre la homosexualidad en Cuba.
Un único caso
En las recientes declaraciones al corresponsal de La Jornada, ofreció los siguientes datos en referencia a los transexuales: "De 74 personas que en todo este tiempo se han hecho estudios y tenemos identificados como transexuales, sólo hay 25 diagnosticados, 23 de hombre a mujer y dos de mujer a hombre… algunos están muy bien; a otros les resulta más difícil su situación. Esos 25 están esperando su oportunidad de operarse. Se van poniendo viejos y quieren morir con su sexo cambiado".
En 1995, cuando estudiaba periodismo y colaboraba con la agencia de noticias Prensa Latina, tuve la oportunidad de entrevistar al doctor J.C.R., entonces profesor de una facultad de ciencias médicas, que estuvo al frente de la única operación de cambio de sexo en Cuba, realizada en 1988.
El caso del único transexual operado oficialmente en la Isla fue presentado en un congreso de urología que tuvo lugar en La Habana. Enseguida, agencias de noticias extranjeras informaron que en el país del machismo rampante y con dirigentes de amplia tradición homófoba, se había logrado aquello.
Como es lógico, el doctor y todo el equipo médico debió ser llamado a consulta, investigado y sancionado. La operación no fue ilegal en sí, dada la ausencia de una legislación que prohibiera el cambio de sexo. J.C.R. me lo contó en una sala del Hospital Manuel Fajardo, pero me pidió que no publicara nada. Lo hago ahora, más de diez años después, sabiendo que del caso se ha hablado públicamente.
"Las autoridades decidieron suspender las operaciones hasta que se explicara adecuadamente el fenómeno a la población", dijo la sexóloga a La Jornada. Y parece que las explicaciones del fenómeno llegarán ahora, 18 años después.
Castro Espín calificó la represión a los travestis de hace dos años con estos términos: "todo el mundo entró en la misma bolsa", los policías actuaron "desde la ignorancia y desde el prejuicio", "su actitud no respondía ni a la política ni a la ley, porque ésta no penaliza a una persona que se disfrace de otro sexo".
Una anécdota: en 1994, 13 hombres y 5 mujeres crearon la Asociación Cubana de Gays y Lesbianas, que se reunió periódicamente en un parque habanero hasta 1997, cuando desapareció —la agrupación, no el parque—.
En una de las típicas concentraciones de multitudes, de esas que tienen lugar cada 1º de mayo, el grupito salió a desfilar, portando la bandera del arcoiris, el más internacional de los símbolos homosexuales, y que es también el de la tolerancia. Después de que los aguerridos cubanos que los rodeaban descubrieron el significado de aquel estandarte y que en realidad se trataba de "invertidos" —perdónese el uso de la jerga homófoba—, comenzaron los insultos y hasta los golpes.
El mundo hoy
Para Cuba, según el mapa geopolítico al uso, el mundo comienza en Venezuela: allí, los avances del colectivo gay, lésbico, transexual y bisexual (GLTB) han sido notables en los últimos años.
Heisler Vaamonde, al frente del Movimiento Gay Revolucionario, fundado en 2002, asegura que "ya no se persigue en los locales de ambiente, se nos tiene en cuenta, se apoya el Día Internacional contra la Homofobia y el Orgullo Gay. Sin embargo, seguimos siendo rechazados socialmente porque la homofobia es muy grande en Venezuela… Es evidente que nuestra orientación sexual quiere ser parte de este cambio, y que desde luego, no la contradice. Es la hora de que la revolución haga que de la homofobia se pase al respeto a todas las orientaciones sexuales".
El activista dijo recientemente a El Periódico Gay, de circulación gratuita en España, que entre las propuestas llevadas al Parlamento están la presentación de un proyecto de ley para la igualdad y no discriminación por orientación sexual, la creación de la defensoría GLBT y una reclamación de laicidad del Estado, aunque descartó que por el momento la legalización de uniones entre personas del mismo sexo fuera prioridad.
"Tenemos el apoyo explícito del presidente Chávez y de los partidos de izquierda. No estar en la Asamblea Nacional nos resta capacidad de presión, pero ya no hay excusa: toda la cámara es de izquierdas y tienen el deber moral y electoral de cumplir con nosotros", refirió Vaamonde, quien se presentó como candidato al Parlamento en las elecciones del 4 de diciembre pasado.
Los funcionarios cubanos deben haber tomado nota para no parecer retrógrados. Aunque no hay constancia de que lo hayan hecho. Deberían también mirar hacia el resto del mundo, donde hay varios países que legalizaron las uniones entre personas del mismo sexo y la adopción (Holanda, Bélgica, Canadá y España, en éste último se emplea el término legal de matrimonio, con los mismos efectos tanto para homosexuales como heterosexuales), y otros que reconocen las uniones (Noruega, Alemania, Inglaterra, Argentina, Colombia, algunos estados de Estados Unidos), así como otros donde se avanza y seguramente pronto se legislará (Sudáfrica e Israel).
URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/cuba/articulos/cambio_de_sexo_la_otra_revolucion
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