REPRESION
Ni hablar de esto
Juan Carlos Linares Balmaseda
LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - El pasado 27 de noviembre Alexander Roberto Fernández Rico, de 30 años, viajaba en el ómnibus de la ruta A-1. Lo acompañaban su hermano Javier, un amigo llamado Vladimir Torres y otro joven, todos militantes del Partido Neo Católico, organización de oposición al gobierno cubano.
Conversaban en medio del apretujamiento en que viajaban, sobre las violaciones a los derechos humanos que diariamente ocurren en el país, de las dificultades económicas y políticas, y de las posibles soluciones.
Una anciana se ofendió a causa de la exaltación de los muchachos -la única ofendida dentro de aquel tumulto-, al extremo de decirles: "Hace falta que se monte un policía para que vean el susto que van a pasar".
Después de concluido el viaje, los pasajeros se dispersaron, y pasó entonces un jeep patrulla de la policía. La anciana lo interceptó y habló con los dos agentes. Inmediatamente Alexander, sin ser interrogado, fue esposado y conducido a una unidad de la Policía Nacional Revolucionaria. Lo acusaron por el supuesto delito de resistencia.
Luego de cinco días en el calabozo se mantenía la acusación contra él. Además, se le sumó el cargo de divulgar "propaganda enemiga".
Del calabozo trasladaron a Alexander al tribunal popular municipal de San Miguel del Padrón. Sin abogado defensor ni testigos. El juicio comenzó la mañana del 2 de diciembre. Varios activistas de derechos humanos pudieron entrar en la sala.
Presidían el juicio tres jueces, encabezados por una jueza muy joven nombrada Mildred. Un agente del Departamento de Seguridad del Estado asomó por una puerta lateral, de acceso exclusivo a los integrantes de la corte, y mostró su carné militar. Habló con los jueces en un local aledaño a la sala. La conversación duró unos minutos. Al salir, la jueza pidió una nueva lectura de los cargos y pidió al acusado su versión de los hechos. Alexander se defendió exponiendo su posición de opositor y se declaró inocente.
Uno de sus compañeros pidió la palabra, pero la jueza le impidió declarar. Otro afirmó que era un testigo presencial de los hechos. Sintiéndose presionada por ambas partes, la jueza sentenció: "Si eso no fue registrado en el acta, no consta ante este tribunal".
En la sala corrieron los rumores y las voces de protesta de los presentes. La anciana acusadora no hizo acto de presencia. Tampoco el agente de la policía que condujera al acusado a la estación.
La expresión de varios agentes de la Seguridad del Estado era de disgusto. "¡El juicio se pospone!", exclamó la jueza. Y Alexander fue trasladado a la prisión de Valle Grande.
El nuevo juicio quedó señalado para el 7 de diciembre a las 9 de la mañana, causa No. 730 de 2005. Un número mayor de agentes de la Seguridad de Estado se encontraban presentes en esa ocasión, y no se permitió en la sala a activistas ni amigos de Alexander. Esta vez sí se presentó el agente que lo detuvo.
Este juicio resultó una copia del primero, y Alexander fue condenado a un año de prisión domiciliaria por el delito de resistencia a la autoridad. El joven hizo saber que el tiempo que estuvo en el calabozo lo pasó en solitario, y que sus carceleros no le permitían dormir. Además, por esos días fueron hostigados, detenidos y liberados Manuel Román Alarcón y Luis Alberto Torres, vecinos del municipio capitalino Regla, acusados de ser los autores de varios carteles gubernamentales pintados en las paredes del Poder Popular, en la estación ferroviaria, en la oficina de la vivienda y en la carrocería de un acto policial. Acciones que la policía política relaciona con los miembros del Partido Neo Católico, según denunció uno de sus miembros.
Actualmente, Alexander Roberto Fernández Rico espera por el fallo del recurso de casación en su domicilio de San Miguel del Padrón.
No comments:
Post a Comment