¿QUÉ PODEMOS ESPERAR EN EL 2006?
Por Eugenio Yáñez *
Colaboración
Miami
Florida
E.U.
La Nueva Cuba
Diciembre 30, 2005
El año 2006 se nos viene encima, cargado de promesas, pronósticos,
preocupaciones y tensiones en las relaciones internacionales. Nada distinto,
en realidad, de lo que siempre sucede a finales de Diciembre de cada año.
Recordemos Diciembre de 1918: había terminado la "Gran Guerra" (todavía no
hacía falta numerarlas) y Europa y el mundo entraban en un proceso de paz;
todavía no estaba claro lo que sucedía en la Gran Rusia de Pushkin, y nadie
podía pronosticar la debacle de 1929, el ascenso del militarismo en Japón,
el "welfare" de Roosevelt, o el futuro de un cabo alemán de nombre Adolf o
de un Mesías italiano llamado Benito, ni las consecuencias de los estudios
teóricos de un físico de nombre Albert que cobrarían fama mundial en
Hiroshima y Nagasaki en 1945.
Recordemos Diciembre de 1945: tras un final victorioso de la sensatez y el
derecho en la Segunda Guerra Mundial (hubo que numerarlas), se abría una era
de paz y prosperidad universal, no existía el concepto de "guerra fría", la
descolonización era una necesidad, y el mundo pensaba que nuevas
instituciones internacionales garantizarían la seguridad de todos: entonces
todavía no había corrupción en las nuevas y flamantes Naciones Unidas, ni
dictadores como Khadafi o Fidel Castro acusarían a Estados Unidos de violar
los derechos humanos, ni la futura UNESCO otorgaría un premio a Hugo Chávez,
ni los gobiernos argentinos necesitarían acusar al Banco Mundial y el FMI de
los males creados por la ineptitud y el populismo.
Recordemos Diciembre de 1989: con el Muro y la leyenda en ruinas, y sus
escombros como souvenirs, quedaban sin trabajo los guerrilleros
incendiarios, que deberían esperar al siglo XXI para saquear McDonald´s y
apedrear vidrieras, ahora en nombre de la lucha contra la globalización, los
comunistas se reciclaban, la URSS se desmoronaba, Castro y Kim Il Sung se
atrincheraban en el pasado, Milosevic creía poder continuar el genocidio
impunemente, Saddam Hussein planeaba anexar Kuwait, Tirofijo se enriquecía,
Arafat continuaba mintiendo y posando como estadista mientras engrosaba sus
cuentas secretas, Osama bin Laden cocinaba su delirio terrorista en el
Sudán, y había quien pronosticaba el "fin de la historia".
Ahora se trata de Diciembre del 2005: ¿Qué podemos esperar para el 2006?
Todo y nada. Más de lo mismo. ¿Que todo cambie para que nada cambie, o que
nada cambie para que todo cambie?
Los centros de tensión mundial seguirán estando principalmente en Medio
Oriente y el Asia Central. No será un conflicto de civilizaciones, pero sí
un enfrentamiento brutal.
En la medida que Israel perciba, con bastante razón, que Irán se está
acercando al punto de no retorno en su capacidad de fabricar armas
nucleares, las presiones y las tensiones se multiplicarán. Los israelíes no
se van a conformarán con garantías estadounidenses de que serán protegidos,
y se verán tentados a repetir sobre los iraníes la medicina aplicada a los
irakíes de Saddam en los ochenta. Aunque Estados Unidos no aprobaría una
incursión de ese tipo pasando sobre territorio irakí o saudita, la ruta a
través de Turquía no puede desecharse. Apostando a su imprescindible
supervivencia, los israelíes buscarán cualquier medio de llegar hasta el
gigante persa, y los turcos tampoco ven con buenos ojos un Irán nuclear, por
lo que un entendimiento en este tema no es nada absurdo. Y después del "fait
accompli" de un ataque fulminante y las instalaciones nucleares destruidas,
no importa lo que griten los demás: Israel estará más seguro.
En Irak Estados Unidos reducirá poco a poco su presencia militar, en parte
por el fortalecimiento de las instituciones irakíes y en parte por la
cercanía de las elecciones al Congreso en Noviembre del 2006, donde los
demócratas presionan continuamente con el tema de las tropas en el
extranjero. El gobierno legítimo de Irak se fortalece continuamente, y si
logra controlar la bufonada que está resultando el juicio contra Saddam
Hussein, donde reciben más publicidad los exabruptos del tirano que las
tumbas masivas que continuamente aparecen, el país se estabilizará poco a
poco. Son muchas las posibilidades de que el máximo terrorista en Irak, el
fanático al-Zarkawi, pase a mejor vida: sus actos cada vez más
indiscriminados le generan la repulsa de la población, y cada vez recibe
menos apoyo; la experiencia con el juicio de Saddam seguramente propiciará
una "muerte en combate", si son los irakíes quienes van directamente a su
captura: los muertos no hablan.
Palestina seguirá siendo asunto sin resolver. A pesar de las presiones
internacionales y las euro-ilusiones, los grupos se siguen disputando el
poder: Abbas tiene más credibilidad que el finado Arafat, pero no se decide
a utilizar a su grupo, al-Fatah, para eliminar a los extremistas, y aunque
pudiera hacerlo, pretende contemporizar y negociar como estadista. En la
lógica palestina, si Fatah no los destruye antes, serán Jihad Islámica, los
Mártires de al-Aqsa y Hezbollah, aún con la mentalidad de 1949 de "arrojar a
los israelíes al mar", y aupados y financiados por el extremismo iraní,
quienes destruirán a los menos radicales de Fatah, incluido Mohammud Abbas.
Estados Unidos seguirá siendo el blanco de ataques mundiales, no tanto por
sus culpas como por su pujanza. Continuará el peligro de un ataque
terrorista en gran escala, y mientras el país quiera, a la vez, hacer el
amor y mantenerse virgen, continuará el debate nacional, con la ACLU, los
anti-religiosos y los nihilistas encabezando las cruzadas. Afortunadamente,
el Presidente Bush, que podrá ser no demasiado simpático a veces, y que no
se caracteriza por su brillantez intelectual, entiende perfectamente todo lo
que está en juego en el tema del terrorismo, y no se anda por las ramas:
quedará a la Suprema Corte, en última instancia, determinar la
constitucionalidad de sus medidas, pero mientras esto no suceda, al menos
hasta Enero del 2009 los terroristas no van a ver sus cosas fáciles.
Hay serias posibilidades de que Osama bin Laden, o su segundo, Ayman al
Zawahiri, sean eliminados en 2006, aunque la "ingenuidad" de la prensa
americana se refiera a la palabra "asesinato" en vez de "ajusticiamiento".
El silencio de la CIA y las agencias de seguridad estadounidenses, lejos de
reflejar despiste, parece sugerir que las pistas cada vez se calientan más y
los probables territorios de escondrijo se reducen continuamente. Si fuera
bin Laden, el terrorismo como tal, perdiendo su figura emblemática, sufriría
un golpe definitivo, pero si fuera su segundo de cualquier manera sería un
golpe devastador y echaría por tierra la leyenda de invencibilidad de los
generales de Alá luchando frente a los "cruzados"
La economía seguirá prosperando, aunque su ritmo de crecimiento irá
perdiendo un poco de velocidad, aunque sin llegar al estancamiento. La
globalización seguirá avanzando aunque los energúmenos destrocen vidrieras
en Mar del Plata y Hong Kong: para Estados Unidos es vital el crecimiento
del sector terciario en el mundo: telecomunicaciones, alta tecnología,
computación, software, es lo que realmente crea las verdaderas riquezas en
la actualidad, no el petróleo de Chávez ni el gas natural de Evo Morales.
Habrá avances en la eliminación de restricciones aduanales y barreras
comerciales, no todo lo que piden muchos, pero más de lo que ha sido hasta
ahora. Los "explotadores imperialistas" necesitan del más amplio mercado
consumidor para convertir sus esfuerzos en beneficios, algo que ni los
marxistas ni los nacionalistas extremos o los teóricos de "la periferia"
nunca entendieron ni en el siglo XIX, ni en el XX, ni tampoco ahora.
Europa tendrá situaciones difíciles, y seguirá temiendo razonablemente un
zarpazo de los terroristas: aunque se piensa mucho en Roma y París como
blancos, no puede destacarse un criminal ataque de al-Qeida en Varsovia,
Sofía, Kiev, Copenhague o Ámsterdam, por su apoyo a las fuerzas aliadas en
Irak y Afganistán. Me inclino a pensar que Varsovia y Sofía serían más
vulnerables, dados los niveles de imprecisión con que todavía funcionan las
fuerzas de seguridad en esos países.
La Unión Europea tiene varias pruebas de fuego por delante: la admisión de
Turquía, que cumple con los requisitos, pero no gusta demasiado a algunos
por los problemas que podría generar con una mayor inmigración
indiscriminada, siendo que la actual, desde el norte africano, va resultando
una carga demasiado pesada; la Constitución europea, que después de los
votos negativos de este año quedó como "pasmada", y los diferendos entre las
llamadas "derechas" del liberalismo económico y las "izquierdas" del
paternalismo subvencionado. Y más aún, el terrible complejo que les hace ver
a los americanos como prepotentes, advenedizos e ignorantes, y no como
socios, aliados y contrapartes amistosas frente a los peligros comunes. Ser
anti-yanki ahora es más fácil que cuando los "Panzer" alemanes se paseaban
por Europa, o los T-55 estaban estacionados en la Puerta de Brandeburgo.
Gobiernos aparentemente fríos e indiferentes hacen prosperar sus economías y
mejoran el nivel de vida de sus poblaciones, mientras los "preocupados" por
los pobres sufren estancamiento, inflación y paro. Mientras el paternalismo
se estanca en España, Francia, Alemania y Suecia, con sus presupuestos
mastodónticos y seguros de desempleo que darían envidia a muchos
profesionales del Tercer Mundo, pero que no pueden mantenerse eternamente,
Inglaterra, Irlanda, Italia y los Países Bajos continúan creciendo.
Rusia tendrá que definirse: a veces se siente europea, a veces asiática y
tercermundista. Las glorias pasadas de superpotencia no sirven por sí mismas
para elevar el nivel de vida de su población, no sabe como resolver el
problema chechenio, y aunque se proclama demócrata, no puede disculparse
ante las ex repúblicas "hermanas" bálticas ni se detiene en provocar una
aparente fulminante enfermedad en un candidato de otra ex república
"hermana" que no resulta de su agrado. En el plano económico, la mafia no
puede ser una alternativa del GOSPLAN centralizado y la KGB, y no se puede
olvidar que la inexistencia de un sistema económico definido y estable pone
en peligro los frágiles avances democráticos que se puedan haber logrado.
Mientras China habla de comunismo y desarrolla el capitalismo, los rusos
hablan de capitalismo pero no acaban de erradicar el comunismo. Y nos guste
o no, sus arsenales cuentan todavía con cabezas nucleares y cohetes para
transportarlas que pueden incinerar al mundo varias veces.
China, todo lo contrario, seguirá hablando de comunismo y desarrollando el
capitalismo. El diferendo con Taiwán, sorprendentemente, no pasará más allá
de la retórica, y cuando el lidercillo de Corea del Norte se sobrepase en
sus bravuconerías, lo mandarán a callar. El problema fundamental se
presentará con Japón, no tanto por un diferendo histórico casi genético,
como por las esferas de influencia geopolítica y económica en el Pacífico y
el Índico. Los "tigres" de Taiwán, Hong Kong, Malasia, Singapur y otros
estados emergentes son en última instancia chinos de ultramar, pero los
japoneses no sobrepasan su archipiélago, y este factor, en la cultura
asiática, puede ser determinante.
En el plano militar, China sabe que no es una alternativa real al poderío de
Estados Unidos, y sus conceptos de que se pueden perder 200 ó 300 millones
de chinos para ganar una guerra son más de la fábula de Mao que del
pragmatismo actual de sus gobernantes. Seguirá desarrollando muchos negocios
en gran escala con Estados Unidos y Occidente, mano de obra barata a cambio
de tecnología, y aliándose con gobiernos dirigidos por personajes
buscapleitos como Cuba, Irán, Venezuela y Corea del Norte mientras los
necesite, y seguirá preparándose para la "Gran Marcha", esta vez hacia
delante, tal vez dentro de cincuenta años. La paciencia es una virtud china,
y al fin y al cabo, cuando el Mayflower tocaba las costas de América la
civilización china tenía más de cinco mil años. ¿Qué importa esperar
cincuenta años más?
África, "el continente de la esperanza", la ha perdido casi toda, a no ser
la esperanza de que le condonen sus deudas y les entreguen más ayuda
financiera. Casi todos los líderes de la descolonización resultaron un gran
fiasco, toleraron la corrupción si no participaron en ella, proclamaron su
cultura nacional admirando en secreto a Occidente, coquetearon con el
comunismo solo para buscar apoyo o legitimidad, establecieron dictaduras
brutales o gobiernos patriarcales vitalicios, se enfrascaron en guerras
fraticidas que no tienen fin, los índices de salud y educación de sus
naciones se deterioran, el SIDA diezma sus poblaciones, bregan con economías
estancadas o en franco retroceso, y son los creadores de los llamados
"estados fracasados" como Somalia y Sudán, y otros en vías de fracasar como
Etiopía, Congo o Níger.
Tan mal están las cosas por África que fue el terrorista libio, Muamar el
Khadafi, quien tuvo que venir a rescatar la muy inoperante Urganización de
Unidad Africana (OUA), para sustituirla con la no menos inoperante Unión
Africana, pues no había otro gobernante africano disponible para tal tarea:
distancias ideológicas y morales aparte, del África con líderes como
Senghor, Hupphet-Boigny, Nasser, Nkrumah, o Touré, se ha pasado al África de
Khadafi, Dos Santos y Mugabe, después de la de Mobutu, Amin Dada, Kabila y
Mengistu. La noticia sería que con tales líderes pudieran prosperar.
Del otro lado, por "allá abajo", Australia y Nueva Zelanda prosiguen su
democracia capitalista silenciosa, expandiendo su influencia occidental y su
desarrollo económico y prosperidad por los siete mares y sus costas
adyacentes. Aunque a veces solo se recuerdan cuando cenamos carnero (lamb) o
celebran Olimpiadas, su firme compromiso con la democracia y la civilización
occidental les han granjeado el odio de los terroristas, y una fuerte
presencia musulmana, aunque no necesariamente árabe, se está convirtiendo
cada día en una amenaza potencial. Junto a Indonesia y Filipinas sufren la
acción de una rama independiente de terroristas con relativa fortaleza, y no
pueden descartarse acciones brutales del terrorismo, como ha ocurrido ya en
Indonesia y Filipinas, contra las dos naciones angloparlantes: Sydney es
blanco preferido de los extremistas fanáticos, y si no se ha producido un
zarpazo ha sido porque no han podido, no porque no quisieran.
En América Latina los eventos serán complejos. Con varias elecciones
presidenciales en 2006, y Castro, Chávez, y ahora Evo Morales, halando la
troika antimperialista, bajo aplausos de Kirchner, Lula, Vázquez y algunos
otros, el discurso anti neoliberalismo y antiamericano se recrudecerá. El
detalle de que el único país donde de verdad se aplicó un modelo neoliberal,
Chile, es el único que va camino directamente al Primer Mundo, con
independencia de quien sea electo Presidente, no cuenta para los
escandalosos.
En Perú y Ecuador ganan posibilidades electorales quienes agitan banderas
similares a las de Evo Morales, Paraguay no tiene demasiadas alternativas
flanqueado por Argentina y Brasil, y el colombiano Álvaro Uribe, si fuera
reelecto, se va quedando solo. Los aliados centroamericanos, aunque
sinceros, no tienen la pujanza económica de los suramericanos, y México, un
coloso, cada vez parece condicionar más su alianza con Estados Unidos al
problema migratorio. Si Estados Unidos no desarrolla una política
inteligente hacia América Latina, lo cual no significa aceptar bravuconadas
y chantajes, pero sí buscar acercamientos propicios, Granma se dará gusto en
el 2006 atacando al imperialismo.
¿Y de Cuba qué? Lamentablemente, más de lo mismo, a no ser que la biología
acelere un desenlace. Seguirá la intromisión, ahora más que nunca, en
América Latina (ya África perdió importancia), la represión a la oposición y
cualquier manifestación de disidencia, y el empeoramiento de la situación
económica, aunque el discurso oficial autista proclama crecimientos anuales
de dos dígitos.
El enfrentamiento al "brutal imperialismo" se recrudecerá, y el tono pasará
del lenguaje culto que hubo alguna vez a la chusmería, como ha venido
sucediendo últimamente. Los "intelectuales de izquierda" en todo el mundo
seguirán mereciendo su mísero salario por defender lo indefendible, y los
continuos insultos contra todos los que no apoyen incondicionalmente al
régimen se multiplicarán.
Algunos adláteres cercanos al Parnaso cambiarán de suerte, y de la guayabera
pasarán al payama (pijama, para los no cubanos). Alarcón y Pérez Roque
pueden seguir siendo necesarios, pues el cinismo del primero y la brutalidad
(brutal, no bruto) del segundo se complementan para crear un perfecto
Embajador de la revolución cubana, algo así como un arma binaria caribeña.
Por consiguiente, puede ser Carlos Lage, si es que el Ministro de Economía
sigue dando cifras de crecimiento de dos dígitos y el Presidente del Banco
continúa revaluando la moneda nacional a base de tilo y aspirina, porque no
de riqueza.
Otro posible difunto en el banquete de Saturno podrá ser alguno de los
papagayos televisivos de la Mesa Redonda, poder efímero aunque no real, sea
porque dijo lo que no debía o porque no dijo lo que debía: tanto exposición
televisiva continua les va creando un aura que no es bien visto por el dueño
de las auras (y hasta de las tiñosas).
Habrá vacantes biológicas, normales. No se trata de desearlo o promoverlo,
sino del paso inexorable de los años. Algunos de los "históricos" serán más
"históricos" todavía después de los funerales, y siempre se destacará su
fidelidad al Comandante en Jefe. De acuerdo a quien o quienes sean los que
desaparecen, podrá alterarse la correlación de fuerzas subterráneas que
existe y se prepara silenciosamente para "eso" que no se menciona pero todo
el mundo espera, y que es más urgente mientras peor se pone "la cosa".
Si fuera su hermano Raúl Castro el fallecido, entonces los escenarios se
complicarían extraordinariamente. La falta de un "sucesor oficial" no le
interesaría llenarla al Máximo Líder con alguien que no podrá ser tan fiel
como su hermano, y de ese tema él sí conoce bastante: muy probablemente, se
concentrará más aún en pasar la bandera y la antorcha incendiaria a Hugo
Chávez en Venezuela, y de lo que suceda en Cuba tras su propia muerte, allá
los que queden detrás.
Y si la biología requiriera que sea el Comandante en Jefe quien desaparezca
de la escena, entonces ¿qué pasaría? Hay muchos criterios, y puede ser un
debate demasiado extenso. Al menos para los primeros momentos, sería bueno
leer "SECRETO DE ESTADO. LAS PRIMERAS DOCE HORAS TRAS LA MUERTE DE FIDEL
CASTRO". Ahí hay muchas claves para entender lo que puede suceder.
Se nos acaba el 2005, y siempre sería mejor un pronóstico más optimista,
pero el análisis serio no permite escribir lo que deseamos, sino lo que
puede suceder. Ojalá en muchas de estas ideas esté equivocado, y el mundo
marche mucho más tranquilo hacia la democracia y el estado de derecho, la
paz y la prosperidad.
A los enemigos deseo que Dios les de lo que cada uno se merezca. ¿Serán
ellos capaces de desearnos lo mismo a nosotros?
A todos los lectores de LA NUEVA CUBA que me honran continuamente leyendo lo
que escribo, les deseo un muy feliz 2006. Y a todo el equipo altamente
profesional de LA NUEVA CUBA y su director, les deseo un año excelente y
feliz, y de mucho más éxito y crecimiento que en el 2005, que ha sido
considerable.
* Eugenio Yáñez es analista, economista y un especialista en la realidad
cubana. Ha publicado varios libros y junto a Juan Benemelis es autor de
"Secreto de Estado. Las primeras doce horas tras la muerte de Fidel Castro"
(Benya Publishers, Miami, mayo de 2005).
http://www.lanuevacuba.com/archivo/eugenio-yanez-16.htm