Friday, November 04, 2005

Las manos del Che

Las manos del Ché
( Rubén Cortés )
( 2005-11-03 )
 
La orden del general Ovando, jefe del Ejército de Bolivia, al ver el cadáver del Ché Guevara fue que le cortaran la cabeza y las manos para obtener una identificación absoluta del cuerpo. Pero el agente cubano de la CIA, Félix Rodríguez, lo convenció de que con las manos bastaba.
—Ustedes van a quedar a los ojos del mundo como una tribu de salvajes si le arrancan la cabeza, general —comentó Rodríguez, quien todavía vive y reside en Miami.
Ovando le hizo caso y el doctor Abraham, otro militar boliviano, amputó las manos que, el domingo pasado, volvieron a ser noticia, pues el diario Clarín, de Buenos Aires, reveló que fueron unos peritos argentinos quienes identificaron las huellas.
El Clarín publicó la investigación como gran exclusiva y la vende en 400 dólares a quien quiera reproducirla. Firmada por la periodista María Seoane, acaba con reclamo: “Alguien deberá contar el final, y con precisión oficial esta historia, sea Estados Unidos o sea Cuba”.
Sin embargo, Fidel Castro ya dijo eso el 26 de julio de 1970 delante de un millón de personas en la Plaza de la Revolución de La Habana, al informar que el ministro del Interior de Bolivia, Antonio Arguedas, le había hecho llegar copia del diario de campaña, la mascarilla mortuoria y las manos amputadas del Ché.

—¿Debemos enterrarlas (las manos) o conservarlas? —preguntó.
—¡Conservarlas, conservarlas! —respondió la muchedumbre.
Así estuvieron hasta que el 17 de octubre de 1997 fueron inhumadas en Las Villas junto con los huesos del Ché, trasladados desde el cementerio clandestino de Vallegrande, donde los había sepultado —el 9 de octubre de 1967 a las 2:45 de la madrugada— el cubano agente de la CIA, Gustavo Villoldo, quien ahora tiene una granja en Florida.

El discurso en el que Fidel Castro pregunta a los cubanos qué hacer con las manos del Ché fue contado por Gabriel García Márquez en un párrafo de un reportaje memorable: El destino de los embalsamados:

“Por fortuna, Cuba sentó un precedente ejemplar para este lado del mundo con las manos del Ché Guevara, que fueron cortadas por la CIA para una identificación de fondo por las huellas digitales. Un antiguo funcionario del gobierno boliviano que desertó de su cargo las llevó después a La Habana, y no faltó quien sugiriera la idea de conservarlas para el culto público. Fidel Castro, que tiene la buena costumbre de llevar estos problemas hasta la última instancia, lo consultó con las muchedumbres en un acto de masas. La respuesta, que era la que Fidel esperaba, fue unánime y rotunda: ¡nones!”,

Como sea, Fidel Castro las tuvo gracias a Arguedas, quien —en su condición de ministro del Interior de Bolivia— recibió el encargo de deshacerse de ellas, pero lo que hizo fue guardarlas entre unas tablas debajo de su cama, junto con la mascarilla. Antes había mandado el diario a Cuba, a través de un amigo suyo llamado Víctor Zannier.
Una tarde fue acribillado a balazos en el centro de La Paz y estuvo a punto de morir. Aun convaleciente, llamó a Zannier y le indicó cómo hacer llegar a La Habana el paquete que escondía debajo de la cama.
Agente confeso de la CIA, simpatizante del sistema cubano y de la izquierda armada chilena, vinculado al narcotráfico en Bolivia, Arguedas murió en febrero del 2000, a los 72 años, cuando una bomba que él mismo cargaba explotó y le abrió el abdomen.
En fin, ojalá la información de estas cortas líneas (comprobable con dos piquetes en Google) resuelva el interés de Seoane por conocer “hasta el final” y “con precisión” si las manos del Ché están en Cuba o en Estados Unidos.

¡En Cuba, colega, están en Cuba!... desde hace 35 años y 100 días.

rcortes@cronica.com.mx

http://www.cronica.com.mx/nota.php?idc=210375
 

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