Saturday, November 17, 2012

La importancia de una multa

La importancia de una multa
Jueves, 15 de Noviembre de 2012 15:15
Escrito por Ramón Díaz Marzo

Cuba actualidad, Habana Vieja, La Habana, (PD) Una multa, una pequeña
multa, una minúscula multa, es como la primera gota de agua de las
millones de gotas que cayendo lenta o rápidamente le abrirán un hueco a
la piedra más poderosa e inteligente.

No por gusto Frank Kafka escribió "El Proceso" para demostrarnos que la
Ley es una telaraña letal e indescifrable donde si caemos pudiéramos
podrirnos en un infierno inmerecido.

El pasado 12 de septiembre llegó a mi edificio un grupo de inspectores
acompañados de dos miembros de la policía, y le impusieron 100 pesos de
multa a cada núcleo familiar. La explicación que le dieron a cada núcleo
familiar fue que la multa era una medida profiláctica para que los
habitantes del edificio mantuvieran la limpieza en los pasillos y no
arrojaran más paquete de mierda hacia el pozo ciego de un ascensor que
hace muchos años dejó de funcionar porque sus piezas de reemplazo son de
manufactura norteamericana.

El asunto que me preocupa es que 100 pesos es demasiado dinero para
personas de la tercera edad que reciben un retiro de 200 pesos al mes y
estoy seguro que nunca han dejado descaradamente paquetes de basura en
las escaleras y los pasillos de mi edificio.

La solución sería poner cámaras de vigilancia en todos estos edificios
para saber quiénes son los que cometen el vandalismo de ensuciarlos.
Pero ¿cómo se le van a poner cámaras ocultas a estos edificios
decrépitos que se están cayendo sin antes restaurarlos?

Nos dijeron que la orientación de poner la multa venía "desde arriba".
Ese desde "arriba", en el neolenguaje de los revolucionarios, me pareció
tan absurdo como la novela del escritor checo.

¿En qué plano, en cual dimensión, se encontraba ese "desde arriba"?

Es cierto que la autoestima de la población cubana ha tocado fondo y que
el nuevo relevo (los jóvenes) en la mayoría de los casos carece de la
ética que nos inculcaron nuestros abuelos. O quizás algún día la ciencia
descubrirá que la ética y el honor personal vienen de nacimiento en el
paquete natural del ADN.

Lo cierto es que ese "desde arriba" no tiene un basamento íntegro para
estarle poniendo multas a la población. Recordemos que estos viejos
edificios fueron expropiados a sus verdaderos dueños en los primeros
años de la revolución. Ellos eran los que imponían las reglas de
convivencia a sus inquilinos. Aquél inquilino que se comportara como un
antisocial con sus demás vecinos tenía que irse del edificio. Los dueños
del edificio donde vivo y de todos los edificios de la Habana Vieja y
Centro Habana tenían un encargado que vigilaba a los vecinos y cuidaba
sus necesidades. Pero entonces llegó la Revolución con su utopía de que
los edificios son del pueblo y luego nos dio la espalda. Y este es el
resultado: edificios que se desploman cuando sopla el viento, pasillos
sucios, escaleras rotas, promiscuidad entre vecinos, negativo respeto a
la vida privada de las personas en nombre del chisme, el descaro, y los CDR.

Y ahora para colmo el Sr: Raúl Castro nos dijo en el 6to Congreso del
Partido Comunista de Cuba que el Estado no puede reparar aquellos
edificios múltiples que le fueron quitados a sus legítimos dueños en
nombre de un pueblo al que se le atribuía una condición humana con
conciencia superior.

La realidad es que el Estado totalitario ha incurrido en el
incumplimiento de su responsabilidad al darle la espalda a la
reconstrucción de una sociedad que el propio Estado, valga la
redundancia, promulgó y estimuló en los primeros años de la revolución.

Sus consecuencias son poner en peligro la vida de las personas que
habitan estos inmuebles y dejar en manos inexpertas y sin la debida
responsabilidad y planificación el mantenimiento y reconstrucción de una
ciudad que está desaparece lentamente.

Así, tenemos que para algunos asuntos el Estado Totalitario es el único
mediador y para otros no. Nos encontramos en una encrucijada política y
filosófica. Si los dueños de edificios eran unos explotadores al
cobrarle el alquiler a los inquilinos y estaban obligados por la ley a
darle mantenimiento a su propiedad una o dos veces por año, y después el
pueblo "tomó el poder" y los encargados de cada edificio desaparecieron
paulatinamente con el deterioro socio-político de la propia revolución y
ahora unos llamados Consejo de Vecinos son incapaces de mantener el
orden y la pacífica convivencia, estamos ante un resultado que nos lleva
a una pregunta: ¿no sería mejor pagarle el alquiler a un dueño de
edificio antes que vivir en usufructo gratuito pero rodeados por el caos?

Hete aquí el gran dilema del socialismo vs capitalismo. Ambos sistemas
políticos son imperfectos y es mi parecer que aquí, calculando a larga
distancia a nuestras sociedades y sus políticos, no tendremos más
alternativa que aceptar la convivencia en la diversidad de estas
estructuras políticas si realmente queremos alcanzar la justicia social.

Por lo pronto, que un grupito de inspectores anden por la ciudad
recaudando dinero con sus multas, alegando que la orden viene "desde
arriba" (y los que viven "desde arriba" viven en lujosas mansiones y
gastan y consumen más que cualquier capitalista) no le otorgará a
nuestra sociedad la solución de sus problemas.

Si bien es cierto que el capitalismo especulativo, al que no le preocupa
el destino de los pobres del mundo, algún día desaparecerá, cuando el
hombre alcance una alta percepción de su conciencia, más pronto
desaparecerá del planeta todo tipo de totalitarismo de estado,
nepotismo, mafias políticas, y toda sociedad que no respete el pleno
derecho de cada individuo a su libertad y desarrollo, para sí mismo y
para los demás.

Para Cuba actualidad: ramon597@correodecuba.cu

http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/5764-la-importancia-de-una-multa.html

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