Friday, April 20, 2012

Qué modelo necesita Cuba?

Publicado el viernes, 04.20.12

¿Qué modelo necesita Cuba?
Ariel Hidalgo

Imaginen grandes empresas foráneas y hasta gobiernos solicitando
créditos de bancos cubanos y una política para frenar el alto flujo
migratorio hacia Cuba de extranjeros –incluyendo norteamericanos–, y
oleadas de inmigrantes ilegales que, en vez de cruzar el río Bravo, se
desvían para atravesar el mar Caribe en infinidad de embarcaciones.
Semejante escenario futuro es posible en dependencia de qué sistema se
instaure en Cuba.

En la aspiración a un modelo viable, las propuestas varían, desde China
y Viet Nam hasta Chile, Suecia, Bélgica y Estados Unidos. ¿Pero basta un
estado de derecho al estilo democrático representativo, donde esos
derechos, reconocidos en las leyes, se violan en el mundo real del
dinero, en tribunales, cabildeos congresionales y campañas electorales?
Porque si bien no hay democracia donde un grupo en el poder impone los
candidatos y los trabajadores son sometidos a largas jornadas por un
magro jornal, tampoco la hay cuando esos candidatos dependen de
contribuciones de campaña que los poderosos pagan como soborno
anticipado y donde se intenta compensar los bajos salarios con tarjetas
de crédito que luego atrapan al trabajador en una red de deudas impagables.

¿No merece Cuba algo mucho mejor que lo que ofrecen estas propuestas?
Todas ellas, por mucho que difieran, coinciden en dos fundamentos
esenciales: predominio del trabajo asalariado y control partidista de
candidaturas –ya sea pluripartidismo o partido único–, pues tales
instituciones tipificaron, en última instancia, la sociedad surgida tras
la aparición de la economía industrial. Los dos sistemas predominantes
en el siglo XX fueron sólo variantes de esa sociedad, diferenciados sólo
en cuanto a los modos de explotar y reprimir a los ciudadanos, ya sea
mediante empresas capitalistas bajo un orden democrático representativo
o de un Estado monopolista absoluto bajo dictadura unipartidista. Pero
esa sociedad industrial ya se halla en franca retirada desde que el
descubrimiento de los circuitos integrados permitió el acceso masivo al
ciberespacio. Se tiende a romper el monopolio no sólo de la información
sino también de medios de producción. Desde que cualquiera, con solo una
computadora, es capaz de crear su propia empresa y acceder a
informaciones hasta ahora controladas por grupos privilegiados, se
inicia una nueva dinámica tendiente a generar estructuras más
descentralizadas. Por mucho que se teorice sobre las posibles causas del
derrumbe del llamado "campo socialista" en 1989, en el trasfondo estaba
la incompatibilidad entre estructuras altamente centralizadas y
verticalistas y una tecnología tendiente a la descentralización y la
horizontalidad. El derrumbe no significó la victoria de un sistema por
otro, sino el resquebrajamiento de toda la sociedad industrial
comenzando por su eslabón más débil. Detrás vinieron sucesivas
bancarrotas regionales y la gran recesión mundial del 2008.

Más que seguir un modelo, Cuba debe convertirse, ella misma, en modelo a
seguir hacia un mundo mejor. No basta un estado de derecho. Es preciso
ir más allá, hacia un estado de plena satisfacción de los derechos, y
esto sólo se logra con la autosuficiencia ciudadana. ¿Qué significa
esto? Una ciudadanía independiente de poderosas instituciones para
subsistir, controlando sus propios medios de subsistencia, sin trabas
burocráticas, altos impuestos ni negativas crediticias, barreras
impuestas por las oligarquías para monopolizar la fuerza de trabajo y
mantener así bajos salarios. No basta la libertad económica propugnada
por los liberales. Es preciso ir más allá, hacia la democracia
económica, ya sea individual, familiar o de grupos, cooperativista o
autogestionaria. Si bien el derecho a la propiedad es legítimo, ese
derecho no es sólo para quienes ya la tienen sino también para quienes
nunca la han tenido. Cuando cualquier trabajador pueda ser propietario
de medios de producción, los capitales y los Estados no tendrán más
remedio que pagar jornales justos a quienes continúen como asalariados.
El acceso a las utilidades y las mejoras salariales permitirán tal
estímulo productivo que generará suficientes recursos para mantener
eficientemente beneficios sociales indispensables, no sólo desde una
perspectiva humanitaria, sino además como inversión para una fuerza de
trabajo capacitada y saludable. A la capacidad productiva del trabajador
se unirá su capacidad adquisitiva y el inversionista verá compensado el
alto costo de mano de obra con eficiencia laboral y amplio mercado interno.

La democracia económica posibilitará democracia política auténtica, con
un sistema electoral liberado de ataduras superestructurales, ya sean
estatales o partidistas. La creación de partidos es también un derecho
legítimo, pero ninguno debe arrogarse derechos que sólo corresponden a
los ciudadanos. Es preciso la nominación directa de candidatos por la
ciudadanía, libre de "depuraciones" y "proposiciones" elitistas, con
iguales oportunidades para todos los aspirantes sin necesidad de pagar
un centavo para campañas electorales.

Sólo por el destino de una Cuba como faro del verdadero camino hacia la
tierra prometida, tendrá sentido más de medio siglo de frustraciones.

Infoburo@AOL.com

http://www.elnuevoherald.com/2012/04/20/1182852/ariel-hidalgo-que-modelo-necesita.html

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