Wednesday, April 18, 2012

La guerra del periódico

La guerra del periódico
Miércoles, Abril 18, 2012 | Por Julio Cesar Álvarez

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Disputas singulares han
existido con nombres como Guerras del Bacalao, entre Inglaterra e
Islandia, o la Guerra del Bonito, entre España y Francia e Inglaterra.
Pero una como ésta, que se produjo entre dos ancianos, por un periódico,
y donde la sangre sí llegó al río, posiblemente sólo puede ocurrir en un
país como Cuba, donde las colas son un pasatiempo nacional obligatorio.

Desde hace casi medio siglo, en Cuba se forman y organizan colas para
casi todo. Quizás no haya pueblo en el mundo con una experiencia tan
vasta como el cubano en eso de ponerse uno detrás de otro para acceder a
un servicio, comprar una libra de papas, o comprar el periódico del día.

Supongo que el extranjero no iniciado en los vericuetos de nuestra vida
socialista, pensaría que bromeamos si le comentáramos que la mayoría de
los cubanos para poder leer el periódico tiene que comprárselo a un
revendedor, o tener en la casa a algún familiar que no trabaje y pueda
madrugar en las enormes colas para adquirir el mini panfleto que publica
diariamente nuestro partido comunista -dizque para informarnos. El
foráneo interlocutor se sorprendería aun más al saber que nuestros
ancianos ostentan el monopolio nacional de la compra del periódico y
frecuentemente riñen encarnizadamente en los estanquillos para comprar
los ejemplares.

Y no es que nuestros viejitos estén particularmente interesados en las
"noticias" y diatribas con que cada mañana nos castiga Granma, ni que no
se les ocurra nada mejor que hacer cola. Sino que, si tenemos en cuenta
que la pensión por jubilación promedio en Cuba es de apenas 10 ó 12
dólares mensuales, es fácil deducir que para muchos de estas personas de
la tercera edad, los centavos obtenidos mediante la reventa del
periódico significan la diferencia entre tener el estomago lleno o vacío.

Amanecía y nada presagiaba desgracia en la concurrida esquina de Luis
Estevez y Calzada de 10 octubre, en el barrio de Santos Suárez, donde se
ubica uno de los pocos estanquillos de periódicos del municipio.

Ese día, como no era fin de semana, no se repartían tickets numerados
por orden de llegada para organizar la cola. Todos los involucrados en
la cola, en su mayoría ancianos, debían asegurarse de no perder de vista
a la persona que los precedía, para evitar confusiones e impedir que
alguien aprovechara para colarse.

Cuenta Gladys, una amiga anciana que vive en ese barrio, que la venta
del diario comenzó y transcurrió sin contratiempos, hasta que Gerardo,
un anciano famoso ya entre los asiduos coleros por su manía de colarse
cuando ve que se están acabando los periódicos y corre el riesgo de
quedarse sin comprar, volvió a sus andanzas e intentó colarse
descaradamente.

"Solo que trató de colarse delante de Raúl, un viejo cascarrabias que no
le deja pasar una a nadie", cuenta Gladys.

En el preciso momento en que Gerardo intentó ponerse delante de Raúl,
este lo agarró por el brazo y, sin mediar palabras, le propinó un
empujón que lo lanzó de cabeza contra el contén de la acera. Cuando
logró levantarse, Gerardo sangraba por la cabeza y se notaba desorientado.

Julio, un anciano que siempre hace cola simultáneamente en dos
estanquillos para coger doble cantidad de periódicos, cuenta que el
corre corre de viejos que se formó cuando empezó la bronca fue tremendo.
La escena parecía de una película e acción, pero en cámara lenta,
porque por mucho que se esforzaban por alejarse de la bronca, los viejos
sólo podían hacerlo a la velocidad que sus achaques y bastones les
permitían.

"Es inconcebible que en este cabrón país le rompan la cabeza a uno por
un periódico de mierda, que a fin de cuentas nunca dice nada", dice
Julio, sin dejar de reírse.

La guerra del periódico acabó con la llegada de una patrulla de la
policía, que llevó a Gerardo para el hospital, donde le cosieron la
herida, y a Raúl para la Estación de policía.

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