Monday, February 13, 2006

El cubano de ayer y de hoy

SOCIEDAD
El cubano de ayer y de hoy

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - Cuando el periodista
cubano Eladio Secades llevaba veinte años escribiendo crónicas para
algunos diarios de la capital habanera, se decidió a compilarlas en 1941
bajo el título "Estampas de la época", un verdadero estudio psicológico,
con mucho ingenio y buen humor, de los personajes más sobresalientes de
aquella sociedad calidoscópica. El medio loco, el guapo criollo, el
picador, el chuchero, el picúo; auténticas figuras de nuestra nación que
aún existen pese al llamado "hombre nuevo" semejante a Che, Lenin y Stalin.

El libro, con el título "Estampas 1941-1958", fue reeditado por la Unión
de Escritores y Artistas de Cuba en 2001.

Eladio Secades nació en 1908 y se marchó a México en 1959, cuando sintió
el ligero tufo comunista que emanaba de la revolución. Murió en Caracas
en 1976. Captó, como ningún otro escritor de su tiempo, la idiosincrasia
del cubano y sus costumbres. Y se divirtió de lo lindo escribiendo sus
estampas de la época, porque según expresó, "lo que pasa en Cuba tiene
muchísima gracia".

Vigentes hoy sus personajes, nos dejamos atrapar por el pesao, con sus
chistes ácidos, por el político cínico, por la tristeza de la solterona,
por el verraco que se deshace del sofá, por el vecino que lanza una
trompetilla como punto final.

Leerse el libro de Eladio es recorrer las calles de Cuba, entrar a
cualquier hogar, descubrir que nuestro mejor amigo está entre sus
páginas, y que quienes nos rodean componen ese mosaico de seres vivitos
y coleando, pero sin república.

El guapo criollo es uno de los tipos más frecuentes en el tiempo de
Eladio y en el mío. En él hay algo de la herencia española; es quien más
golpes recibe, quien se echa un revólver a la cintura y se deja sujetar
en una bronca. El que termina diciendo: "Si me sueltan lo mato". El que
ofende, insulta, grita.

Porque el cubano sigue siendo el mismo, aunque sin guayabera, zapatos de
dos tonos y cadena de oro o plata colgándole del bolsillo. El hambre y
la falta de libertad las olvida cuando siente pasar una rumba o una
conga, y hasta conserva sus mismos gustos: el juego, la siesta y la
botella. Como el de ayer, es buen trabajador cuando gana plata, y
haragán o cimarrón cuando se rebela contra el amo.

El picúo de ayer anda por ahí, como el relajo criollo y el vino amargo.
Según el autor de "Estampas de la época", donde más resalta el cubano es
fuera de Cuba, por lo exageradamente expresivo y cariñoso, su hablar a
manotazos, y hasta cuando baila música suave con los ojos cerrados. Sale
de la barbería con un ridículo perfil de medallón de museo y olor a
novia de campo. El de hoy, con sus trencitas y moñitos, puede competir
con un espantapájaros salido de una nave extraterrestre.

Hoy, Eladio Secades se daría banquete con un nuevo tipo de cubano,
surgido con la revolución: el doble moral, el actor de banderita en
alto, el que se escabulle en una marcha o manifestación porque de pronto
le entraron dolores de barriga; el que habla de cambio en voz baja y
termina diciendo Patria o muerte en su trabajo, a toda voz, para que lo
escuche el jefe.

Son, sin dudas, los que pasan hábilmente por el ojo de una aguja en esta
Isla de corcho, que flota sin que sepamos cómo, la misma que para Eladio
era "un terrón de azúcar rodeado de esperanzas por todas partes".

http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/13a10.htm

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